Libro: John Gray y su “Filosofía felina”

Duermen plácidamente, son amorales, salvajes, individualistas, carismáticos, hermosos, inteligentes, los gatos tienen un lugar en el pensamiento de grandes filósofos...

Gatos, john gray, filosofía felina. Foto: Especial
Israel Morales
Monterre y /

La relación de los gatos con la filosofía y la vida es una fuente de conocimientos que ya no están dispersos. John Gray los pone a disposición de los lectores en “Filosofía felina. Los gatos y el sentido de la vida” (editorial Sexto Piso), puesto que hay mucho por aprender de los gatos. Y desde las primeras páginas se pueden extraer algunas máximas que van a funcionar para acudir a grandes pensadores: “Los gatos no necesitan filosofía. Siguen su naturaleza, se contentan con lo que la vida les da” (pág. 10); “La fuente de la filosofía es la ansiedad, algo que no afecta a los gatos a menos que estén amenazados o se encuentren en un lugar extraño para ellos” (pág. 11). Por la felicidad que denotan, por eso nos gustan los gatos. Esa es la diferencia, el humano siempre está en esa “denodada búsqueda” de la felicidad y los gatos ya lo son, en la interpretación de Gray. Y la muerte es el otro concepto que no entra en la filosofía felina: “Como ellos no piensan en la muerte (aunque sí parecen saber bastante bien cuándo les llega la hora de morir), los gatos no necesitan ninguna de esas fantasías. Si pudieran entenderla, la filosofía no tendría nada que enseñarles” (pág. 13).

Los filósofos, unos pocos, como lo señala Gray, han reconocido que se puede aprender algo de los gatos: “Schopenhauer se valió de sus mascotas para corroborar su teoría de que la mismidad es una ilusión”; Montaigne comprendió mejor a los gatos: “Cuando juego con mi gata, quién sabe si es ella la que pasa el tiempo conmigo más que yo con ella” (pág. 17).

El autor cita la historia del viaje de Mèo, gato que adoptó el periodista de la CBS, Jack Laurence, cuando acudió a cubrir la guerra de Vietnam, en un relato de gran amor a los felinos. Y sobre todo el periplo de Mèo por algunas partes de los Estados Unidos.

Un poco de historia felina viene bien: los domesticados de hoy, Felis silvestris libica, comenzaron a cohabitar con los humanos hace aproximadamente doce mil años en zonas de Oriente Próximo, que hoy forman parte de Turquía, Irak e Israel, y son vástagos del Felis silvestris. Si la domesticación fue de gran beneficio para el humano, indica Gray, ellos pusieron las condiciones, pues no han dejado de ser salvajes viviendo en la propia casa del individuo.

Le maúllan a la reflexión

Pero hay más filosofía de maullidos: la felicidad que no les cuesta a los gatos, a los humanos sí. Y Gray acude a distintas visiones, desde Epicuro, Marco Aurelio, Tácito, Séneca o Pascal. Los gatos viven al azar, como los humanos, y en esa posibilidad, en esta obra se acude a Samuel Johnson, quien tenía un compañero felino: Hodge. Y su idea radicaba en burlarse de la profunda reflexión de la felicidad como el resultado del buen camino de la vida. A mencionar que John Gray, quien nació en Inglaterra y es considerado uno de los pensadores más importantes de nuestro tiempo, parte de los conceptos sobre los felinos para desarrollar las reflexiones filosóficas que acunan los grandes debates de estos días.

Y los gatos son amorales, y en esos encuentros que abundan en la moral está Spinoza, Thomas Hobbes, Konstantin Leontiev o Auguste Comte. Y en este ensayo no podía faltar el gran tema: “Amor humano vs. amor felino”, e inicia este capítulo con la alusión a la novela “La gata”, de Sidonie-Gabrielle Colette, publicada en 1933, cuya romántica heroína es una felina. Patricia Highsmith es citada por Gray, al ser una autora que incluía en sus cuentos animales maltratados que se vengaban de los seres humanos, y que Tom Ripley está basado en sus gatos, los que tomó de modelos para ese célebre personaje. Y la literatura de Jun’ichirō Tanizaki también dio lugar en su novela “La gata, Shozo y sus dos mujeres” a un personaje central felino: la elegante gata carey, llamada Lily. Por supuesto la no ficción también ha dado frutos, y un relato a considerar es “Lost Cat”, de Mary Gaitskill, que habla de la vida y muerte de un gato real.

Otro pensador que se aborda en esta obra es Nikolái Berdiáev y su famoso gato Muri. Ya en el tema de la muerte y el alma felina cierra con “Los gatos y el sentido de la vida”, en donde se destaca que los mininos que han sufrido vivieron con intrépida alegría: “¿Pueden vivir así los humanos?”.

John Gray. “Filosofía felina. Los gatos y el sentido de la vida”. Traducción de Albino Santos Mosquera. Editorial Sexto Piso. 2021. 184 páginas.

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