La realidad nacional mata a cualquier ficción: Villalobos

“En realidad, lo que me interesa es explorar los códigos del realismo y sus límites", explica a MILENIO el ganador del Premio Herralde de Novela

Juan Pablo Villalobos en entrevista sobre su nuevo libro, No voy a pedirle a nadie que me crea, ganador del Premio Herralde de Novela.
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

El escritor mexicano Juan Pablo Villalobos tiene una idea de la literatura que podría explicarse a partir de unas palabras de Augusto Monterroso: “El humorismo es el realismo llevado hasta sus últimas consecuencias”. Éste es el epígrafe que acompaña a su más reciente novela, No voy a pedirle a nadie que me crea, con la cual obtuvo el Premio Herralde de Novela en su edición 34.

“Más que una autobiografía o autoficción, lo que hago en mis novelas es una parodia de esos géneros que en los últimos años han estado tan en boga —el diario, la autobiografía, el género epistolar, la autoficción—; se trata de utilizar algunos elementos que podrían considerarse autobiográficos, pero en tramas que son un tanto inverosímiles”.

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En su más reciente novela se produce un juego con esos géneros, interesado Villalobos (Guadalajara, 1973) en el efecto humorístico que pueda tener y, en especial, por reflexionar explícitamente, incluso con elementos teóricos, sobre cómo y por qué nos reímos de la realidad que vivimos, en particular en nuestro país. [OBJECT]

“Es un desafío al lector, una advertencia de que lo que sucederá en la novela es inverosímil, pero al fin y al cabo es como el pacto que establece todo escritor con el lector al abrir un libro: está dispuesto a creerse lo que va a encontrar en el libro, aun cuando esa historia no respete las supuestas leyes de la realidad”.

Es una historia contada a cuatro voces, una de ellas lleva el nombre del autor, quien se mete en problemas a causa de un primo, en una historia en la que hay mafiosos, lectores de Los detectives salvajes y de la obra de Alejandra Pizarnik, y hasta la madre melodramática del protagonista.


Límites del realismo

“Lo que pretendía era trabajar el suspenso, escribir una novela que se leyera con las mismas reglas de la novela policiaca, donde hay este juego de secretos y ocultamientos: se arma el rompecabezas a través de diferentes voces para tratar de entender qué es lo que pasa. La intención de armar la novela con cuatro voces es para atrapar la atención del lector”, explica Villalobos.

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El asunto es que la realidad mexicana supera de forma permanente a la más absurda de las ficciones, por lo cual los escritores se ven desafiados a replantear la forma de llevar las historias literarias en el país.

“En realidad, lo que me interesa es explorar los códigos del realismo y sus límites, y ver hasta dónde el lector es capaz de aceptar la verosimilitud en una novela, por eso busco llevar el humor al extremo, sin respetar nada”.

El autor de Fiesta en la madriguera y Te vendo un perro cuenta que cuando lee noticias de México suele imaginarse una novela a partir de esa trama, pero se encuentra con el tema de los medicamentos falsos en Veracruz, “por pensar en una noticia reciente muy absurda. Si yo me imagino una novela con esa trama me daría rubor y vergüenza, porque ningún lector me la creería”.

“Parece tan atroz, tan brutal el que los niveles de corrupción lleguen a eso, que no me atrevería a escribir una ficción sobre esa trama. Me parecería una exageración tan grande, que incluso no cabría ni en mis experimentos con el realismo”.

La novela lleva en su mismo título uno de sus objetivos literarios, porque la trama de la historia se enreda a tal grado que resulta más difícil de entenderla o aceptarla como verosímil, pero sí creo que es una manera de que la literatura “asuma un papel relevante no solo para participar en la vida cultural del país, sino en la política y en la social”, según Villalobos.



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