La historia contada a través de la antropología es fascinante pues más allá de los hallazgos que arrojan luz sobre un pasado milenario, confiere identidad a través de los usos y costumbres a los primeros habitantes.
En el caso de la Comarca Lagunera, esta ciencia encontró un hilo conductor dentro de la Cueva de la Candelaria.
Gretel de la Peña, directora del Museo Regional de La Laguna (Murel), explica que la exploración ocurrió en 1953, impulsada por el antropólogo, Luis Aveleyra de Anda, quien dio fe de un sitio mortuorio prehistórico, siendo hasta la fecha el hallazgo arqueológico más importante de Coahuila, de trascendencia internacional.
A un paso de cumplir su aniversario número 43, en el Murel se transforman sus salas permanentes.
Con una vocación que se concentra en la investigación, conservación y la difusión del patrimonio arqueológico, antropológico e histórico, este espacio ha permitido el fortalecimiento de la identidad y la memoria de la sociedad.
No sólo del ser lagunero sino que se inserta en un esquema global, de alta trascendencia.
Este cambio de guion museográfico, es el obsequio que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) le concede asimismo en el marco de su propio aniversario, número 80, pues el Murel pertenece a una red que considera 120 recintos en toda la República mexicana, superior incluso a la que mantiene el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
ENTRE LO DIVINO Y LO HUMANO
Las arqueólogas Leticia González Arratia y Adriana Meza recuperan el escenario de la Cueva de la Candelaria.
Se trata de un sitio mortuorio donde se localizaron 200 bultos en cámaras. Todos con las extremidades dobladas, dispuestos en posición fetal y envueltos en un manto atado con cordel.
Un agujero en el suelo ocultaba la cueva que tiene un tiro de aproximadamente nueve metros bajo el suelo.
“Bajar con todo y el bulto era complicado, pero los llevaban ya reparados. Un planteamiento en el que he estado trabajando es con respecto a la posición fetal y la cueva subterránea pues hace pensar en el retorno al origen: la madre tierra que es una creencia en todas las culturas”.
“Los cerros de calizas llevan agua, corrientes subterráneas. Mi planteamiento es que se acercaron más de lo que podían a las corrientes para llegar al mundo de los muertos, hacia un origen espiritual. La obligación era que los muertos llegaran a la tierra de sus ancestros pero es un camino peligroso. El agua es conductora, se supone que llegaban a través de ella por los arroyos o las corrientes subterráneas, y una forma de ayudar era bajándolos para continuar con su tránsito espiritual”, explicó González Arratia.
Adriana Meza comparte esta idea y apunta que sobre los aspectos climatológicos, a pesar de los pesares, la sequía preservó los cuerpos que además contaron con un sitio donde la luz no habitaba.
RENOVARSE O MORIR
Acompañada por las arqueólogas así como por la museógrafa, Julia Garza De la Peña indicó que las sala paleontológica cuenta con un gran material de Coahuila y fue signado por la investigadora y paleontóloga, Felicia Josefina Aguilar Arellano.
Este equipo realizó un gran trabajo de escritorio, físico e intelectual, contando además con las sugerencias de Paola Blacio, coordinadora del área de Servicios Educativos del Murel.
El cálculo de la inversión suma ejecutados 2 millones de pesos, recursos propios del INAH y de gobierno federal que al término de la remodelación podrían contabilizar en esta primera etapa los 5 millones de pesos sobre mil 60 metros cuadrados ubicados en las salas de exposición permanente.
“Para empezar las investigaciones no son enchílame otra, es tardado sacar nueva información, el plantear problemas, soluciones, el buscarlas y encontrarlas, pero también porque no hay recursos para estar cambiando el museo cada 2 ó 3 años”, apuntó Adriana Meza, quien refiere que en el tema de la arqueología, siempre se imaginan las grandes pirámides, el área Maya o Teotihuacán.
Así que se voltea la mirada al norte y se piensa en la nada. Sin embargo, se comenta que este museo es el primero a escala nacional que se dedicó a aridoamérica y a los grupos de cazadores recolectores.
Ahora se profundiza en los temas con los datos más recientes sobre la cultura del desierto, pues se piensa en los habitantes nómadas como los que no cultivaban y eso consideran las expertas, crea un estigma.
“Mi nuevo planteamiento es que la agricultura no se hubiera podido desarrollar en mesoamérica sin la contribución tecnológica de los cazadores recolectores. ¿Cuál fue su contribución?, Pues básicamente toda la cestería porque los granos deben tener un sitio de almacén, y esta tecnología y otras, por ejemplo de textiles, huaraches, la desarrollaron estos grupos que parecerían muy pobres, insignificantes y no lo eran para nada. El chiste es encontrar su verdadera dimensión”, precisó González Arratia.
En contexto, Gretel de la Peña mencionó que desde hace dos décadas atrás el MUREL era el único museo en La Laguna. Ahora ya se cuenta con 15 recintos museísticos, lo que planteó una frase estructural: renovarse o morir.
“Vamos a ponernos a la altura porque es de suma importancia y mucha gente dice que no sabe que existe el INAH en Torreón. Debemos posicionarlo con una nueva imagen y en el aspecto tecnológico, donde los niños se sumen a hacer dinámicas en computadoras, en pantallas”.
El nuevo guión museográfico inicia en la Sala Regional.
Adriana Meza precisa que se colocarán mapas con ubicaciones y cronología pues cuando se piensa en cazadores recolectores como habitantes milenarios, se pierde la idea de que habitaron en la Comarca Lagunera hasta poco después de la revolución independentista, hecho que los hace bastante cercanos en realidad.
“Por eso necesitábamos una línea de tiempo para comparar con las culturas del centro de México que nos son más comunes: los Mayas, los de Teotihuacán o los Aztecas, y como que no ubicamos si podían estar al mismo tiempo conviviendo o no... Algo que nos pidieron de Servicios Educativos fue que empezáramos por el principio (histórico) y se estableciera cómo llegó la gente”, finalizó.