Hacia 1916 se hizo la primera descripción arqueológica del sitio, pero en 1920 comenzaron a desarrollarse excavaciones en ese paraje de la ruta del tranvía que corría hacia el pueblo de San Ángel: se encuentra en la colonia San Pedro de los Pinos, al sur-poniente de Ciudad de México, pero desde que se iniciaron los trabajos se le denominó como Mixcoac, “donde se venera a la serpiente de nubes”.
Un sitio que se ha explorado durante casi 100 años, pero no reunía las condiciones para recibir al público, ahora puede visitarse. Inscrita como zona arqueológica 194 dentro de la red de sitios con acceso al público, su apertura “cumple una de las misiones más importantes de nuestro instituto, que es divulgar el conocimiento que se genera a partir de las investigaciones”, a decir de Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
“Es una zona muy singular, inmersa en el tejido urbano, un reto que teníamos como institución, porque implicaba hacer convivir estos vestigios, este patrimonio, con el natural desarrollo de la ciudad. Implica un esfuerzo de imaginación y de tenacidad proteger estos espacios y hacerlos con la sociedad, que es quien realmente los debe disfrutar”.
La zona es una pequeña parte del gran asentamiento de Mixcoac que existía en la zona, la cual pertenecía al Señorío de Tacubaya. Se trata de un espacio cívico-religioso, dice el arqueólogo, que se encontraba cerca de una gran laguna y de ríos y arroyos que descendían de la zona montañosa.
“Es un lugar proclive para los asentamientos humanos, por la abundancia de agua. Fue un espacio cívico-ceremonial, un sitio de culto a la deidad Mixcóatl”, dice el especialista, integrado por una pirámide, la plataforma oriente, el patio central, la plataforma poniente y la plaza ceremonial.
Frente a la modernidad
A partir de los materiales hallados desde 1920 se refleja que el lugar tuvo una larga ocupación humana: se ha encontrado evidencia de la época teotihuacana, entre los años 450 al 600 d. C., la cual se recogió tras la construcción de la estación del Metro San Antonio, de la Línea 7. Las investigaciones señalan que alcanzó su apogeo entre el 900 y 1521.
La zona se ha trabajado desde 1920, si bien los esfuerzos más constantes se dieron a partir de la construcción del Periférico, hacia 1961. Esto no solo ocasionó daños en una de las secciones, sino que obligó a hacer cambios a esa vialidad, al construirse un paso a desnivel.
Salvar el sitio
El arqueólogo Roberto Gallegos es uno de los investigadores que más cerca ha estado de ese espacio, incluso tuvo sus primeros contactos en sus años de estudiante, por 1957. “Mi mayor mérito fue haber tratado de salvar el sitio, porque cuando se trata de hacer obras en Ciudad de México no hay muchos que se opongan”.
“Querían abrir el Periférico y se iban a llevar la mitad de la zona arqueológica y las construcciones, por eso aquí hay un paso a desnivel. Lo evitamos y creo que ese ha sido mi mayor mérito”.
Gracias a sus gestiones se dotó de equipamiento e infraestructura para abrir la zona arqueológica a la visita pública, pues en el pasado sí se permitía el ingreso, pero por lo general en visitas guiadas y, sobre todo, a escuelas.
“Cuando llegamos, los muros se estaban cayendo, había una defensa sencilla: un alambre de púas, y solo un custodio, quien se encargaba de la limpieza general. Ahora tenemos custodios y hasta un jardinero”, recuerda el impulsor del proyecto.
Para Gallegos lo más importante es que el visitante sienta que está en un recinto abierto, muy diferente a lo que está enfrente: los edificios habitacionales y el Periférico.
Ubicación
La zona arqueológica de Mixcoac se ubica en la calle de Pirámide 7, a un costado del Centro Cultural La Pirámide y el Periférico.
Horario de visita
Con una sala introductoria y servicios para el visitante, tienen un horario de lunes a domingo, de 9 a 17 horas. Entrada gratuita.
Dios mexica
El centro ceremonial está dedicado a Mixcóatl, un hombre que se convirtió en el dios mexica de la caza.
Otros sitios
Mixcoac se suma a otros sitios arqueológicos abiertos en Ciudad de México, como Cuicuilco, Cerro de la Estrella, Tlatelolco y, por supuesto, Templo Mayor.