La persistencia de Héctor Aguilar Camín

Héctor Aguilar Camín pertenece al privilegiado grupo de escritores que domina muchas disciplinas, cada una de las cuales se resuelve con una forma y un estilo hecho a la medida.

“En este texto reuní todas las habilidades que adquirí como escritor”.
Catalina Aguilar Mastretta
Ciudad de México /

El Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez que otorga la FIL es este año para el escritor, historiador y periodista Héctor Aguilar Camín, que además de todas esas cosas extraordinarias es papá de tres hijos, entre ellos −suertuda a morir− yo.

“¿Qué hace tu papá?”, me preguntaron en la escuela cuando tenía como siete años. Y me cuentan que yo dije: pensar. Hoy tengo el honor de preguntarle cosas para oírlo pensar en voz alta sobre este premio, cómo ve al periodismo actual y su lugar en él.

Tengo la sensación de que cuando te iniciaste en el periodismo había en la profesión, además de una gana de entender el mundo y explicarlo, algo que se parecía a un servicio público, el servicio de informar. ¿Era así? ¿Cómo crees que ha cambiado?

El periodismo en el que nací se resumía en esta fórmula: había que ser liberal con las opiniones y dogmático con los hechos. Ese era el pacto fundamental del diario con sus lectores para tener una sociedad que al estar más informada fuera menos manipulable, más inteligente, para que así pudiera tomar decisiones democráticas sobre, entre otras cosas, quiénes eran sus gobernantes. A ese periodismo de hechos le venía bien un periodismo de opiniones. Tenías periódicos más conservadores, más liberales, de izquierda, de derecha. Cambiaba quizá la intención pública del medio, pero el núcleo del oficio era la calidad de la información. Lo que uno ve hoy, sobre todo en la información que corre en los medios sociales, es una absoluta liberalidad con los hechos. Cada quien dice, como la verdad, lo que quiere decir. Hay una abundancia dogmática de opiniones.

El ámbito de la información ha perdido peso frente al ámbito de la opinión y la ideología. Los medios se vuelven así instrumentos de batalla política y de difusión de creencias personales. En el ámbito de las redes sociales queda suspendido todo principio de rigor y documentación en servicio de todo tipo de ocurrencias y creencias.

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Los periodistas sufren el impacto de esa competencia. Las redes sociales le han dado un enorme poder a todo el mundo para comunicarse con todo el mundo. Es comunicación horizontal de todos contra todos; saltándose al especialista, al periodista, saltándose al que sabe y creando otra forma de opinión pública que viene de esa conversación ocurrente, personalísima, irresponsable desde el punto de vista del conocimiento, que acaba contaminándolo todo y acaba volviendo realidad lo que son ocurrencias o desahogos de una enorme cantidad de personas. Los profesionales están un poco perdidos en este mundo de periodismo porque tienen que seguir respondiendo a sus criterios de rigor y de verdad; y al mismo tiempo tienen que ser tan atractivos, tan locos, tan divertidos como es la conversación horizontal de las redes. La horizontalidad de esta discusión la ha vuelto increíblemente democrática e increíblemente idiota a la vez.

¿Crees que eso ha permeado a los medios tradicionales? Leo muchas notas que son simples relatos de la opinión de alguien, sin contexto o investigación.

Hay un periodismo en el mundo que sigue haciendo investigación con todo rigor: los periódicos canónicos y alguno nuevo en medios digitales; sigue existiendo y al final se impone. Pero su autoridad está diluida en la autoridad de la explanada en la que todo el mundo habla y nadie guía la conversación.

En un periodismo muy rápido es más fácil recoger lo que dice alguien que ir a investigar si es verdad o no lo que se dice. En México, el periodismo nunca se ha ocupado cabalmente de verificar o de hacer investigación, con unas cuantas excepciones. La nota es lo que dice el funcionario, lo que dice el deportista, lo que dice el presidente. Por ejemplo: el ejército anuncia que detuvo un cargamento de mariguana en algún lugar, y nadie va a preguntar cómo lo detuvo, si fue un pitazo, quién lo detuvo, si hubo o no hubo enfrentamiento, cómo fue la operación, cuántos participaron. Lo que esto crea es que el público tiene derecho a dudar de la información, porque viene de un solo lado.

En medio de este caos, ¿por qué alguien elegiría volverse periodista? ¿Por qué lo elegiste tú en su momento?

Me interesaba reflexionar sobre los caminos que México debía tomar o no debía tomar. Yo entré a esta reflexión desde una posición de izquierda, pensando en buscar los caminos para hacer que México fuera un país menos desigual, después cómo México podía ser también un país próspero y democrático. Esas son las tres pequeñas utopías en torno a las cuales he organizado toda mi reflexión.

Me parece que este trabajo es el trabajo del movimiento de una sociedad y he tratado en lo personal, y como editor, en todos los lugares en donde he estado, de estar al servicio de eso. Sobra decir que es un terreno muy resbaladizo en el que uno se equivoca y se vuelve a equivocar. Frente a eso hay que mantener lo que mantenía F. Scott Fitzgerald: “La prueba de una inteligencia que vale la pena es poder tener dos ideas contradictorias en la cabeza y seguir funcionando”. Entender, por ejemplo, que la vida no tiene remedio y mantenerse, sin embargo, decidido a cambiarla. Hay que persistir sin esperanza, como decía Guillermo de Orange.

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¿Cuál es el futuro de este oficio periodístico? ¿Cómo vemos hacia adelante con estas herramientas?

Con el tiempo, las redes sociales van a volverse mucho más inteligentes. Del mismo modo en que todas las cosas que fueron rudimentarias se van mejorando. Esa masa de pensamiento caprichoso sin guía y sin solidez, a querer o no, se hará cada vez más inteligente porque mejorará el acceso y la selección de las cosas que valen la pena. La increíble multiplicación del acceso al conocimiento elevará el IQ mundial. Creo que era Francis Bacon quien decía que el conocimiento tiene dos naturalezas: lo que alguien sabe y lo que sabe sobre dónde puede encontrar lo que no sabe. Esta segunda parte es lo que ha crecido, ésa es la gran revolución.

Por lo pronto hay que agradecer de las redes sociales la manera en que han interrumpido nuestro aburrimiento. Ves gente en la mesa, cada quien con su teléfono, muy entretenida, que de otra manera estaría viéndose las caras sin tener nada que decirse.

Ahora sólo falta que me cuentes de este premio. ¿Cómo te sientes?

Ningún premio hace la obra de nadie. Son una forma de reconocimiento, pero lo que importa realmente es el trabajo. A mí esto del premio Fernando Benítez me gusta porque pienso que mi nombre quedará unido al de Fernando, que es un hombre al que yo quise mucho y al que no pude decirle en vida todo lo que lo admiraba. Voy a tratar de decírselo ahora. Como contaba Borges de cuando le llevó un libro a Lugones cuando ya estaba muerto: en el tiempo será verdad alguna vez que yo le traje este libro y usted lo recibió de mi mano. Con ése ánimo voy a usar este premio para decirle a Fernando todo lo que lo quise y admiré.

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