Con solo dos discos LP en su breve pero intensa historia, Unknown Pleasures (Factory Records, 1979) y Closer (Factory Records, 1980), Joy Division es una banda de culto que, generación tras generación, adquiere nuevos y apasionados adeptos.
Testigo del surgimiento de la banda, su desarrollo y su desaparición luego del suicidio del cantante Ian Curtis —quien sufría de ataques de epilepsia—, Jon Savage publicó Una luz abrasadora, el sol y todo lo demás (Sexto Piso, 2021). El periodista musical traza la historia de Joy Division a través de los testimonios de los sobrevivientes del grupo (que pronto se reinventaría con gran éxito como New Order), sus esposas y amigos, además de productores, diseñadores, periodistas, fotógrafos y otras personas involucradas con la banda.
“Siempre había querido escribir un libro sobre Joy Division”, dice Savage, quien realizó varias de las entrevistas para el documental sobre el grupo dirigido por Grant Gee en 2007, y se decidió por armar el libro en forma de historia oral.
En entrevista, el periodista asegura que “el gran legado del grupo está solo en su música, por eso la gente está interesada en Joy Division, aunque está el elemento romántico del joven suicida —Curtis se ahorcó a los 23 años—, pero yo prefiero descartar eso, aunque me doy cuenta de que la gente lo encuentra muy interesante. Yo no porque, en gran parte, vi muchas veces en vivo a Joy Division. Los vi mucho antes del suicidio y retrospectivamente los veo en términos de cómo eran en ese tiempo, cuando nadie sabía que esto iba a ocurrir. Eran increíblemente emocionantes. Era uno de los mejores grupos que había escuchado, tal vez el mejor”.
Divertido, sarcástico, estimulante y doloroso, el libro retrata la historia compleja de un grupo que se aferró a su propuesta y manejó su independencia a toda costa para crear una música que se alejaba de lo que entonces estaba en boga. Tony Wilson, cofundador de Factory Records, el sello que editó sus discos, declara en el libro que la permanencia de Joy Division se debe al poder de sus canciones.
Para Wilson “todo gira en torno a esas grandes canciones. Sí, es una historia fabulosa: la de la reconstrucción de una ciudad (Mánchester) que comienza con ellos, la de un suicidio trágico; una historia moral y una cultural, académica, intelectual y estética, pero en el fondo, por lo único por lo que estamos aquí es porque compusieron grandes canciones, y las grandes canciones no mueren nunca”.
Jon Savage refiere que el catálogo de Joy Division “es muy pequeño, como 45 canciones, y la mayoría son grandiosas. Diría que 80 por ciento son buenas, lo que es un porcentaje mayor que la mayoría de los grupos. Las letras, la música y la producción son muy interesantes. Además, Joy Division tenía una relación peculiar con el tiempo. Era un grupo relacionado con el tiempo: algunas veces estaba en el pasado, como en la canción ‘Death Souls’, o estaba en el futuro, o bien, como cuando los veías en vivo, estaban en el presente. Eran tan intensos en vivo que te capturaban en ese momento presente”.
Para el periodista resulta increíble que actualmente muchos jóvenes se identifican plenamente con Joy Division. “Si me hubieras dicho hace 40 años que esto ocurriría estaría sorprendido, pero no conmocionado, porque yo pensaba que eran muy buenos, uno de los mejores grupos que había visto. De cualquier forma, la música es muy buena para trascender el tiempo, creo que esa es una de sus funciones”.
¿Cómo recuerdas los primeros y los últimos conciertos del grupo?
La primera vez que vi a Joy Division fue cuando se llamaban Warsaw, en octubre de 1977, en el club Electric Circus de Mánchester. Tocaron tres canciones y no eran muy buenos, pero había algo ahí. Era 1977, así que era la época del punk, y yo era un joven periodista musical al que le interesaban los grupos cuya ambición sobrepasaba sus habilidades. Pude escuchar ese sonido en particular esa noche; no puedo describirlo, pero ya estaba ahí. Me di cuenta de que Warsaw tenía algo interesante y así lo escribí en mi artículo para Sounds.
Su representante, Rob Gretton, se puso en contacto conmigo a mediados de 1978, cuando habían grabado su primer álbum, que todavía no había sido lanzado. Fui a verlos a Mánchester y recuerdo un concierto en junio en el Free Trade Hall. Fue la primera vez que los vi en un escenario grande —antes solo los había visto en clubes— y ya eran sensacionales, fantásticos; eran de los pocos grupos de esos años que, viniendo del punk y el postpunk, podían llenar ese gran espacio, sabían cómo hacerlo con su música y con la intensidad de Curtis en su actuación. Los vi varias veces ese año y eran sensacionales.
Al año siguiente, una semana antes de que Ian muriera, los vi en el club Factory, que es muy pequeño, con un techo muy bajo. Me tuve que ir antes de que terminara el concierto porque era demasiado intenso: había algo en la atmósfera, algo que me hizo sentir que tenía que irme. No sabía qué era, simplemente no podía soportarlo y me salí, lo que raramente hago.
¿Sus dos discos reflejan el sonido del grupo en vivo?
Para nada, y eso es algo muy interesante. Desde mediados de los 90, cuando produje la caja de cuatro discos Heart and Soul (London, 1997), he estado trabajando bastante con su representante e insistí en que tuviéramos un disco de conciertos, porque Joy Division era increíblemente diferente en vivo a como era en disco. Y eso está bien: en vivo eran pesados y podían ser bastante descuidados, casi como Iggy Pop con The Stooges. Los conciertos eran muy diferentes y puedes encontrar muchos de ellos en internet, pero espero que se editen oficialmente varias de sus presentaciones. Hay mucho material porque Getton alentaba mucho a la gente a que grabara sus conciertos en casete.
¿Cuál dirías que es tu mejor recuerdo de Joy Division?
Haberlos visto en vivo. Probablemente, haberlos visto en un gran festival pop que fue un fracaso, pero nada más salió Joy Division y fue extraordinario. Supongo que me gustó el hecho de que ya casi no había nadie ahí, y estabas viendo a un grupo fantástico que estaba dejando el alma frente a un centenar de personas.
Perfil.Jon Savage
bgpa