Ganadora de varios premios Hugo, el Nobel para escritores de ciencia ficción y fantasía, la narradora estadunidense T. Kingfisher (Ursula Vernon, 1978) dejó la antropología por la literatura, pero varias de sus historias parecen ritos de paso para sus jóvenes protagonistas.
“Siempre encontraremos monstruos aterradores y tendremos que derrotarlos”, comenta a MILENIO la creadora de universos de brujas, magos, dragones y animales parlantes en pleno siglo XXI, a quien los jóvenes mexicanos ahora pueden leer en español con Océano.
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La Maga de la Fantasía visitó México para presentar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara sus novelas Ortiga y hueso (2022), Manual de panadería mágica para usar en caso de ataque (2023) y Mago menor (2024) publicadas en la colección Grandes Travesías.
—¿Cómo pasó de estudiar antropología a escribir sobre magia y fantasía?
Resulta que no hay muchos trabajos en antropología. Así que, aunque la antropología amplió mis horizontes y leí sobre muchísimas culturas y formas de vida de la gente, tanto actual como de la historia, en realidad no tenía trabajo en ese campo. Como siempre me encantó la fantasía, empecé a escribir como pasatiempo. Y todo salió bien. De hecho, hacía ilustraciones porque sabía dibujar. Si bien la antropología influyó en mi trabajo, no creo que me haya llevado directamente a la literatura. Pero, definitivamente, hay cosas que no habría escrito si no hubiera tomado varias clases y aprendido cosas en el campo de la antropología.
—Pregunté sobre la antropología porque las novelas que vino a presentar a la FIL me parece que tienen mucho que ver con ritos de paso de sus personajes juveniles.
Ciertamente hay un elemento de eso. Los ritos de paso, las historias coming of age, son un clásico de la literatura, si nos remontamos a hace mucho tiempo. Probablemente me inspiré en algo de eso, pero también es un tema de la fantasía moderna y la ciencia ficción. Quiero decir, Star Wars es una historia coming of age. Así que ya lo sabes.
—La magia es central en su obra. ¿Qué le dice la magia a gente del siglo XXI?
Ciertamente la ciencia ficción y el terror —y probablemente también sea cierto en el caso de la fantasía—, en realidad no tratan del futuro, sino del presente. Escribimos terror sobre lo que nos da miedo ahora y sobre lo que le da miedo a la sociedad, por eso tenemos zombies. Y en la ciencia ficción escribimos sobre las cosas que vemos que están a punto de suceder y cómo pensamos que la sociedad las abordará. La fantasía es un poco más realista porque gran parte de ella trata sobre personas. Incluso cuando se utiliza la magia se trata de cómo la gente la utiliza. En cierto modo, la magia puede servir de espejo del mundo.
—¿En qué sentido se refleja el mundo en la magia?
Los libros de la serie Mundodisco de Terry Pratchett tenían un marcado carácter político y económico, no quiero decir sátira, pero es la palabra más cercana. Los míos no son exactamente así, pero mucha literatura de fantasía trata sobre temas universales, siempre nos enfrentaremos a monstruos aterradores y tendremos que derrotarlos. Siempre intentaremos encontrar fuerza interior, siempre intentaremos encontrar amigos o familiares. Y este tipo de magia es el escenario, un elemento que se utiliza para las historias que tratan sobre personas. Pero, a fin de cuentas, si incluyes dragones, el libro es automáticamente un 20 por ciento más genial y será más probable que la gente lo lea. Esa es parte de la razón.
—¿Cómo encuentra a sus personajes, a los héroes y heroínas de sus novelas?
La mayoría de las veces, simplemente los invento en mi cabeza, pero otras miro una situación y pienso: ¿Qué haría a continuación? ¿Qué es lo lógico que hay que hacer en este caso? Con los años me he dado cuenta de que mi idea de lo que sería lógico a continuación no siempre es la de los demás, pero sólo trato de crear personajes que no tomen malas decisiones deliberadamente para hacer avanzar la trama, lo cual es algo que me molesta en muchas historias, cuando parece que los personajes están siendo deliberadamente estúpidos solo para que la trama pueda seguir adelante. Así que sí, sólo trato de crear personajes que sean inteligentes, que hagan lo mejor que puedan y que sean amables.
—Sus héroes y heroínas aparentan ser los más débiles, los menos afortunados dentro de la comunidad donde se desarrollan las tramas. ¿Por qué se enfoca en esos perfiles?
Bueno, la mayoría de nosotros no somos las personas más poderosas de nuestra comunidad. No creo que haya necesariamente presidentes que lean mis libros. Y yo he sido la más débil, sin duda, antes. Y creo que esas son las personas que necesitan libros sobre cómo encontrar su fuerza y cómo ser poderosos. Si ya eres poderoso, no necesitas mis libros. Ya lo tienes cubierto. Pero si estás triste o impotente o en una mala situación, necesitas historias que te digan que puedes triunfar sobre esto y seguir adelante.
