Para ver a los artistas, hay que alzar el rostro y mirar al cielo: allí están, resplandecientes entre la oscuridad de la noche, y rotan ante una estructura circular - ¿Una nave? – que los aleja del piso.
Este es un fragmento de Carillon, el vuelo del tiempo, puesta en escena de la compañía coreográfica italiana Kitonb que se presentó en la pasada edición del Festival Cervantino.
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Entre la tierra de Guanajuato y el cielo, que no le pertenece a nadie, estos artistas, ataviados con atuendos que los hacen parecer seres galácticos, “rompen los límites de lo posible”, como indica la sinopsis del montaje.
¿Pero cuál es el foco de este proyecto? Contar las 4 edades del mundo “de donde emerge la naturaleza y destino humano”.
Principio y fin, luz y oscuridad, destrucción y muerte: binomios que la compañía con sede en Roma incluye y transmite a través de Carillon.
También se evoca la sensación de tensión, precisamente cuando esos seres, que desde hace rato dejaron de ser terrenales, caen por una estructura rectangular que sostiene varias cuerdas en su interior.
Al ritmo de Las cuatro estaciones de Vivaldi, esta obra, que tiene a italiano Angelo Bonello (Turín, 1971)como su director, es una vorágine de sentimientos. Cuando uno la ve, todo lo demás resulta olvidable.
Sobre Kitonb, no hay mejor descripción que la que presumen en sus redes: “Su principal característica es poner la escena al revés: paisajes urbanos y suburbanos son los escenarios de sus espectáculos".
"Una escenografía perfecta para una experiencia perfecta, naturalmente mezclando la práctica social del teatro griego con el arte ambiental, creando tecnologías futurísticas en las raíces de la actuación”.
hc