Nicanor Parra: el físico que enseñó poesía a los ingenieros

Planteaba problemas a sus alumnos, como: ¿cuánto vale la Tierra a dólar el gramo? La solución, decía, era una ecuación; la resolvía y escribía: "Y el que no me crea, que pese la Tierra".

AFP
Ciudad de México /

Nicanor Parra fue físico, matemático y creador de la antipoesía. En sus 103 años de vida, revolucionó la poesía hispanoamericana con un estilo extravagante y transgresor que conquistó, especialmente, a las nuevas generaciones.

En 1937 publicó su primer libro, Cancionero sin nombre, pero tuvieron que pasar 17 años para que publicara su segunda y más importante obra: Poemas y antipoemas (1954), el detonante de la antipoesía, la escritura irreverente, mundana y a la vez sencilla que caracterizó su obra. Con este libro, Parra se revela contra la poesía tradicional chilena, rígida y seria a su juicio, e introduce la ironía y el léxico simple para hablar de temas cotidianos.

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Hermano, entre otros ocho, de la cantautora Violeta Parra, Nicanor fue Licenciado en Matemáticas y física de la Universidad de Chile, estudió en Estados Unidos e Inglaterra, aunque su vocación fue siempre la literatura.

Cuando el British Council le dio una beca para estudiar física y cosmología en Oxford, Shakespeare le robó la atención. Empezó a dejar de asistir con regularidad a las clases del doctorado. Los funcionarios del British Council no tardaron en cuestionarlo, pero Parra respondió recitando de memoria el soliloquio de Hamlet.

Aunque al principio corrió el riesgo de perder la beca, la historia tuvo un final inspirador: "Oxford se hizo para perder el tiempo; claro, de la manera más provechosa posible", le dijeron junto al anuncio de la extensión de sus privilegios por dos años.

La Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile fue el hogar de su conocimiento desde 1972. Durante 22 años ahí, enseñó literatura y poesía a quienes se convertirían en ingenieros, físicos y matemáticos. Los encargados de cargar en hombros el futuro de las ciencias chilenas pasaron por su tutela en la mítica sala G105.

El fotógrafo chileno Marcelo Porta, quien fuera su alumno a finales de los ochenta, resumió así su experiencia con el poeta en una entrevista para la Revista de Educación chilena:

"Cada clase era una charla magistral impredecible. Planteaba poemas —problemas a sus alumnos matemáticos o ingenieros—, como ¿cuánto vale la Tierra a dólar el gramo? Al final del curso les decía que la solución era una ecuación. La desarrollaba en el pizarrón y escribía: 'Y el que no me crea, que pese la Tierra'. Ése era Nicanor".


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