La historia de Hernán Cortés, Cuauhtémoc y la Malinche en el teatro

México: 500 años

El siglo XX vio cómo Cuauhtémoc, doña Marina, Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortés… cobraron vida en escena.

Hernán Cortés llega a América (Milenio/Shutterstock).
Ciudad de México /

Los protagonistas de la historia de la Conquista de México y la caída de Tenochtitlan aparecen en obras teatrales de autores consagrados en la escena nacional. Historias que se complementan con las apariciones de la virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac -porque sin Iglesia católica es difícil hablar del mestizaje nacional-. Dramaturgos como Rodolfo Usigli, Salvador Novo, Celestino Gorostiza, Sergio Magaña, Vicente Leñero o la sacrílega Cúcara y Mácara de Óscar Liera -en 1981 sus actores en representación fueron golpeados en pleno escenario del teatro Juan Ruiz de Alarcón por feligreses ofendidos-. 

Obras donde Cuauhtémoc, Motecuhzoma, Hernán Cortés, Doña Marina o Malinche, Juan Diego, fray Juan de Zumárraga, los dioses prehispánicos y pueblo en general hacen un mosaico donde con diálogos los escritores reviven la tragedia o la farsa como géneros para contar los sucesos que, quiérase o no, fundaron México. Imposible no decir que es la visión de los vencidos, porque la de los conquistadores pertenece a otro país hoy llamado España.

Dejando atrás obras religiosas que se prodigaron desde la Conquista hasta el siglo XIX, fue en los inicios del XX que aparecieron escritores que con enjundia refrescaron a la escena propiamente mexicana con piezas teatrales donde Cuauhtémoc puede decir con Usigli: “¿No sabe, pues, que estamos sometidos y que nos dieron ya todo el trabajo, toda la muerte a nuestros pueblos indios, que somos una raza de cadáveres que nunca aceptarán la sepultura?” O con Cortés: “No habrá superstición que me ciegue o deslumbre, la muerte de Cuauhtémoc es mi cumbre”. La caída del “Águila que cae” es una leyenda que se repite en voz de los hoy mestizos. Como bien señala el coro de Usigli: “En vano nací, en vano vine a brotar en la tierra: soy un desdichado, aunque nací y broté en la tierra. Digo: ¿qué harán los hijos que han de sobrevivir?”.

Samuel Ramos filosofa la identidad del mexicano y la incapacidad de nuestra cultura para objetivarnos. Luis de Tavira dice de Usigli: “había propuesto una dramaturgia nacional que fuera capaz de recrear la identidad desenmascarada del mexicano en un realismo teatral propio”. 

Reconstruir la Conquista en el teatro

Siguieron esa impronta estética Salvador Novo, con su Cuauhtémoc, donde dice “El joven actor” al final de la tragedia: “Ahora la tierra ha digerido todos los viejos odios. Se ha comido a los muertos —a Cortés… a Alvarado… a Doña Marina… a fray Bartolomé…—. Se habrán ido al cielo suyo o sus cuerpos se habrán convertido en piedras… Y Cuauhtémoc no ha muerto. Sé que está en mí; que vivirá siempre; en mí y en mis hijos… nutridos como el sol con la sangre de nuestros corazones”.

Celestino Gorostiza escribe La Malinche, que dice en uno de sus diálogos: “Pero, ¿hay algo que sea más la sangre misma de una mujer que la de un hijo? En mis entrañas empieza a moverse un ser que no tiene ya tu sangre ni la mía. Tampoco la de Cortés. Es un ser nuevo que quiere vivir y que da con la suya un nuevo sentido a mi vida. Tal vez te parezca yo la más vil de las mujeres, la más perversa, la más inhumana. Pero a él no puedo traicionarlo. ¡Por él viviré y lucharé contra todo y contra todos, a pesar de todas las amenazas, de todos los castigos, de todos los sufrimientos, hasta el martirio…, hasta la muerte!” La misma Malintzin que en la obra de Vicente Leñero, La noche de Hernán Cortés, hace decir al conquistador: “Ay, Malintzin. Quién volviera a sentir duros tus pechos, húmeda tu cueva, ávida tu piel”.


La trilogía de Sergio Magaña

Antes de Leñero aparece la trilogía de Sergio Magaña: Moctezuma II, Los argonautas (que cambió al nombre de Cortés y La Malinche) y Los enemigos. Un dramaturgo poderoso con la palabra, al escribir: “Ahora te toca a ti, Cortés… Tú ganas porque te acompañan la traición y los gritos… pero la fuerza de mi silencio ha de pasar el ruido de las cosas. ¡Tú ganarás, pero yo lucharé contra ti a mi manera, hasta el fin, hasta que el polvo de los días nos agigante. Más allá de todo esto, vendrá el nombre de Moctezuma a chocar contra el oído de los bárbaros!”.

El crítico e investigador de teatro Luis Reyes de la Maza se hace pasar por el mismísimo Bernal Díaz del Castillo para escribir sobre Los argonautas: “Todos los escribanos historiadores que han tratado la Conquista de vuestro país no han hecho más que glosar mi Crónica e caer en las mismas falsedades que escribí cuando estaba demasiado anciano, demasiado orgulloso e demasiado desmemoriado”. Era el año de 1967 cuando se estrenó la obra.


La Conquista, la protagonista del teatro en México

Entre la primera obra sobre el tema —Cuauhtémoc, escrita en 1904 por Salvador Novo—, el teatro mexicano nunca ha renunciado a su vocación por la historia del país. Usigli no se equivocó al señalar que las generaciones continuarían con ese empeño. En 1992 Vicente Leñero irrumpe con La noche de Hernán Cortés, dirigida por Luis de Tavira. Un Cortés que en el fin de sus días rememora aquella Conquista. Un Cortés perseguido por las autoridades españolas, acusándole de enormes agravios a la Corona. Escribe De Tavira en el prólogo de la obra: “desvela con estupor la forma secreta de la realidad y de la historia, más allá de la misma relatividad del documento, en la incompresibilidad eterna de la vida escénica de la vida. Como sucede prodigiosamente en La noche de Hernán Cortés”. ¡Pero no le gustó a los españoles!

Faltó contar las vejaciones de que fueron objeto los actores que representaron Cúcara y Mácara (lo pueden investigar en Google, la nueva herramienta periodística). Faltó igual la trilogía de Hugo Argüelles a la misma temática. Y lo que no menciono aquí es porque la verdad no son obras de mi predilección. César Rubio, el protagonista de la obra de Usigli, El gesticulador, ratifica lo que aquí está escrito, cuando dice de repente: “la historia es un sueño”. La historia es lo que cada pueblo quiera creer de su pasado.

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  • Braulio Peralta
  • juanamoza@gmail.com
  • Periodista, ensayista y editor. Autor de Otros nombres del arcoíris, El poeta en su tierra, diálogos con Octavio Paz y De un mundo raro, un libro de crónicas de sus personales viajes como corresponsal en España. Publica todos los lunes su columna La letra desobediente.