En Tenochtitlan, "españoles querían fundar, no destruir": Rodrigo Martínez Baracs

México: 500 años

Rodrigo Martínez Baracs es filólogo, lingüista y autor de 'Convivencia y utopía'.

Rodrigo Martínez Baracs | MILENIO
Guadalupe Alonso Coratella
Ciudad de México /

Mucha gente identifica la Conquista con la caída del imperio mexica, es decir, la caída del mundo prehispánico en su conjunto. No fue así. Cayó un imperio y fue sustituido por otro imperio. Tampoco implicó la destrucción total de la población indígena. 

Recordemos la catástrofe demográfica causada por la epidemia. Esto no tiene que ver necesariamente con la caída de Tenochtitlan, sino con el encuentro de dos mundos. La población indígena disminuyó entre 80 y 90 por ciento; sin embargo, la sobrevivencia de al menos un millón de personas fue suficiente para el mestizaje. 

Los indígenas nunca dejaron de ser mayoría en la población novohispana. Muchos vivían en sus pueblos, con sus propias autoridades, hablaban sus lenguas. Este será uno de los elementos importantes de continuidad. 

Los señoríos, los altépetl (agua-cerro), en los que estaba dividido el territorio mesoamericano siguieron existiendo con sus propias autoridades indígenas, pero ya con categorías españolas como gobernadores indios, cabildos compuestos por alcaldes ordinarios, regidores, fiscales, escribanos, que van a realizar la administración del pueblo, todo esto a la española, pero con personal indígena.

Los españoles tenían la intención de fundar, no de destruir. Se percataron de que había una civilización, una población más abundante, rica, organizada, a diferencia de la que habían encontrado en las Antillas. Apenas Cortés y sus hombres llegan a México, se dan cuenta de la cantidad de oro que hay y prevén que a través de la población indígena y su organización política podrán organizar al país para beneficio de estos y de la Corona española.


Aquí es donde se da lo que James Lockhart define como “falsa identificación mutua”. Los españoles, muy orgullosos, dicen: “Miren qué bien hemos sometido a los indígenas, los tenemos en sus pueblos, con su cabildo indio, la conquista fue un éxito”. Y los indios dicen: “Tenemos estas instituciones españolas, pero seguimos siendo nosotros mismos, conservamos la identidad de nuestro altépetl, nuestras propias autoridades”. Es una mutua incomprensión que resulta en una buena adaptación entre los rasgos tradicionales indígenas y los rasgos tradicionales españoles.

La caída de Tenochtitlan es un momento importante dentro de la gran revolución que traerá la Conquista, aunque muchas cosas se hubiesen dado de igual manera. América y el Viejo Mundo, Europa, Asía y África, tenían grandes diferencias tecnológicas que van a influir en el desenlace de la Conquista debido a la superioridad armamentística española. Los mexicas estaban rodeados en su ciudad, sometidos a una epidemia terrible y esto los va a debilitar. 

Está el factor, que se enfatiza cada vez más, de la gran cantidad de señoríos enemigos o sometidos a los mexicas. Antes se hablaba de la genialidad de Cortés que logró formar esta gran alianza indígena antimexica. Los nuevos historiadores destacan no tanto la iniciativa española de esta alianza, sino la iniciativa indígena. Había un gran disgusto entre la población mesoamericana, tanto de los enemigos de los mexicas como de los que estaban sometidos a ellos y otros grupos que se alían a los españoles.

Tenemos la postura indigenista y también la visión indigenista de Cortés muy contrastadas. Desde la Independencia se reforzó la idea liberal de nuestra historia que coloca a Hernán Cortés como villano y considera ilegítimos los tres siglos de dominio español en México. Quien intervino de manera decisiva en el libro (Hernán Cortés) de mi padre (José Luis Martínez) fue Octavio Paz. Él criticó la idea de que México había dejado de ser México en esa época y que volvería a serlo hasta 1821. Es la visión liberal de nuestra historia que se implantó en el siglo XIX, se reforzó después de la Revolución y nos llegó a través de la historiografía liberal priista que ahora nuevamente el gobierno está retomando, la de españoles malos, indios buenos. 

Mi padre aprovecha estas ideas de Octavio Paz sobre el cambio civilizatorio que se va a dar a partir de entonces y comprende que es necesario transformar el mito del Cortés bueno o malo y plantearlo como un hecho histórico, más allá de las versiones adversas o favorables, estudiar a Cortés con toda la documentación que tenemos a la mano.

yhc