El narrador, ensayista y editor Jorge Comensal (Ciudad de México, 1987) apuesta por generar debate y polémica en la Revista de la Universidad de México bajo su dirección y recuerda que la publicación icónica de la UNAM ha tenido una tradición riquísima en todos los campos del pensamiento durante casi un siglo, pero “lo que la ha hecho histórica y emblemática han sido sus aportaciones literarias”.
“Ha sido siempre la literatura lo que ha marcado la diferencia de la Revista de la Universidad”, afirma.
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En entrevista exclusiva para Milenio al asumir este 1 de junio las riendas de la revista más longeva del país, Comensal perfila los principales ejes de su gestión, con miras también al centenario del órgano de difusión universitario fundado en 1930 por Julio Jiménez Ruedas, que ha tenido entre sus directores a intelectuales como Jaime García Terrés, Luis Villoro, Arturo Azuela, Leopoldo Zea o Ignacio Solares.
“No sé qué vaya a pasar, pero definitivamente empezaré a trabajar desde hoy en función de que en noviembre de 2030 la Revista de la Universidad de México (RUM) cumple 100 años y debe estar preparándose para celebrar ese momento independientemente de lo que pase de aquí para ese entonces”, apunta el editor.
Sobre la efeméride por el centenario de la Revista de la Universidad de México, Comensal vislumbra un repaso de su historia, que pueda involucrar la publicación facsimilar de momentos emblemáticos, incluso desde la Gaceta de Literatura en México, que hizo Antonio Alzate en el siglo XVIII, con la que empieza el periodismo literario en el país, y reflexionar sobre el papel que ha tenido la publicación universitaria en sus distintas épocas, que han estado muy marcadas, según el también investigador.
“Hay que regresar a esas épocas y ver cómo la Revista se convirtió en una voz, una conciencia”, dice.
El primer número en que él intervendrá ya como director saldrá en julio, en el contexto de los Juegos Olímpicos de París 2024, y estará dedicado a la repercusión de los de los Olímpicos de México 68 en la UNAM, que generó cambios desde en la construcción de espacios deportivos hasta en ideas.
“Va a haber números de transición, no podemos decir cuántos. El primero mío sale en julio. En dossier temático, aprovechando las Olimpiadas en julio-agosto, vamos a hablar de ese tema. Quisiera que los colaboradores sean una sorpresa, pero conscientes de que las Juegos de México 68 fueron muy importantes, por razones muy tristes, como la matanza de Tlatelolco, y también positivas, como el patrimonio cultural, arquitectónico y gráfico que le dejó ese evento a la UNAM y al país.
“Proponemos reflexionar qué hay en el olimpismo geopolíticamente, culturalmente, literariamente hablando. Nos pareció al equipo que ya está en la Revista y a mí que podría ser una buena manera de seguir dialogando con la época temática y que la UNAM reflexione sobre sí misma a partir de ello porque tenemos el Estadio Olímpico, las albercas, la misma Villa Olímpica, que nació al lado de la UNAM y donde tantos profesores han vivido, y el exilio”, dijo Comensal, quien admira el trabajo en la Revista de antecesores como Jiménez Rueda, Villoro, Zea o Rafael Heliodoro Valle.
Diálogo y descentralización
Después de sumarse en 2017 a la RUM como coordinador de contenidos, cuando tomó la dirección Guadalupe Nettel, Comensal releva ahora a la autora de El cuerpo en que nací, quien —según ella y la Coordinación de Difusión Cultural UNAM—, renunció al cargo porque fue elegida en marzo por la Universidad de Columbia para realizar un programa de escritores en residencia, aunque su salida coincidió con una serie de denuncias en redes sociales contra la narradora por supuesto acoso laboral.
Designado por el rector Leonardo Lomelí el 14 de mayo, Comensal cuenta que su misión será fortalecer, entre otros rubros, la autonomía e identidad universitaria de la RUM, el diálogo entre ciencia y humanidades. Buscar un mayor acercamiento de las nuevas generaciones a la publicación, descentralizar la cultura e incluir a centros de investigación de la UNAM fuera de Ciudad de México.
