En el relato que da nombre a Provincia me mata (Ficticia/ Secretaría de Cultura, México, 2018), Nuria Kaiser desarrolla una historia que desde su arranque suena injustificadamente conocida. Sobresale, en primer término, la figura de una madre piadosa, caritativa y admirada por la comunidad de feligreses: antes de participar en la misa, reparte dinero y bienes a los más desamparados. Sus hijas, ya púberes, aparecen en segundo término: solo saben del temor y del pecado y de la existencia del infierno. Por último, está el cura, venerado por esa madre como modelo de santidad pero rápido de manos para acosar sexualmente a ese par de niñas durante la confesión. Hasta aquí llega el relato, hasta el cuadro de tipos y costumbres, tan asentado en el imaginario colectivo que al terminar la lectura solo nos queda elevar los ojos hacia el cielo.
Este carácter descriptivo y costumbrista es el mismo que observamos en los siete relatos restantes. Falta la humanidad y abundan los arquetipos. En “Siempre volaban los buitres”, por ejemplo, hallamos a esa clase de mujer que ha sacrificado su dignidad a cambio de un marido que se harta de golpearla pero la llena de comodidades materiales. “Primera sesión” ofrece el monólogo doliente de una anoréxica que culpa a las revistas femeninas de su aspiración a tener el cuerpo de Cindy Crawford. No faltan la esposa que abandona al marido, la criada abnegada, la actriz de televisión que conserva un trasero poderoso a sus cincuentaitantos, la obsesionada con la comida orgánica.
Si estas figuras resultan la proyección de una imagen preconcebida es porque Nuria Kaiser renunció a tratarlas con ironía. Empleó la indignación, la crítica social, la simpatía, como si con ellas fuera posible obtener una visión literaria de la femineidad vulnerable frente a sus propias amenazas o las del mundo exterior. ¿Por qué no también la distancia recelosa a la manera nabokoviana? Un meteorito golpea la Tierra cuando leemos: “Yo la consolé como lo hacía cuando era una chiquilla y llegaba desconsolada con las rodillas rojas de alguna caída, o cuando su mamá la había regañado”. Cada relato se va, se desbarranca, en estos momentos compasivos.
Provincia me mata obtuvo el Premio de Narrativa Manuel José Othón 2017.