Divina Lola, de Cristina Morató, cuenta una historia increíble y sin embargo verdadera: la historia de Lola Montes (o Montez): “La falsa española que quiso ser reina”, advierte el subtítulo de esta novela publicada por Plaza & Janés en la que, fuera de algunos diálogos, todo es real, todo está documentado y conduce a un personaje complejo y fascinante que sedujo al rey Luis I de Baviera y lo hizo cometer tantas locuras para complacerla que lo llevó a perder la corona.
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Lola nació el 17 de febrero de 1821 en Irlanda. Muy pequeña viajó con su familia a la India, donde su padre murió y su madre se volvió a casar. Ella era feliz en Calcuta, pero su padrastro decidió enviarla a Escocia para que se educara; después fue ingresada a un internado en Durhan, Inglaterra.
Lola Montes, que en realidad se llamaba Elizabeth Rosanna Gilbert, se distinguió por su belleza, pero también por su carácter obstinado y rebelde. Cuando tenía 16 años, su madre llegó a Durhan para exigirle que se casara con un hombre, viudo y adinerado, 50 años mayor que ella y al que no conocía. La boda parecía irremediable cuando un teniente llamado Thomas James le propuso huir con él.
Casada con James regresó a la India, de la que salió huyendo poco después. Volvió a Europa. Quería ser actriz, pero no tenía talento. Su maestra de actuación le recomendó que estudiara flamenco; en cuatro meses aprendió a zapatear, a tocar las castañuelas y a pronunciar algunas palabras en español. Se inventó una historia, cambió de nombre y el 3 de junio de 1842, como Lola Montes, debutó triunfalmente en el Teatro de Majestad en Londres.
Lola ocultaba su verdadera identidad, pero fue descubierta y en medio de una encendida polémica abandonó Londres y viajó a Alemania, a Polonia, a Rusia, donde actuó en el Teatro Bolshoi de Moscú. En una escala en Dresde, conoció y se volvió amante de Liszt, quien pronto la abandonó, no sin antes recomendarla con sus amigos de París, donde se presentó en la Ópera e hizo amistad con George Sand y otros personajes de la intelectualidad francesa.
En Múnich conquistó al rey Luis I de Baviera, quien la hizo su amante y la nombró condesa. Otra vez el escándalo la obligó a huir a Londres y luego a Estados Unidos, donde triunfó en el Oeste durante la fiebre de oro. Comenzó a escribir y ofreció conferencias sobre los derechos de las mujeres. Finalmente, viajó a Nueva York, donde murió como indigente el 17 de junio de 1861.
Su vida mitológica ha sido motivo de libros y varias películas, entre ellas Lola Montez. Bailarina del rey, de Willi Wolff y, la más conocida, Lola Montes, de Max Ophülsy.
ÁSS