—¿Cómo logra que los jóvenes entiendan la violencia en sus libros? En Ortiga y hueso, por ejemplo, su heroína Marra se venga del príncipe de manera violenta.
Ortiga y hueso no estaba pensado originalmente para jóvenes, pero me emociona que los jóvenes lo estén leyendo. Los niños entienden perfectamente la violencia, a veces mucho mejor de lo que nos gustaría que lo hicieran. Y normalmente no tienen ningún problema con que aparezca en una historia siempre que esté dirigida contra las personas adecuadas.
“Sé que cuando era niña era una bicho raro sedienta de sangre y me habría encantado leer libros que tuvieran ese aspecto. Y muchos de los adultos que me rodeaban probablemente eran mucho más aprensivos con eso que yo. Así que no creo que necesariamente haya que hablar con condescendencia a los niños en términos de violencia. Generalmente saben qué sucede y qué está pasando. Son los adultos los que se ponen aprensivos al respecto”.
—Pregunto sobre la violencia porque sus libros parecen una evolución de los cuentos de hadas europeos, que eran en realidad muy violentos. Disney nos los vende dulces.
No, absolutamente no son dulces. Tienes toda la razón. Los cuentos de hadas originales eran muy sangrientos y desagradables y no solían tener finales felices. La Caperucita Roja original no se salva, ella y su abuela son devoradas por el lobo; y la moraleja de esta historia es que los niños no deben ir al bosque. Así que sí, aunque se hayan suavizado y censurado (y sin duda Disney ha hecho mucho por suavizar los bordes afilados) había una razón por la que los cuentos de hadas eran violentos. Es una especie de psicología humana el que entendamos cómo se supone que deben transcurrir las historias.
“A veces a las historias modernas les falta algún tipo de elemento vital porque las hemos reducido y hemos intentado hacerlas dulces y adornadas. Así que sí, no diría que estoy intentando volver a los cuentos de hadas originales, porque algunos eran francamente muy raros y no necesariamente funcionan tan bien hoy en día. Pero, definitivamente, hay mucho más vívido y hay mucho más en lo profundo en la sangre que corre en los cuentos de hadas de los viejos tiempos, que lo que ha llegado hasta nosotros ahora”.
—Como en las fábulas, los animales están muy presentes en su obra. ¿Por qué? De hecho, su seudónimo tiene que ver con un ave, el martín pescador (Kingfisher).
Sí, me encantan los animales, siempre los he amado. Crecí leyendo a C. S. Lewis y Las crónicas de Narnia, que tenían animales que hablaban y me encantaban. Quería leer todos los libros sobre animales parlantes que había en la biblioteca. Y cuando era joven, no teníamos tantos como hoy, así que leí La colina de Watership, de Richard Adams, unas 500 veces y nunca lo superé. Crecí y una parte de mí todavía quería hablar con los animales.
“(De hecho, dame un segundo. Tengo que dejar salir a mi perro). Sí, los animales comparten el mundo con nosotros y nosotros nos consideramos muy ajenos a ellos. Pero, somos animales grandes que hablan entre sí y no parece tan complicado que pudiéramos hablar con un armadillo y que el armadillo pudiera tener algo que decir y una perspectiva que no habíamos considerado por ser muy altos y tener dos patas. Así que sí, son geniales”.
—En Manual de panadería mágica para usar en caso de ataque recurre a las herramientas de la novela policíaca para contar su historia. ¿Por qué recurrir a este género literario en su mundo de fantasía?
Uf, es difícil decirlo. Siempre escribo fantasía en mi propio mundo porque no se me ocurre escribir en el de nadie más. Y las cosas que pongo en él son cosas importantes para mí. En ese mundo, el gobierno era muy importante para resolver los detalles y determinar en qué había fallado y por qué un niño de 12 años tuvo que salvar el mundo, cosas así. Sí, me gusta construir los mundos. Es muy divertido. Y es muy divertido crear un libro, se trata de encontrar cosas interesantes que estén en el contexto. Eso es parte de la diversión.
—Hoy hay una revalorización y resignificación de las brujas desde el feminismo. Pienso en sus personajes Marra o Mona. ¿El feminismo influye en sus obras?
