Mi literatura no funcionaba para las editoriales: Margo Glantz

“Desde niña sabía que lo más importante para mí, que me iba a dedicar de lleno”, recuerda en entrevista.

"El idiota de Dostoievski" ha sido un libro fundamental en la vida de la autora. Omar Franco
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Vivir nueve décadas es horroroso y maravilloso a la vez”. Son las primeras palabras de Margo Glantz Shapiro cuando habla de su llegada a los 90 años.

Un largo o corto recorrido —según como se vea— que ahora le sirve para mirar hacia atrás y reconocerse sin necesidad de mirarse al espejo.

“He sido bastante obstinada y bastante insegura de mí misma, pero al mismo tiempo segura, porque persistí a pesar de todo: cuando empecé a dar clases pensé que era pésima maestra y a la primera clase que di en la Prepa 4, que estaba en lo que ahora es el Museo de San Carlos, me di cuenta que era muy buena maestra, y tenía muchos alumnos que iban a ser importantes en mi vida, que eso me iba a ayudar a seguir siendo joven”, declara la escritora.

Su faceta como catedrática durante muchos años es un ejemplo de otros desafíos que ha enfrentado a lo largo de su vida, como ser escritora en un tiempo dominado por el género masculino, pero también defender una manera de contar historias, historias que “no a todo mundo le gustan”, asegura Margo Glantz.

“Quiero seguir escribiendo, quiero seguir viajando y, sobre todo, ver cómo crecen mis nietos, seguir con mis hijas y ver a mis amigos, que cada vez son más jóvenes.

“Todos los días pienso en la muerte. Le temo mucho, sobre todo porque no voy a tener futuro y no voy a seguir viendo a mis plantas, a mi perro, en especial, a mis nietos y a mis hijas”.

Lectora precoz

Margo Glantz nació en el barrio de La Merced en 1930, apenas tres años después de la llegada de sus padres a México, procedentes de Ucrania. En distintas ocasiones ha reconocido que su vida en aquellos primeros años no fue nada sencilla, más allá de los sitios en donde vivió, como la Condesa o el pueblo de Tacuba, si bien con la ventaja de haber nacido en una familia interesada por el arte, en particular por la literatura.

“Mi familia era culta. Mi padre tenía muchos libros, mi madre había leído mucho. Estuve en contacto con los libros desde muy jovencita, mi padre se preocupaba mucho porque leyéramos. Me acuerdo que

a los nueve años me aprendí muchos mitos griegos, quién era Teseo, Jasón, Edipo. También teníamos muchos libros de folletín, poesía, porque mi papá era poeta”.

En el recuento que hace de aquellos años, Margo Glantz recuerda la lectura de Dostoyevski, a los 15 años de edad, de obras como Crimen y castigo o El idiota, “un libro fundamental en mi vida, al que leo y releo de manera constante, me apasiona, me fascina”.

Fueron años formativos de lecturas intensas. “Desde niña sabía que lo más importante para mí era la literatura, que me iba a dedicar de lleno a la literatura y que iba a estudiar en la preparatoria ciencias sociales y después en la Facultad de Filosofía y Letras”.

En 1977, se publicó su primera novela, Las mil y una calorías, novela dietética, una edición de autor, porque no encontró editor alguno que se interesara en su publicación, se la “llevé a Joaquín Díez-Canedo y me dijo que de ninguna manera. Se la llevé a otros editores y me dijeron que de ninguna manera.

“Hacía textos que nadie me publicaba o que publicaban por compasión, probablemente. Mi literatura no funcionaba para las editoriales: el pie de imprenta me lo dio un amigo con el que había publicado traducciones de Bataille, Fernando Tola, en Premià , pero yo pagué la edición, y lo mismo pasó con Doscientas ballenas azules, hasta Síndrome de naufragios, que me la publicó Joaquín Díez-Canedo en Joaquín Mortiz, que obtuvo el Premio Villaurrutia”.

El libro con el que comenzó su consolidación fue Las genealogías, trabajo que había hecho para el periódico unomásuno en formato de entregas semanales, durante más de un año. Martín Casillas se lo publicó como libro y con él ganó el Premio Magda Donato, el primero que obtuvo en su carrera literaria.

“Soy terca, pensé que lo que escribía funcionaba y debía hacerlo así, aunque no le gustara a nadie. Así lo hice y seguí, seguí… soy una heroína”. 

Una presencia vital: Sor Juana

En la vida académica y literaria de Glantz hay una figura muy importante: Sor Juana Inés de la Cruz, sobre quien empezó a escribir a partir de 1988, cuando una editorial venezolana pidió un prólogo y una antología. Después realizaría trabajos esenciales para la bibliografía sobre la Décima Musa, como Sor Juana Inés de la Cruz, ¿hagiografía o autobiografía?, Sor Juana Inés de la Cruz: saberes y placeres o Sor Juana: La comparación y la hipérbole.


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