Almudena Grandes: Norma de la ficción es la verosimilitud

“La incorporación de las mujeres en la literatura ha sido rotunda en los últimos tiempos”, afirma la autora de “La madre de Frankenstein”.

En años recientes el canon literario ha cambiado, dice la escritora. (Iván Gim)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

En 2002, Almudena Grandes publicó la novela Los aires difíciles, una historia que tiene dos protagonistas: un hombre y una mujer, Sara Gómez y Juan Olmedo: ambos ocupan el mismo porcentaje del volumen: “Cuando escribo una novela, todos los capítulos miden lo mismo, tienen las mismas páginas”, dice la autora.

“Es una novela con dos ejes, pero cuando la publiqué, la gente me preguntaba siempre por el protagonista. Aun cuando les dijera que hay dos protagonistas, todos aseguraban que solo era el hombre”. Esta anécdota le permite reflexionar sobre los cambios en el acercamiento a su obra más reciente, La madre de Frankenstein (Tusquets, 2020), un título que sigue con la serie Episodios de una guerra interminable, y que permite aproximarse a la España de la primera mitad del siglo XX desde el margen.

“Hace 10 o 15 años, en una novela como ésta, María habría sido una secundaria muy secundaria, porque no tiene el mismo espacio de Germán y Aurora, tampoco habría tenido esa consideración. De alguna manera, eso tiene que ver con el canon literario vigente hasta hace poco”.

Los tres personajes son guía de una trama que le permitió contar aquellos años desde un microcosmos, el manicomio en donde está encerrada la protagonista, Aurora, para relacionarla con el macrocosmos de la España de los 50, “que era un manicomio: la novela que cuenta un periodo de España desde el margen del margen.

“La gran literatura universal de todos los tiempos era un territorio masculino. Lo que escribían las mujeres era otra cosa. Y eso sí ha cambiado: la literatura, en general la cultura, es un terreno en el que la incorporación de las mujeres ha sido rotunda en los últimos tiempos, y el hecho de que abunden las actrices, las directoras, las autoras, las escritoras… eso también incide en la forma de leer y de acercarse a los hijos”.

UNA MIRADA HISTÓRICA

Episodios de una guerra interminable ha sido una manera distinta de contar a la España del siglo XX, pero con el apoyo de la ficción literaria. “La norma de la historia es la verdad. La norma de la ficción es la verosimilitud. No es lo mismo un oficio que otro.

“No tengo nada contra los historiadores, al contrario. Estudié historia en la universidad, tengo muchos amigos historiadores: no podría escribir estas novelas si no me apoyara en el trabajo de los historiadores, pero es verdad que un historiador y un novelista son como dos coches que se cruzan en dirección contraria a la misma velocidad: un historiador es una persona que tiene que documentar exhaustivamente una historia verdadera; y un novelista se inventa de cabo a rabo una historia de mentira que tiene que parecer verdad”.

Hasta ahora se han publicado cinco de los seis volúmenes de la serie: Inés y la alegría, El lector de Julio Verne, Las tres bodas de Manolita, Los pacientes del doctor García y, ahora, La madre de Frankenstein. Mariano en el Bidasoa será la última.

Y ADEMÁS

ENTRE LA HISTORIA Y LAS NOVELAS

El territorio de la literatura es la emoción y el de la historia académica es otra cosa, asegura enfática Almudena Grandes: la vinculación que un lector establece con un personaje de ficción “es mucho más fuerte que aquella que puede entablar con un personaje histórico en un libro de historia. Por eso, las novelas atrapan a los lectores y, muchas veces, les obligan a leer historia”.