Hace unos cinco años, la periodista argentina Leila Guerriero empezó un ejercicio de escritura en el diario El País sobre temas muy diversos, algunos de ellos coyunturales, y una buena cantidad de los textos culmina con alguna referencia literaria que termina por concretar la idea plasmada en el artículo.
Así fue que el editor de Libros del Asteroide, Luis Solano, le propuso armar un libro con las columnas más literarias que se pudieran recopilar, lo que ya se concretó con la publicación de Teoría de la gravedad, en donde se pierde la línea entre el periodismo y la literatura, aunque en “Leila no se puede diferenciar un oficio del otro”, anota Pedro Mairal en el prólogo.
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Leila Guerriero (Junín, Argentina, 1967) habla con MILENIO de los temas que la convocaron alrededor de Teoría de la gravedad, para algunos el más personal de sus libros.
Hay quienes han señalado que Teoría de la gravedad es tu libro más personal.
Es un libro sólo de columnas muy cortas, en el que también hay una presencia muy fuerte de una experiencia más personal a partir de la cual se cuenta algo más universal, relacionado con la naturaleza humana; no creo que alguien que lea el libro realmente pueda decir que me conoce. No es que esté mintiendo en el libro, pero si alguien hace una lectura simplemente autobiográfica, se estará engañando.
Siempre escribí sobre temas que me interesan; como todo periodista, hago cosas con las que no conecto tanto, pero este es un abordaje desde otro punto. Aborda la experiencia humana, el hecho de estar vivo y de existir, a partir de una experiencia personal, que viaja en todas las direcciones posibles”.
Lo siento como el reflejo de la lectora que eres…
En algún momento pensé que la columna era una excusa para contrabandear libros, poemas, cuentos de otros… Contrabandear en el sentido de dejar en la columna una especie de carnada para que el lector después fuera a buscar esos libros, esos poetas, esos autores.
Me gustaba mucho la idea del contrabando: poner un par de versos de Idea Vilariño o a Simic, por ejemplo, y me pasaba después que la gente me decía que no los había leído y se acercó a ellos tras leer versos en mi columna. Hay mucho de la lectora que soy.
Las columnas parecieran surgir de un verso en particular…
De hecho, me debe haber pasado que escribí una columna para contrabandear unos versos determinados. Lo que me pasa con la poesía y, sucede a los lectores, a quienes no somos poetas, es que muchas veces nos encontramos con una poesía muy cerrada, críptica, oscura y, en algún momento de la vida, ese verso se abre y revela algo: encuentro una cosa que me resulta avasallante, inspiradora.
Me pasa también con poetas que me gustan mucho, como Anne Carson, por ejemplo, de quien leo poemas que me encantan y hay otros que me dejan impávida. Entonces, de pronto regreso a esos que me dejan más impávida y vuelvo a sentir este impacto fuerte. Me gusta mucho ese deslumbramiento un poco irracional que me pasa con la poesía: me encanta a un nivel muy alto, sin entender por qué. No es una cosa narrativa, no se entiende de manera literal y dependiendo de un poeta, eso cambia mucho y tampoco es siempre el mismo poeta.
Pedro Mairal se pregunta si es periodismo o es literatura lo que escribes en 'Teoría de la gravedad'…
Por lo general, el periodismo se entiende como una cosa que no está bien escrita, porque se hace rápido, mientras la literatura tiene más de reposo. Creo que es una idea medio falsa, el periodismo bien hecho es literatura, de no ficción, pero literatura al fin.
En estos tiempos de contingencia, ¿qué tanto te has concentrado para la escritura?
Cuando se impone una cosa así, tan fuerte, muy trágica, es muy raro salir hablando de otra cosa. Se vuelve invasivo y por mucho que uno quisiera hablar o escribir de otra cosa, es difícil no hacerlo: todo el mundo tiene algo para decir. Con el paso del tiempo empecé a escribir de otros temas: no volverme más banal, aunque sí un poco voltear la mirada hacia cosas que siguen pasando en el mundo. No se ha acabado la corrupción, ni la violencia contra las mujeres ni la pedofilia o la violencia; sin embargo, todo está como suspendido.
Como periodista, ¿de qué manera has enfrentado a las noticias falsas en esta pandemia?
En todos los países ha habido audios alarmantes y falsos de médicos de terapias intensivas, de gente que decía que les quitaban los respiradores a los migrantes, etcétera… El periodismo tiene que hacer pensar y cuestionar. El periodismo manso, condescendiente, sumiso no vale la pena; tampoco significa que todos tenemos que ser unos contestatarios, pero sí por lo menos no coincidir con todo lo que dicen los poderes, venga de donde venga.
La pandemia deja en evidencia el daño que puede hacer una comunicación falsa o un invento. Hay gente que está convencida de que echándose cloro se va a salvar y ya refleja muchos de los disparates en los que vivimos.
Frases...
- “El periodismo bien hecho es literatura, de no ficción, pero literatura al fin”.
- “La pandemia deja en evidencia el daño que puede hacer una comunicación falsa o un invento”.
amt