Juan de la Cabada (Campeche, 1899—Ciudad de México, 1986) fue siempre un narrador incómodo. El desgobierno en sus publicaciones y su militancia comunista, por no decir ese campechanismo a flor de piel que lo caracterizó siempre, hicieron que su obra (un centenar de cuentos, media docena de guiones y extraviados borradores de novela) permanezca prácticamente fuera de circulación.
Editado primeramente en 1940 por el transterrado español José Bergamín (Séneca, Paseo de mentiras), De la Cabada fue acumulando paulatinamente una obra narrativa donde destaca la habitación de personajes comunes y corrientes, peones, marineros, pescadores…, que a decir de María del Carmen Millán pasan pronto a habitar universos de varia y rica imaginación.
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Seres de fábula, como su propio inventor, que José Revueltas (compañero de peripecias y militancias) identificara hacia 1968 como fábula andante y andariega. “La fábula fabuladora de todas las confabulaciones imaginables” (Revista de la Universidad).
Otro narrador, René Avilés Fabila, también cercano a la militancia del mismo De la Cabada, lo definió (imer.mx) como uno de los pocos ejemplos que en México combinó el arte con la política. “Aun no haciendo una literatura panfletaria, al contrario, supo siempre distinguir entre una y otra cosa”.
Ligado al movimiento comunista previo a la Segunda Guerra Mundial, y amigo de personalidades como Julio Antonio Mella y Tina Modotti, De la Cabada "se sustrajo a esa realidad, como Siqueiros y Revueltas, y no cayó en una literatura de mensaje obvio, de claras intenciones políticas. Juan de la Cabada es un caso insólito ya que pudo deslindar sus dos tareas esenciales", abunda en registro radiofónico Avilés Fabila.
El listado de obras
A la edición de Séneca (no editaría mucho Bergamín en nuestro país) le siguieron, dos décadas después, títulos en la Universidad Veracruzana y Ediciones de Cultura Popular, sello del Partido Comunista, al que siempre perteneció De la Cabada, llegando a ser candidato a diputado y gobernador por su estado natal.
Hacia finales de los 70, la Universidad Autónoma de Sinaloa inició la publicación de sus Obras Completas, luego de otorgarle el doctorado honoris causa, aunque de efímera y limitada circulación.
Insertó en diferentes antologías de cuento mexicano, tal vez uno de los más recurridos sea “La llovizna”, confesiones de dolor ante la muerte de un ser amado de parte de un hombre en esencia humilde, De la Cabada obtuvo también reconocimiento en los terrenos cinematográficos y mediáticos. En el primero se le recuerdan sus guiones Subida al cielo, La ilusión viaja en tranvía, María la voz, Maratón de baile, El brazo fuerte y Calzonzin Inspector.
José Revueltas, coautor del libreto de La ilusión…, que en 1953 filmara Luis Buñuel, sostuvo que el cine de De la Cabada es maravilloso. “Tiene la mirada, sabe ver. Las historias de cine que inventa cuando cuenta, son ya desde el primer instante, una película oral. Imaginativas, chispeantes, relampagueantes, vivas, se desarrollan ante los ojos de quienes escuchan como una estructura cinematográfica maciza, bien organizada y construida, llena de ingenio y situaciones descubiertos con toda exactitud”.
En esa misma oralidad, “portentosa disposición para la narración verbal”, reconoció Edmundo Valadés, De la Cabada es recordado por su literatura infantil y su paso por las pantallas de televisión, en los inicios de los 80, al lado de la entrevistadora Cristina Pacheco.
Pocos ejemplares
¿Dónde leer a Juan de la Cabada? Apúrense los interesados. En librerías sólo están disponibles (no hay nada más en bodega) ejemplares de cuatro volúmenes bajo el título general de Cuentos y sucedidos: (1) La tierra en cuatro tiempos, (2) Pasados por agua, (3), El duende y (4) ¡Y esta noche no se acaba!, del Fondo de Cultura Económica, reimpresos en 2016.
No hay posibilidades para nuevas ediciones del narrador campechano, reconoce Paco Ignacio Taibo, al frente del FCE. “Nuevos libros, no; nuevas reimpresiones, tampoco. Sacar los libros que hay y ponerlos en una mesita en todas las librerías, sí”.
Y en la reafirmación de esta experiencia editorial de un narrador “donde el idioma fluye natural, sin tropiezo alguno” (Ermilo Abreu Gómez), observa en De la Cabada “un escritor incómodo para el sistema: siempre lo fue. Hiper crítico, siempre en las causas del movimiento. La lógica del sistema no era bendecir ni apoyar a escritores como Juan”.
“El catálogo del FCE es un pinche clóset del tamaño de las pirámides… No sabía que el Fondo había publicado a Juan. Hay cosas muy interesantes que tenemos perdidas. De no hacer una promoción inteligente con sus libros, éstos no van a moverse o se van a mover con una lentitud tremenda”, termina Taibo.
Y además
A la fecha el legado (biblioteca, archivos, manuscritos, gráficos, etc…) de Juan de la Cabada (nació un 4 de septiembre y murió un 26 del mismo mes) se encuentra disperso. La Universidad de Veracruzana resguarda su biblioteca, en el área de Colecciones Especiales y Fotografías y Obra plástica, ya digitalizadas. Se desconoce aún el destino de posibles originales sin catalogar, en posesión de su hijastra, la actriz Julia Marichal, asesinada en la Ciudad de México en diciembre de 2011.
amt