Cuando se consumó la Independencia se recuperaron las culturas originarias; al triunfo del liberalismo la historiografía conservadora desapareció; cuando Porfirio Díaz conmemoró el centenario de la Independencia trató de convertirse en héroe de la historia nacional: “Era su gran ambición, aunque unos meses después estalla la Revolución y lo borran de la historia, lo sacan del cielo cívico en el que quería estar”.
La enumeración pertenece al historiador Javier Garciadiego, quien desde su llegada a El Colegio Nacional se propuso desarrollar una serie de conferencias acerca de la historia del siglo XX mexicana, a partir de una revisión por décadas, lo que ya llegó a un formato impreso: México (moderno) a través de sus décadas / 6.
“En todo cambio político y, más aún, en todo cambio histórico sobreviene un cambio cultural, uno educativo y uno historiográfico. No voy a hacer aquí la historia de la historiografía mexicana, pero, por ejemplo, cuando se dio lo que llamamos la conquista española cambió brutalmente la historiografía, las narraciones históricas prehispánicas o pictográficas fueron barridas y cuando llegó el PAN hubo algunos cambios, tibios diría, para tratar de recuperar a los cristeros o de ofrecer una visión menos conflictiva de la conquista y el nacimiento consensual de un nuevo país”.
Al comenzar el proyecto de conferencias, Garciadiego se planteó una interrogante: cómo darle seguimiento a la construcción de la historia, un interés que creció con el arribo de Andrés Manuel López Obrador, “qué cambios historiográficos va a haber ahora”.
“Para poder entender a la historia de México debemos reconocer que está hecha por todos, unos que aportaron cosas positivas, otros que no, pero no podemos simplemente cerrarle el paso, excluir de la historia a un Díaz o a un Santa Anna, mandándolos al basurero de la historia, porque perdemos la oportunidad de aprender: si analizamos todos los procesos anteriores será mucho más rico nuestro análisis y nuestro aprendizaje”.
Mirada múltiple
En México (moderno) a través de sus décadas / 6, coordinado por Javier Garciadiego, se encuentran reflexiones de Gilberto López y Rivas, Josefina Mac Gregor, Jean Meyer, Rafael Olea Franco, Álvaro Ruiz Abreu, Fernando Serrano Migallón y Alberto Vital, por mencionar solo a algunos, con temas como la invasión de Villa a Columbus (1916), la suspensión del culto en México (1926), la fundación del IPN, la fundación de la CTM y la defensa de la República española por el gobierno mexicano (1936), o la detención de Genaro Vázquez (1966), la muerte de Juan Rulfo (1986) o la reforma política de fin de siglo (1996).
“Si nosotros hubiéramos hecho un proyecto desde la primera década, 10-20, el libro sería para expertos; en cambio, si uno hace un abanico que incluya todas las décadas, vamos a encontrar lectores que les guste la Revolución, que les guste el periodo cardenista, la historia del siglo XX más contemporánea, incluso la del presente, porque llegamos hasta el 2006, cubrimos todas las décadas”.
Lo más importante, explica Javier Garciadiego, es que nadie está excluido del volumen, ni personajes ni procesos; incluso, tampoco se detienen exclusivamente en aspectos conflictivos de la historia, también se aparecen la creaciones institucionales, “porque la historia de México ha sido un avanzar y un retraerse”.
“Vemos prácticamente todos los escenarios y procesos de la historia de México. Lo importante es señalar, sin exclusiones: para nosotros es tan importante el movimiento de Lucio Cabañas como el de Ciudad Maderas; tan importante Torres Bodet como Antonio Caso”.
Una de las principales apuestas con México (moderno) a través de sus décadas / 6 es que no se haga a un lado ningún proceso histórico, ni a un personaje, mucho menos empezar a sacar “a gente de nuestro panteón por exclusiones ideológicas”.
Un planteamiento en verdad regional
Ahora que se pueden dar algunas transformaciones historiográficas, el académico de El Colegio de México propone un planteamiento en verdad regional, porque las más de las veces el proceso historiográfico es un tanto centralista y, por ejemplo, se define al general Bernardo Reyes como un traidor, cuando en Nuevo León no lo consideran así, sino como el constructor de Monterrey. “A Pascual Orozco federalmente lo consideramos otro traidor, rebelde contra Madero, en pero Chihuahua no lo tratan así, sino lo ven como el verdadero líder militar de la rebelión contra Porfirio Díaz”, enfatiza el historiador.