Doctorado en Cariátides es la más reciente exposición de Pedro Friedeberg en España y la más grande que el artista y diseñador surrealista ha montado en ese país.
La muestra, montada en la Casa de México en España, en Madrid, está compuesta por 61 obras que abarcan la producción de Friedeberg desde 1962, con la Mano de Akhenatón (mejor conocida como mano-silla), hasta obras producidas en 2018.
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A pesar de que en Madrid ya se empezaron a abrir algunos espacios culturales, la Casa de México en España inaugura con Pedro Friedeberg: Doctorado en Cariátides los recorridos virtuales de sus exposiciones como una alternativa para lidiar con la contingencia provocada por la pandemia de coronavirus.
Este recorrido virtual, que se puede realizar dando click aquí, permite, al igual que la exposición presencial, recorrer ejes radiales a partir del artista como un centro del cual surgen distintas formas de investigación estética.
“Podemos ver la parte arquitectónica y racional; la parte de literatura aplicada como elemento compositivo en una obra; la geometría sagrada; los juegos de perspectivas y el humor, que es uno de los elementos principales de Pedro Friedeberg. Además de alegorías a otras obras, a otros elementos pop, sobre todo de la publicidad del siglo XIX y XX”, apunta Alejandro Sordo, curador de la exposición.
El recorrido virtual inicia en el exterior con una una intervención en la fachada del edificio. Ya en el interior, al frente de la escalera central, se puede ver la obra Entrada lateral a un burdel platónico (2015) de la que se hizo una ampliación en vinilo de 15 metros cuadrados.
La primera sala exhibe al centro una estructura de madera y hoja de oro que incluye juguetes tradicionales, elementos de la cultura popular mexicana recurrentes en la obra del artista plástico.
En el recorrido también se puede acceder a una especie de “altar” a la famosa Mano de Akhenatón, que el artista diseñó en 1962 como un gesto humorístico y que hasta la fecha, afirma Friedeberg con su característico tono sarcástico, “es solamente un chiste, un chiste que reunió mucho éxito y también mucho éxito económico, por lo tanto no me puedo quejar”.
“Hay sillas doradas, sillas plateadas, hay sillas azules, hay creo que hasta en Japón, en Arabia, quién sabe en cuántos países. Hasta los emperadores y reyes se sientan en este trono en forma de mano —inspirado en el excéntrico faraón egipcio Akhenatón—, en el cual hace 50 años no se sentaba nada, porque era una escultura antimachista: un hombre no se sentaba en una mano”.
La visita virtual permite ver las fichas con especificaciones técnicas de cada obra, pero también con una breve explicación que pone en contexto a los visitantes. Además, permite recorrer las salas con con un acercamiento a detalle en la mayoría de las piezas.
La exposición, descrita por el artista como “mejor que cualquier discoteque que haya visto a lo largo de mi vida”, ofrece al espectador una “experiencia estética de vivencia de la obra como la vive el maestro desde su propia visión”, según Alejandro Sordo.
La geometría, los símbolos y la numerología son elementos presentes en la obra de Pedro Friedeberg que buscan darle sentido a ésta: “Mi arte está basado en el arte óptico, geométrico y aritmético. Yo rescaté un poco el uso de la numerología, las arquitecturas olvidadas del fin del siglo XIX y el arte narrativo, también del siglo XIX. Todo lo que no está de moda me interesa”, explica el artista plástico, sobreviviente del movimiento de Los Hartos.
“El arte moderno está muy vacío, ya todo es consumismo, ya no hay, como en la pintura del siglo XIX, en lo que todo era pasajes bíblicos o de la mitología griega o romana o la historia de Europa. Ahora ya no existe eso porque en el arte abstracto todo se volvió minimalista, sin ningún sentido. Lo más profundo son los cuadros salpicados de Jackson Pollock, pero les falta. No tienen ni un sellito ni una crucecita, no tienen nada”.
PCL