“Una línea muy clara de mi proyecto es continuar y reforzar la identidad universitaria de la revista, que siempre haya oportunidad de familiarizarse con lo que está pasando en la Universidad. A mí me importa mucho, por mi propia experiencia como periodista y divulgador de temas científicos y ambientales, dar a conocer lo que sucede en estaciones de investigación y conservación de la UNAM en Veracruz, Quintana Roo, Yucatán, Jalisco, Baja California Sur. Ir a contracorriente de las dinámicas que centralizan la cultura y salirnos de ello. Y, a partir de eso, dialogar con la Universidad y el país entero.
“Otra parte muy importante, porque es mi misión personal, es el diálogo entre ciencia y humanidades, con un énfasis en la cultura ecológica que necesitamos para enfrentar esta época. Y como escritor me importa mucho que la revista siga siendo ese espacio donde se publica creación literaria. Mi propuesta es una revista de mucha creación del presente, del rescate del pasado y del futuro. Soy editor de poesía novohispana, me fascina el barroco, el siglo de oro, pero también quisiera que dialoguen un poema de hace 300 años con uno de hace tres meses, que haya espacio para ambos en la revista”, dice.
Incluso espera abordar cómo se ha sesgado el ambiente cultural en términos de géneros. Por ejemplo, si la mayoría de la gente comprometida con la literatura en ámbitos laborales son mujeres. O patrones editoriales como que haya más traductoras o que las mujeres son mayoría en los clubes de lectura.
Recuerda que desde hace 94 años la publicación ha tenido enfoques particulares según cada directivo, pero destaca que la constante en cada número ha sido aportaciones dentro del campo de la literatura.
“Ha habido mucha variedad (de enfoques). En la época de Horacio Labastida hubo mucha antropología; en la de Leopoldo Zea, muchas disciplinas temáticas. A lo largo de más de nueve décadas hay una tradición riquísima, pero sí ha sido una constante que, lo que ha hecho a la Revista de la Universidad de México histórica y emblemática han sido sus aportaciones literarias. El hecho de que en ella apareciera un avance de Los murmullos (así se llamaba Pedro Páramo antes de que publicara la novela Juan Rulfo), o el primer cuento de Gabriel García Márquez en México”, ejemplifica Comensal.
Sesenta años del Monsiváis VS. Ibargüengoitia
De fácil memoria y aficionado a las revistas literarias desde su niñez, el autor de Las mutaciones y Yonquis de las letras subraya en ese sentido la importancia del debate de ideas y la apertura a la polémica que busca fomentar en su gestión al frente de la revista universitaria, al recordar la anécdota que se suscitó en 1964 en sus páginas entre los escritores Carlos Monsiváis y Jorge Ibargüengoitia.
“Para mí es muy importante la polémica entre Ibargüengoitia y Monsiváis sobre la obra de Alfonso Reyes, que impactó tanto la carrera de Ibargüengoitia. Quiero encontrar maneras de generar debate, polémica, como la que existió entre ambos escritores. Depende de mucho trabajo editorial, poder publicar una reseña y, en el mismo número, una respuesta, como entonces”, expone.
En junio de 1964, la RUM publicó el texto de Monsiváis “Landrú o crítica de la crítica humorística o cómo iniciar una polémica sin previo aviso”, en respuesta a la reseña “Landrú degeneradón de Alfonso Reyes”, en la que en ese mismo número Ibargüengoitia tiraba sus dardos contra esa obra teatral.
“Este tipo de diálogo se puede generar desde la mesa de redacción y poner realmente a discutir ideas. Si ubicamos un tema claro, lo delimitamos y lo proponemos a que dos partes escriban sobre él, luego se respondan y aun se repliquen, ahí podemos generar dinámicas interesantes”, expone Jorge Comensal.
Confía en que los debates que se generen siempre se presenten diferentes versiones de colaboradores y también lo plantea para lidiar de manera frontal con la mal llamada “cultura de la cancelación”.
“Que cada quien pueda dar sus razones y leerse entre sí, que es lo que ya no está pasando, vivimos en cámaras de eco en donde ya no nos oímos unos a otros. Y si alguien quiere cancelar en redes una publicación porque se publicó a una persona a favor o en contra, por ejemplo, de la tauromaquia, siempre poder responderle nosotros que publicamos a esa persona y a esta otra, porque queríamos que los dos discutieran y que la revista contribuya a formar a formar el criterio de los lectores”, expone.
Descarta que vaya a haber algún tipo de proselitismo o posturas parciales dentro de la revista, incluso en el ámbito político en México, que vive en la actualidad las elecciones más complejas de este siglo.
