Una estructura social a través del sexo. La investigación que dio como resultado el libro Ramonera comenzó en 2018, cuando el escritor Elvis Guerra, como becario del Fonca, presentó un proyecto para escribir sobre la sexualidad, la vida, el erotismo y las formas de relacionarse de los zapotecas, “lo que tiene que ver con la identidad, con la lengua, con la sexualidad misma”.
“Entrevisté a 30 muxes, algunas de ellas sí en diálogos formales: nos citamos y nos vimos, pero la gran mayoría se dio en fiestas, al final de las pachangas juchitecas, en un motel, en una vela, en un mototaxi. Fueron historias de las compañeras muxes que fui recogiendo, para tratar de contar una historia a través de un poema”.
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Aparecido por vez primera bajo el sello Círculo de poesía, el volumen recibe un nuevo impulso desde la editorial española Letraversal —también en una edición bilingüe zapoteco-español—, con la intención de visibilizar esta otra forma de ejercer la sexualidad entre los zapotecas, porque más allá de hablar de las prácticas de los muxes, engloba la sexualidad misma de los zapotecas.
“La ramonera es una palabra que se utiliza para designar a las muxes con prácticas homoeróticas con hombres, con heterosexuales, que llevan y una vida de casados y con hijos, pero tras una puerta buscan la relación con los muxes: ¿cómo es posible que un hombre casado tenga sexo con una muxe y además sea pasivo?"
“Sin embargo, la práctica no constituye un acto gay, un acto homosexual, sino reivindica la heterosexualidad de ese hombre. Me genera mucho interés, porque si bien se ha estudiado mucho sobre la comunidad muxe, muy poco se ha estudiado sobre la sexualidad de los hombres”, a decir de Elvis Guerra (Juchitán de Zaragoza, 1993).
Ramonera retrata esta parte bonita, alegre, festiva, de la comunidad muxe, pero también denuncia varios crímenes de odio, “entre ellos de Adriana, asesinada de manera brutal en el 2019 y cuyo crimen se mantiene impune”: sí es un canto a la vida, al amor, a la libertad, pero también puede ser una denuncia social, explica el poeta.
“Para los zapotecas, la estructura sexual es muy distinta a la occidental: para nosotros hay una estructura que nos define. En Juchitán hay una división sexual del trabajo, en donde a los hombres les corresponden trabajos como la albañilería o la pesca, y a las mujeres el intercambio comercial y, a los muxes, se nos permite asumir ciertos roles que, de otra forma, no se nos hubiera permitido. Podemos ser artesanas, comerciantes, rezadores, cocineras y asumir esos roles que son únicamente para mujeres y vivir esa dualidad”.
La cultura zapoteca se constituye de cuatro géneros, explica el autor: hombre, mujer, lesbianas y muxes, “los que nacimos biológicamente masculinos, pero adoptamos una identidad y una expresión de género femenino”, una palabra que empezó a usarse desde el siglo XVI, lo que explica el arraigo que tiene como parte de la identidad dentro de los zapotecos del Istmo, en Oaxaca.
PCL