Mario Benedetti: poemas con música

Edición Fin de Semana

El escritor uruguayo nació hace cien años, el 14 de septiembre de 1920. Autor de cuentos, novelas, ensayos, teatro y poesía, fue también un destacado letrista que colaboró con músicos como Serrat, Aute y Viglietti.

Mario Benedetti: poemas con música (Especial).
Alejandro Acevedo
Ciudad de México /

Fue en 1970, al ser musicalizado el poema “Cielo del 69” por Héctor Numa Moraes, cuando Mario Benedetti empezó a forjarse una exitosa carrera como letrista; desde entonces, más de 200 de sus poemas han sido musicalizados. 

El argentino Alberto Favero fue el primer gran músico que hizo mancuerna con el autor de “Te quiero”, un himno al amor musicalizado en 1975 que conmovió a una juventud latinoamericana obsesionada con palabras como justicia, rebeldía y libertad. La juventud mexicana tuvo la oportunidad de corear esta pieza extraordinaria durante las presentaciones de Favero y Nacha Guevara en el Auditorio Justo Sierra de Ciudad Universitaria, El Colegio de México y el Teatro Hidalgo. Veinte años duró la sociedad Favero-Benedetti en la que ambos (músico y letrista) compusieron alrededor de 30 canciones.

“Letras de emergencia” llamó Favero a los poemas de Benedetti, porque “son como un diario que tiene valor inmediato y que al día siguiente su vigencia no es la misma”. El pianista argentino de formación clásica y jazzística concluye: “el punto de partida de Benedetti siempre fue el corazón, el afecto y la decencia”.

Joan Manuel Serrat, quien musicalizó poemas de Antonio Machado y Miguel Hernández, creó diez canciones con Benedetti, incluidas en el álbum El sur también existe (1985). Con Serrat, Benedetti escribió algunas letras que, desde su origen, fueron concebidas como canciones e incluso algunas fueron firmadas por ambos.

A dos voces

Daniel Viglietti y Mario Benedetti coincidieron en la capital mexicana a principios de los años noventa. Los dos eran exiliados y uruguayos. “Empezamos a hablar de nuestras vidas y descubrimos que 12 poemas míos tenían mucho que ver con 12 canciones suyas. Había grandes zonas comunes. Yo le dije a Daniel que teníamos que hacer algo con esa casualidad”, recordaba Benedetti. El resultado de su alianza fue Esdrújulo y A dos voces. Así describe Viglietti estas obras: “Yo canto mis canciones y Mario recita sus poemas. Los versos y las canciones se entrelazan pero cada uno tiene su turno”.

También hubo canciones compuestas por ambos; es el caso “Cielito de los muchachos”. Y no sólo eso, Benedetti escribió el libro Daniel Viglietti, desalambrando. Sobre el porqué de este título, Benedetti dijo: “la figura de Daniel Viglietti se mantiene tan o más viva que nunca. Su obra incluye un canto al paisaje y a los seres de nuestras geografías, acercándose también a lo humano en el amor, la rebeldía y la carencia (…). Daniel continúa trabajando para que la canción sea una herramienta de unión en la que confluyan la emoción, la conciencia, la memoria y la esperanza”.

España, Cuba… Los exilios llevaron a Benedetti hacia lugares lejanos que significaron adquisición territorial, oportunidades de trabajo y sorpresas. En sus andanzas por La Habana vio a Pablo Milanés musicalizar su poema “Hombre preso que mira a su hijo”.

A pesar de que los poemas de Benedetti han sido interpretados por Eugenia León, Alfredo Zitarrosa, Luis Eduardo Aute, Soledad Bravo e incontables miembros de la Nueva Canción Latinoamericana, en Uruguay se le ha visto con reservas.

El crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal, acostumbrado a dialogar con Borges, veía a su compatriota como a muchos personajes creados por el autor de Pedro y el capitán: “un montevideano de clase media lúcidamente consciente de su mediocridad (…), quejoso del país y de los otros”.

Fuera de su país, a Benedetti se le trata mejor. José Saramago reseñó el disco La vida; ese paréntesis de Tania Libertad, de manera elogiosa: “Ahora Tania canta a Benedetti, ese gran poeta a quien tan bien le sentaría el nombre de Mario Libertad...”.

Más apreciado por músicos que por escritores, Benedetti se dispuso a rimar versos cuando lo suyo era más el verso libre, también acortó o alargó la métrica de algunos de sus poemas según los requerimientos del músico en turno. “Era una delicia trabajar con él”, opinan los compositores. Quienes lo conocieron cuentan que uno de sus entretenimientos favoritos era contar las sílabas del habla del hombre común a fin de “coloquializar” el sonido de sus poemas.

¿Fue Mario Benedetti un eficaz letrista o un poeta trascendente? La pregunta es irrelevante si el personaje en cuestión fue un escritor que realizó álbumes con Favero, Serrat y Viglietti. Y es irrelevante, sobre todo, si recordamos que durante varias décadas los poemas de Mario Benedetti fueron cantados por millones de complacidos admiradores.

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