Sí, absolutamente. Ortiga y hueso es mi obra más abiertamente feminista porque tenemos a un grupo de mujeres que se proponen acabar con un marido maltratador. Pero, es absolutamente cierto, son un arquetipo, el personaje, la idea de la bruja, tiene mucho poder y aún nos sentimos un poco incómodos con ellas. Aunque intentamos celebrarlas más en la actualidad, todavía hay este miedo porque siempre han sido marginadas y hay algo impredecible en ellas. Así que es muy divertido escribir sobre ellas porque, ¿cuánto pueden hacer? ¿De qué son capaces? Es algo que no está realmente definido y nadie puede decir que lo estás haciendo mal si escribes de un personaje bruja. Así que me divertí mucho escribiendo sobre el personaje de Ortiga y hueso, que es una bruja que vive en un cementerio, básicamente entre los muertos. Me encantó escribir de ella. Fue muy divertida.
—Una joven novelista feminista lamentaba que a las mujeres se les relega a géneros como el terror, la ciencia ficción o la fantasía. Sin embargo, fueron géneros en los que destacaron escritores hombres y después lo dominaron grandes escritoras como Ursula K. Le Guin, Octavia Butler o J. K. Rowling. ¿Qué opina de este giro?
Es maravilloso, genial, obviamente. Hay tantas historias que se pueden contar y, durante demasiado tiempo, la fantasía consistía en repetir las mismas historias una y otra vez. Eran buenas historias. El señor de los anillos es maravilloso, pero hubo un periodo cuando yo estaba creciendo que todo el mundo escribía su versión de El señor de los anillos una y otra vez. Y luego aparecieron voces como la de Ursula K. Le Guin, que era tremendamente diferente, esos mundos asombrosos que se le ocurrieron y los temas en los que se centró no eran los de la mayoría de los escritores de época se centraban. Y eso fue revolucionario.
“Había muchas mujeres que escribían y estaban ahí, pero que no necesariamente obtuvieron el reconocimiento o el espacio en las estanterías. Y una cosa maravillosa del momento actual es que muchas de esas autoras están siendo redescubiertas y sus obras están siendo analizadas nuevamente. Estamos descubriendo que hay muchas historias que la gente tiene que contar que no son una repetición de El señor de los anillos o Calabozos & Dragones”.
—¿T. Kingfisher se considera una bruja moderna, una maga, como escritora?
Solo como escritora. Yo no tengo absolutamente ninguna habilidad para convertir a nadie en ranas; si lo hiciera, habría muchas más ranas en el mundo. (Escribir) parece magia a veces, pero no necesariamente magia lo que estoy haciendo, porque simplemente me siento en una habitación y escribo, y luego puedo ir a algún lugar como México y conocer gente que ha leído lo que estaba escribiendo allí, a miles de kilómetros de distancia. Y eso me parece mágico, pero no es como si yo fuera la que lo hiciera. Es solo que estoy pensando: “¿Cómo sucedió esto? Es increíble que aquí estoy y aquí estás tú, y nos hemos conectado de alguna manera a través de este libro”. Y sí, eso, eso me vuela la cabeza cada vez.
—Ha ganado varios premios Hugo, entre otros reconocimientos. ¿Hay más presión a la hora de escribir, más responsabilidad por ello?
Tal vez hay un poco de presión, pero no tanta. Cuando un libro gana un premio, como la publicación avanza tan lentamente —lo escribí hace un año o dos—, el premio está divorciado del proceso de escritura. Cuando estoy escribiendo, pienso: “Esto es terrible. No tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Oh, Dios, esto es lo peor que alguien haya escrito jamás”. Y por eso no es sino hasta un año o dos después que puedo mirarlo y decir: “Vaya, ha quedado bastante bien”. Los premios son maravillosos. Siempre me siento increíblemente honrada por ellos, pero, en su mayoría parecen tan, tan divorciados del acto de escribir, que cuando me siento a escribir no me digo: “Esto ganará un Hugo”.
—Su seudónimo y su nombre real tienen que ver con Ursula K. Le Guin. ¿Ella es su mayor inspiración?
En realidad, fue Robin McKinley, autora de The Blue Sword, The Hero and the Crown y otros más. Había leído de Ursula K. Le Guin Un mago de Terramar y Las tumbas de Atuan y me encantaron. Pero, no se me ocurrió o no traduje eso en que iba a escribir libros propios. Me acuerdo de los libros de animales parlantes, que cuando se me acabaron, pensé: “No hay más. Tendré que escribirlos si quiero más”. Es muy posible que yo estuviera motivada simplemente por el deseo de tener más libros del tipo que me gusta leer.
—¿Con quién tuve hoy esta entrevista: con Ursula Vernon o con T. Kingfisher?
Bueno, si llevo el sombrero, definitivamente soy T. Kingfisher. Sí aquí lo tenemos. Esa es la única diferencia que puedo notar realmente. Cuando estoy en una convención, generalmente soy T. Kingfisher, pero cuando voy a hacer las compras soy Ursula Vernon.
PCL