Diego Fonseca (Argentina, 1970) es un periodista “todo terreno”, un observador nato. Cazador de historias y personajes que plasma en Esto es un ensayo (Dharma Books), un libro que se nutre de temas tan distintos como la jubilación, los Beatles, Gustavo Cerati, el sueño, los héroes, el sudor, el codo y el futbol, entre otros.
En entrevista con MILENIO, el escritor dice que navega entre la ironía, el sarcasmo y que sus textos van dirigidos a todo los lectores.
¿Son ensayos pop?
Sí, es el intento por llevar la conversación propia del ensayo a un lugar más amplio. La idea es que esa mirada más fresca permita establecer conversaciones más profundas y hacer más accesible la conversación pero eso no significa tratar a la gente como tonta. Parto de la base de que tengo un lector ilustrado, que tiene la capacidad de poder mirar de una manera amplia una multiplicidad de temas que están expuestos.
¿Eres un escritor total?
Quiero historias que trasciendan pero de una manera que no esté limitada por la temporalidad. Que tengan la capacidad de tocar la fibra de los lectores, y me gusta trabajar lo mundano pues me permite llegar a un público masivo que solo trabajando la discusión estrictamente abstracta.
¿Los ensayos fueron escritos en distintos periodos de tu vida?
La selección de textos abarca 10 años y es un periodo en el que uno naturalmente pasó por los 40 y los 50 (años). Ya tienes lo suficiente para poder plantarte y mirar la vida con un prisma rico y atractivo. Los textos que son más antiguos naturalmente los revisité con la idea de ver qué es lo que encontraba en ellos de lo que fui y ver cómo mi yo actual intentaba conservar parcialmente aquella mirada, pero con algunos toques de actualización desde el lugar que me ocupo ahora.
¿Te tomas en serio este género?
Me lo tomo en serio, lo que no es la vida. Creo tener bastante sentido del humor. Yo permanentemente navego entre la ironía y el sarcasmo. Me parece que el humor es celebrable siempre para poder quitarle la toga a temas que suelen ser, por así decirlo, extremadamente academicistas.
¿Este libro es aire fresco en tu trabajo como periodista?
Uno es multifacético y somos multidimensionales. No soy solo creador y escritor de un ensayo de 700 páginas o columnista del New York Times que escribe sobre policía o economía. También soy un individuo que se sienta a disfrutar de la música pop, el jazz o el blues. Pasa de la poesía a la novela y al cuento. Yo no podría vivir todo el tiempo en un estado permanente de hiperconcentración porque no estoy cableado de ese modo. En algún momento lo hice, era una persona bastante reconcentrada, imagino que aburrida.
¿Cómo haces para que el lector se identifique con tus textos?
Creo que he tocado fibras más o menos universales que van desde el humor hasta el llanto, del odio al amor, de la duda sistemática a la certeza más o menos estable. Por otro lado, me resulta agradable poder hacer que el texto llegue a la gente de una manera razonable, no estoy escribiendo para académicos. De hecho, mi trabajo como editor en muchas ocasiones ha implicado tomar textos de la academia y ayudar para llevarlos a un público más amplio. Me parece que parte del trabajo del periodista, como también el trabajo del ensayista, es democratizar las conversaciones que, en otras circunstancias, no se dan en ambientes públicos o para grandes mayorías.
¿Cuál fue el más complicado de escribir?
Podría decirte que “Baila con la boca”, que me encargaron hace una década y me costó 20 minutos hacerlo, sintetiza los tres primeros años de paternidad, una reflexión que me llevó mucho tiempo. El ensayo lleva un tiempo de masticación que no tiene que ver con el tiempo de producción o escritura, me puede haber tomado dos días de escribir pero 30 o 50 años, quién sabe, de conversación íntima con el tema.
¿Tu libro empieza con la vida y acaba con la muerte?
En realidad lo que ensaya es la vida y en este largo ensayo que es la vida, acaba con una representación permanente de nuestro propio día a día hasta que el telón baja definitivamente y sin posibilidad de un segundo acto. No hay posibilidad de segunda vida, aun cuando tengas múltiples ensayos en el camino.
El autor
Diego Fonseca es autor y editor. Ha estado detrás de varios libros de periodismo narrativo, entre ellos Amado Líder (HarperCollins), Perdimos (Planeta), Crecer a golpes (Penguin USA/CAPress), Voyeur (Carena), Sam no es mi tío (Alfaguara), Hamsters (Libros del KO), Hacer la América (Tusquets) y Tiembla (Almadía).
Su trabajo en ficción incluye, entre otros, la novela La vigilia y los libros de relatos y cuentos El azar y los héroes, El último comunista de Miami y South Beach.
Es maestro de periodismo de la Fundación Gabo y fue guest essayist en The New York Times. Publica en diversos medios, como Letras Libres, Este País y Gatopardo
caov