Las letras proveen ideas: Manuel Fajardo

“Nací en una época en la que había una visión monolítica de lo que era ser español, muy excluyente, porque era una dictadura”, afirma en entrevista.

El autor español charlará hoy con Fritz Glockner a las 13 horas en el Foro Elena Poniatowska de la Brigada para Leer en Libertad en la FIL Zócalo.
Jesús Alejo Santiago
México /

Hay un par de temáticas que han acompañado al escritor español José Manuel Fajardo a lo largo de su vida literaria: la conquista de América o el encuentro de dos mundos, y la tragedia de los judíos españoles. Por lo menos eso es lo que aparece de manera más clara, pero al final, todo se concentra en la reflexión sobre el otro y las diferentes formas que adquiere en lo cotidiano.

“El papel de la literatura es preguntarse quiénes somos, qué queremos, con qué soñamos, qué nos asusta, qué quisiéramos haber sido. Es proveer de ideas y de emociones a los lectores, compartirlos con ellos: la literatura no resuelve nada, pero da las herramientas con las cuales nosotros, como seres humanos, sí podemos resolver”, aseguró en entrevista con MILENIO el escritor, quien forma parte de los invitados de la Brigada para Leer en Libertad y de la Feria Internacional del Libro en el Zócalo.

Luego de sostener una conversación en el Foro Elena Poniatowska, Fajardo (Granada, 1957) reconoció que si bien la literatura no resuelve los problemas de la sociedad, sí cuando menos contribuye a dar las herramientas para buscar soluciones.

“El que escriba una novela sobre migrantes en París no va a solucionar el problema de la migración. Pero creo que el reflexionar sobre las razones, las tensiones que lo acompañen, sí puede despertar en quien lea el libro pensamientos que hagan que esa persona pueda cambiar el mundo”, aseguró.

Desde esa trinchera ha escrito novelas como El converso, Cartas del fin del mundo o Mi nombre es Jamaica, todas ellas distribuidas en México por Editorial De Vecchi, dentro del sello Edhasa, en las que hay una preocupación por el pasado que apuesta por entender a un presente multicultural.

“No he hecho ningún ensayo sobre el otro, pero creo que esa idea está presente en todo lo que he escrito. Vengo de una época, nací bajo la dictadura de Franco, muy cerrada, en la que había una visión monolítica de lo que era ser español, muy excluyente, porque era una dictadura y había una gran intolerancia: la intolerancia se caracteriza, básicamente, por la desconfianza, cuando no por la agresión contra el otro”, a decir del escritor.

El tema de la migración



En José Manuel Fajardo hay una mirada que siempre apuesta a ser crítica, no solo de lo que sucede en el mundo, sino en especial en España, por lo cual prefirió construir una especie de lejanía —vive en Lisboa desde hace ya varios años— “para no volverse loco”, destacó.



Esa visión se refleja en obras como

Cartas del fin del mundo

, en la cual habla de los españoles que llegaron a este territorio con Cristóbal Colón, sobre todo con el encuentro de esos hombres con los indígenas americanos, “quienes eran el otro: establecieron una relación de fascinación, al mismo tiempo de abuso, convencidos los españoles de ser superiores”, mientras en su novela más reciente,

Mi nombre es Jamaica,

da un paso más en la reflexión directamente sobre la idea del otro, porque está contada por una mujer, aunque es un hombre quien escribe.



“Y no hay otro más otro para un hombre que una mujer, y no hay otro más otro para una mujer que un hombre: somos iguales, pero somos diferentes”, desde la perspectiva de José Manuel Fajardo.



En ese recorrido, otro de los temas que suele abordar el escritor español es el de la migración, un fenómeno inherente a la humanidad. “Nos hemos pasado la vida migrando por razones económicas, por el sentido de la curiosidad, huyendo de las catástrofes, con el afán de descubrimiento o de conquista, pero nos hemos ido moviendo a lo largo de la historia”.



Reflexiona sobre el hecho de que “la pobreza y la dificultad están moviendo a gran parte de la humanidad en busca de una vida mejor, porque donde viven no pueden hacerlo: es ese otro que toca la puerta y que nos está pidiendo solidaridad y comprensión, y al que muchas veces se le responde con miedo y con violencia”.



Para Fajardo, siempre es triste que, después de tantos siglos, nos sigamos tropezando en la misma piedra de la integración.



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