La historia de Joy Division requería una oda coral. Y Jon Savage la guía con toda la carga de emociones en “Una luz abrasadora, el sol y todo lo demás. Joy Division. La historia oral” (Sexto Piso).
Desde los protagonistas, Ian Curtis, Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris, hasta voces importantes que estuvieron cerca de la banda inglesa, como familiares, músicos, amigos, colegas, testigos, periodistas o productores, conforman este apasionante y extenso volumen sobre una de las grandes leyendas del rock.
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Narrativa sustentada gran parte en Ian Curtis, quien se suicidó el 18 de mayo de 1980, lo que puso fin a Joy Division, que estaba a un par de días de iniciar su gira por Estados Unidos.
Pero enseguida se reproducen algunos fragmentos para adentrarnos en esta obra de Savage, que compila entrevistas realizadas a lo largo de tres décadas.
Todo nace en Manchester a mediados de los años 70, así recuerda la periodista de “No City Fun”, Liz Naylor: “En aquel momento, la ciudad estaba invadida por los desposeídos, y yo me sentía extremadamente desposeída y desprovista de todo poder de auto afirmación. Y es donde más me he sentido como si viviera en mi propia casa. Sentía a Joy Division como algo muy cercano a mí. Fue mi primera banda. Creo que fueron una banda que atraía la atención de los marginados, ya sabes, y de las chicas también.
Puede que no me sintiera como una chica, pero era una chica y era muy vulnerable, y ellos conectaron conmigo de verdad. Lo que me pasa con Joy Division es que los percibo como una banda prácticamente ambiental: no los percibo funcionando como banda, sino sencillamente como el ruido ambiental del lugar en el que estoy” (pág. 25).
Cómo entraron en contacto con Ian Curtis, así lo narra Bernard Sumner, fundador de Joy Division luego de poner el anuncio de se solicita vocalista en Virgin Records, en Manchester, como solían hacerlo los grupos en la época punk: “Pusimos un anuncio allí, y recibimos llamadas de toda clase de pirados. Auténticos dementes. Entonces llamó Ian y le dije: ‘¿No serás aquel que conocí en aquel concierto, el concierto de The Clash? ¿El que iba con el otro Ian?’,‘Ese soy yo’, me dijo.
Así que le dije: ‘Bueno, de acuerdo, entonces puedes ser el cantante’. Ni siquiera le hicimos una prueba. Le preguntamos qué tipo de música le gustaba, y era el mismo tipo de música que nos gustaba a nosotros, así que le dimos el trabajo. Ian y Debbie vivían con la madre de Ian por entonces, cerca de Ayres Road en Moss Side, y Hooky y yo fuimos a verle en persona y entonces le dimos el trabajo” (pág. 76).
Peter Hook relata sobre la educación musical de quien recién entraba a la banda: “Ian sabía mucho más que nosotros de cosas como Can, Kraftwerk o The Velvet Underground. Yo era un gran fan de John Cale, porque un chico con el que trabajaba en la cantina en el Manchester Ship Canal Company era un fan absoluto de John Cale y me regaló todos sus vinilos. Fue Ian quien nos descubrió a Iggy Pop y cosas así, porque Bernard y yo lo que escuchábamos era reggae-pop, Led Zeppelin y Deep Purple. Ian no era insistente, no se ponía pesado con nosotros, y pasar tiempo con él era bueno, porque completaba nuestra educación” (pág. 78).
Entra Bernard Sumner y comenta sobre la dirección que selló este mítico vocalista: “Él marcó una dirección. A Ian le atraían los extremos de la vida. Quería hacer música extrema, y quería ser absolutamente extremista en el escenario, sin medias tintas. Si estábamos componiendo una canción, decía: ‘¡Vamos a hacerla más loca! ¡Es demasiado típica, vamos a hacerla más loca!’” (pág. 78).
La primera impresión del periodista Bob Dickinson del “New Manchester Review”: “Yo no sabía qué pensar de ellos cuando salieron al escenario porque llevaban ropa de motero. Creo que dos de ellos llevaban pantalones de cuero y me imaginé que harían algún tipo de heavy metal, precisamente por el cuero, pero tenían el pelo corto, así que al principio estaba confundido. Y entonces se lanzaron sobre esta música cruda e intransigente que no se parecía a nada que hubiéramos visto aquella noche” (pág. 106).
Bernard Sumner de nuevo y rememora aquel extraordinario segundo disco:“El material para ‘Unknown Pleasures’ era como nuestra tercera versión mejorada. Nos llevó seis meses componer ‘Unknown Pleasures’, y era el segundo o tercer listado de canciones al que habíamos llegado. Con el primero simplemente nos divertíamos, aprendíamos a poner los dedos en la guitarra y qué tipo de guitarras o amplificadores usar. ‘Unknown Pleasures’ fue nuestra primera incursión en el mundo real. Era nuestro primer esfuerzo verdadero; todo lo demás eran prácticas” (pág. 189).
Jon Savage. “Una luz abrasadora, el sol y todo lo demás. Joy Division. La historia oral”. Sexto Piso. Traducción de Javier Blánquez. 378 páginas.