Con motivo del lanzamiento en español de su último libro La llama inmortal de Stephen Crane, el escritor Paul Auster detalla a MILENIO lo que lo llevó a escribir una obra completamente distinta a sus trabajos anteriores, una mezcla entre el género biográfico, con elementos de ficción y no ficción, en la que queda plasmado un esfuerzo documental sin precedente en poco más de mil páginas en las que relata la vida y obra del escritor estadunidense Stephen Crane, quien murió a los 28 años, pero quien en su corta vida acumuló una amplia obra literaria y múltiples experiencias como ser corresponsal de guerra, hacer viajes arriesgados como uno a Cuba y conocer México, donde ambientó algunos de sus textos.
¿Cómo decidiste escribir sobre Stephen Crane?
En realidad no lo decidí, creo que el libro me escogió a mí. Sinceramente nunca pensé que estaría escribiendo la biografía de alguien, nunca cruzó mi mente. Pero después de escribir 4 3 2 1, mi novela más larga, quise tomar un descanso, estaba cansado, ese libro tomó mucho de mí. Estaba tomando mis primeras vacaciones reales como escritor, y dije: "No voy a escribir porque quiero encontrarme solo y voy a leer un libro, voy a leer libros, ver películas, pinturas, y dejar un espacio entre los libros y yo". Empecé a leer una colección de trabajos de Stephen Crane, que leí cuando era más joven, que no las había visto en muchos años. La primera cosa que leí sobre él fue una novela llamada El Monstruo, de la que no había escuchado antes. Me impresionó mucho. Estaba profundamente conmovido. La encontré tan extraordinaria que seguí adelante y comencé a leer todo lo que tenía ese libro, que era una selección de obras de Stephen Crane de unas 500 páginas. Las leí todas.
Me gradué en el siguiente libro más grande, de mil 300 páginas. Leí todo eso y dije: "Oh, por Dios, qué escritor". Seguí adelante y compré una colección de diez volúmenes y la leí toda. Empecé a leer sobre su vida y a averiguar más sobre él. Y en cierto momento me di cuenta de que quería escribir algo que honrara su trabajo y expresara mi gran admiración por él.
Al principio pensé que sería un libro muy pequeño, no más de 200 páginas, pero luego una cosa llevó a la otra y me encontré escribiendo este enorme libro y debo decir que en inglés son como 760 páginas, a lo mejor en la edición en español se volverá un poco más grande.
[Foto: Edu Bayer]
¿Cuánto tiempo invertiste leyéndolo e investigándolo?
Fue un año muy intenso. Yo estaba muy inmerso en leer todo sobre Crane y marcar sus libros, tomar notas y leer todo acerca de su vida; luego empecé a escribir, la primera oración vino a mí en el otoño de 2017; después hubo algunas interrupciones, cosas que me hicieron imposible seguir adelante, pero para el final de 2017 estaba completamente en eso de nuevo y seguí hasta que terminé de escribir.
Empecé a leerlo en 2016 y terminé el libro en 2020, al menos el texto, luego tuve otras cosas, lo que yo llamo trabajo de postproducción: las notas, el índice y luego escoger las fotografías y obtener el permiso para usarlas, así que eso tomó mucho tiempo. La composición final fue terminada justo antes de que la pandemia golpeara a lo grande, en febrero de 2020.
¿Qué fue lo que más te sorprendió de Crane?
Su energía inagotable. Nunca había encontrado a alguien, en el libro, o en la vida, que viviera así, al límite. Creo que sintió que no iba a vivir mucho y eso lo hizo muy atrevido y con ganas de adquirir mucha experiencia. Sintió que eso tenía que hacer y lo hizo. Sé que era un jugador, era un hombre que corrió para cubrir guerras. Se arriesgó al intentar llegar a Cuba cuando estaba prohibido para los estadunidenses. Siempre se metía en problemas y apostaba jugando al póquer y lo que tuviera de dinero lo gastaba. Vivía al límite constantemente, pero se la pasaba escribiendo y eso me parece notable.
Era muy joven cuando murió.
Sí, 28, muy joven. Es absolutamente terrible lo joven que era, ni siquiera estaba completamente formado como adulto, se quedó en la transición a la edad adulta. Es por eso que en inglés le puse el título de Burning boy, porque de alguna manera siempre fue un niño que nunca se convirtió en un hombre en todo su esplendor.
En el libro cuentas que Crane vino a México, ¿cómo fue ese viaje?
Creo que fue un viaje fascinante. Escribió algunas de sus mejores historias ambientadas en México. Hay dos tipos de historias: las de Ciudad de México, en las que habla principalmente de los expatriados estadunidenses que viven ahí apostando y bebiendo mucho. Y luego están las otras, una llamada "One Dash-Horses" que creo que está basada en un hecho real, en la que con un guía mexicano sale a caballo a un viaje y se meten en problemas, llega una pandilla que quería matarlo, logra escapar en medio de la noche en su caballo y huye. Sin embargo, justo cuando amanecía ya había de nuevo hombres siguiéndolo. En la trama se encuentra con un contingente de hombres rurales. Un relato divertido, pero también aterrador.
Además tiene un pequeño ensayo, que nunca publicó, sobre la pobreza en México. Es un trabajo increíble. De un chico de 22 años que se queda mirando a un indígena mexicano, que es pobre, tratando de entender por qué eran tan ajenos a él. Y compara la pobreza mexicana con la pobreza en el norte, en Estados Unidos.
México fue uno de los peldaños fundamentales de su vida. Conservó todos sus recuerdos del viaje en la pared de su casa, tenía una manta y una espuela y un revólver.
Después de este libro, ¿qué sigue en tu carrera?
He trabajado en dos libros. Ambos son colaboraciones con un fotógrafo llamado Spencer Ostrander, es probablemente lo más difícil que he escrito en mi vida. Es un ensayo extenso sobre la violencia con armas en Estados Unidos y el gran problema que enfrentamos actualmente por esa violencia. Ya lo terminamos hace dos semanas y creo que se publicará el próximo año.
bgpa