¿Philip Roth era misógino? La pregunta, que acechaba desde hace mucho tiempo a este gigante de la literatura estadunidense, resurgió con fuerza el día después de su muerte, ocurrida en pleno auge del movimiento #MeToo.
En medio de los incontables tributos al gran escritor, el tema de la relación de Roth con las mujeres fue ampliamente debatido en Twitter, con una oleada de comentarios negativos.
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"Adiós, Philip Roth, fuiste un gran escritor y un inmenso misógino (...) obsesionado con el sexo pero malquerido e incluso quizás despreciado por las mujeres", tuiteó una londinense, Ruth Robinson.
Un profesor de la Universidad de Portsmouth, en Inglaterra, Charlie Leddy-Owen, refiriéndose a su novela El teatro de Sabbath (1995), señaló que era "una de las mejores y una de las más repugnantes" que había leído, con "sus personajes principales sexistas y narcisistas".
Las acusaciones no son nuevas. Comenzaron a fines de la década de 1970, alimentadas por una escena extremadamente fría de violencia doméstica en su libro Mi vida como hombre (1974).
Navegando constantemente entre la autobiografía y la ficción, en su novela Engaño (1990) Roth imaginó a su personaje principal enfrentado en un tribunal a las acusaciones de misoginia.
"¿Qué se hace con un gran artista que dice cosas condenables?"
En 2006, Julia Keller, crítica del Chicago Tribune, dijo de Roth que era "un gran escritor con un enorme defecto: sus mujeres no tienen alma", reducidas en sus obras a desempeñar el papel de "simples espejos" de los hombres.
Según ella, sus personajes femeninos carecen de profundidad, incluso más que los de John Updike, otro escritor estadunidense, contemporáneo de Roth y también acusado a menudo de misoginia.
Dos años después, la feminista Vivian Gornick comparó, en la prestigiosa revista Harper's, la actitud de Roth a la del escritor Saul Bellow, premio Nobel 1976: "Si la misoginia de Bellow era como un drenaje de bilis, en Roth es lava brotando del volcán", escribió.
Claire Bloom, expareja de Roth, contribuyó a forjarle esa reputación al describirlo en su libro de memorias Leaving the Doll's House (1996) como un egocéntrico misógino.
Para Jacques Berlinerblau, quien dio clases sobre Philip Roth durante 20 años en la Universidad de Georgetown en Washington y trabaja en un libro sobre el escritor y las mujeres, sus novelas incluyen, para los estudiantes de hoy, pasajes "realmente inquietantes".
"Sus escritos son misóginos", dijo sin vacilar, y se preguntó: "¿Qué se hace con un gran artista que dice cosas condenables?"
"Siempre me sorprendió que el movimiento #MeToo no lo hubiera atrapado, sólo por ver de cerca sus escritos", agregó.
Blake Bailey, biógrafo y amigo de Roth, señaló que al escritor le preocupaba el efecto "caza de brujas" del movimiento #MeToo. "Temía que se despeñara y afectara a personas inocentes".
Pero "ciertamente no era por el acoso sexual o cualquier comportamiento abusivo. Fue uno de los hombres más honestos que he conocido", sostuvo Bailey.
Y, para muestra —dijo el biógrafo— basta la presencia de "al menos cinco de sus ex" al lado de su cama en el momento de su muerte.
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