“Hay que defender cierta medida de imparcialidad para que no se formen prejuicios de rechazo entre lectores. Estoy seguro de que hay gente que no levanta ciertas revistas porque está peleada ideológicamente con el grupo que la edita. No queremos que ese sea el caso de la Revista de la Universidad, nunca, porque queremos que adentro se puedan hablar distintas posturas, no sólo en lo político sino también en lo literario, donde hay diferentes grupos con estéticas opuestas, que se ven como enemigos a muerte. Esperemos que logremos que ambos grupos quieran publicar en la revista”.
Incorporar a los jóvenes
Sobre la gestión de Nettel, el nuevo director indica que en la actualidad el tiraje es de 4 mil ejemplares, con duplicación cuando se agotan. Y remite a las cifras que dio su antecesora en su editorial de despedida “De vuelta a casa”, en el que afirma que de febrero de 2017 al número 908 de mayo pasado, dedicado a la inteligencia artificial, hubo 80 ediciones de la Revista de la Universidad, con mil 849 colaboradores y casi 200 mil usuarios únicos en todo el mundo que cada mes visitan la versión digital.
Destaca los formatos de televisión y radiofónicos, ya presentes desde la gestión de Solares, y también el enfoque periodístico de secciones como El oficio, dedicada a entrevistas con escritores de diferentes países, como uno de los sellos de la anterior dirección para abrirse al diálogo con otras literaturas.
Comensal aborda en ese sentido también cómo será el futuro de la RUM en la era digital del presente.
“El desafío principal que yo me presento interiormente, en una época de los medios impresos donde claramente está cambiando mucho la lectura, donde los números de tirajes en papel de periódicos y revistas ha bajado, tenemos que preguntarnos cuáles son la misión, el lugar, el nicho de las publicaciones impresas y digitales. Tal vez convenga pensar que no necesitamos siempre un espejo en lo digital y en lo impreso, que no sea exactamente lo mismo (en contenido), que ofrezcan cosas diferentes, eso es algo en lo que vamos a trabajar desde el lunes 3 de junio”.
No obstante, defiende el valor de los medios impresos y su continuidad frente a sus contrapartes digitales.
“Yo mismo he dejado de leer periódicos en papel, pero el impreso tiene un enorme valor todavía como registro, como disfrute sensorial, poder leer una publicación periódica en papel es muy valioso. Y queremos hacer aportaciones en ese sentido, decir que esto no lo quisiera leer solo en la pantalla, lo quiero tener en las manos. Hay cada vez más estudios de cuán diferente es la cognición de lo que uno aprende o lee en papel contra lo que ocurre en la pantalla, empezando por la capacidad de concentración, cuánto dura tu atención cuando está impreso y cuando está en la pantalla”, argumenta.
“Realmente una revista cultural, por muchos ejemplares que tiremos, no vamos a afectar sustancialmente a nuestro ambiente; hay papel reciclado, bosques cultivados específicamente para el papel. Cultivar nuestra cultura no es nuestro mayor problema de recursos en este momento, hay muchísimas otras cosas en las que se desperdicia material efímero, papel, plástico, mientras que una revista se puede convertir en parte de una biblioteca, que dure generaciones. Yo he sido coleccionista de revistas desde chico, de todo tipo, desde Pauta hasta National Geographic, me gusta conservarlas. Y ese es el ideal: formar bibliotecas. Y por eso vamos a seguir apostando”, sostuvo.
A punto de salir su ensayo biográfico El biólogo de la Revolución (Colegio Nacional, 2024), sobre Isaac Ochoterena, uno de los primeros biólogos de México, y una recopilación de ensayos y crónicas inéditas del último año que publica Antílope, Comensal ve también la necesidad de atender a jóvenes.
“Como nuevo director de la Revista de la Universidad tengo que ver cómo llegamos a las nuevas generaciones, mi posición generacional me exige mirar a los estudiantes de los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH), de diferentes carreras, y preguntarme cómo están viendo el mundo, cómo se van a relacionar con una revista impresa frente a las redes sociales; cómo abrir el diálogo con ellos y cómo profundizarlo. Ha cambiado tanto la cultura a partir de lo digital, que empieza a convertirse en un enigma para las generaciones cómo están viviendo la cultura y cómo podemos establecer un diálogo que una desde profesores eméritos hasta los de CCH. Eso es un enorme reto”, admitió Comensal.