La atmósfera de las regiones polares de Júpiter es mucho más turbulenta de lo que se pensaba, con tornados de hasta mil 400 kilómetros de diámetro, según estudios presentados hoy en la revista "Science" a partir de imágenes tomadas por la sonda "Juno" en sus primeros sobrevuelos.
La sonda lanzada por la NASA llegó el año pasado a las inmediaciones del gigante gaseoso y puede acercarse hasta a 3 mil 400 kilómetros de sus nubes, lo que le permite captar imágenes antes inalcanzables de su densa atmósfera.
"Juno" captó un caótico modelo de tornados en los polos de Júpiter, aspecto en el que se diferencia claramente de su vecino Saturno, otro gigante gaseoso.
La sonda también envió indicios inesperados de grandes cantidades de amoniaco procedentes de las profundidades de la atmósfera, según describe el equipo de Scott Bolton del Southwest Research Institute, en San Antonio (Texas, Estados Unidos).
También se descubrió que el campo magnético cercano al planeta es mucho más fuerte de lo que se esperaba, de 7,77 gauss, unas diez veces superior al de la Tierra, según las mediciones de "Juno".
Dentro de la zona de influencia del campo magnético de Júpiter, la magnetosfera, la sonda de la NASA detectó una lluvia de electrones cósmicos, supuestamente la causa de las enormes auroras polares detectadas por "Juno" en los espectros ultravioleta e infrarrojo.
Las investigaciones sobre la magnetosfera de Júpiter mostraron que el gigante gaseoso interacciona con su entorno espacial de manera muy diferente a como lo hace la Tierra, apunta el equipo de John Connerney, del Space Research Corporation y del Goddard Space Flight Center de la NASA.