Raúl García Sangrador dibuja "Cenizas" en El Arte de la Canción, con Avelina Lésper

Colección Milenio Arte

Los grandes incendios pasionales dejan huellas, cicatrices, un historial que a veces queremos borrar, a veces recordar y siempre cargamos sus Cenizas. La canción de Wello Rivas es interpretada con un dibujo autobiográfico del maestro Raúl García Sang

Raúl García Sangrador dibuja "Cenizas" en El Arte de la Canción, con Avelina Lésper
Ciudad de México /

Cenizas

Los grandes incendios pasionales dejan huellas, cicatrices, un historial que a veces queremos borrar, a veces recordar y siempre cargamos sus Cenizas. La canción de Wello Rivas es interpretada con un dibujo autobiográfico del maestro Raúl García Sangrador.


Raúl Sangrador realizó un dibujo con simbolismo, inspirado en la canción del maestro Rivas, y nos habla de su experiencia: “Tengo además una historia que contar muy en el ánimo trágico de la canción. Creo que esa melancolía que le da forma al dibujo y a tantas obras a mí me emociona. La melancolía es uno de los grandes motores del arte a lo largo de la humanidad. Los artistas flemáticos, que siempre están iracundos; los alegres… Siempre he sido un artista melancólico, de bilis negra. En esta ocasión, el tema se prestaba para que yo les comparta la historia de Raúl Sangrador”.

A continuación, la historia del alter ego, que Raúl ha creado como artista:

“En realidad Sangrador es el apellido de una ex pareja que tuve. A principio de los años 2000, más o menos, conocí a Sangrador. Él trabajaba aquí en Querétaro, en servicios municipales. Aprendí con él cosas muy emocionantes, como, por ejemplo, cómo se le hace para que una buganvilia floree. Hay que estresarla. No hay que regarla tan seguido, porque, si la riegas, se pone verde. Él había estudiado arquitectura del paisaje. La verdad es que estuvimos bien, pero de a poco a poco la relación se volvió tensa, tóxica, negativa. Teníamos muchos pleitos, más pleitos que momentos felices. Entonces hicimos un trato. Lo invité a irnos a Guadalajara a un evento académico en el que yo tenía que estar y cuando regresamos rompimos. Quedé muy afectado. Pero de todas maneras no le perdía el hilo; sabía de él. Lo encontré en el Facebook, años después. Hasta que un día lo bloqueé, porque siempre teníamos pleitos, siempre…”.

La naturaleza humana puede volver un amor muy grande en una desdicha muy grande.

Las cenizas de Raúl siguen: “Hace como tres años, decidí desbloquearlo y buscarlo para ver cómo estaba. No lo encontré. Vi que su última publicación fue por ahí del 2008. Empiezo a buscar entre sus amigos y veo fotos de él con una pequeña vela que se empieza a apagar, se empieza a apagar y se empieza apagar. Hasta que contacté a alguien de su familia y me dijo “pues sí, murió…”.

“Tal vez me estuvo buscando. Ahora, tengo ese duelo que me ha acompañado siempre dentro del trabajo que he realizado: de no saber si en realidad se pudo haber resuelto algo o no. Es una historia muy trágica. A la larga encontré un espejo de esta historia, en la obra de Enrique Guzmán, que es otro de los personajes melancólicos de la historia de la pintura en México”.

“Le dediqué mi tesis de maestría, a encontrar el origen de la melancolía en su pintura. Fue un recorrido muy emocionante, que me llevó a Aguascalientes, al origen de su familia, y a su desarrollo en la Ciudad de México. Le dediqué la tesis porque yo sentía esa similitud: de haber nacido en una sociedad, conservadora, ser homosexual, ser melancólico, artista visual. Superar esa situación creando imágenes. Muchas veces esa producción visual es lo que me ha sacado a flote en momentos donde todo perdía sentido”.

Raúl nos describe su dibujo: “Estos tres personajes, es este triángulo amoroso del que habla la canción, ninguno estamos en el mismo plano. Ninguno podemos coincidir. El que aparece de cabeza es Sangrador; el que aparece de perfil es el personaje que siempre añoró Sangrador y que nunca conocí. Aparezco yo abrazando ese dodo como el eterno símbolo de lo que ya se fue, lo extinto, que no regresará jamás. Hay ciertos elementos que remiten a Enrique Guzmán, como la navaja de rasurar, las banderas que están flotando, los papalotes que flotan en el aire, el dibujo gestual, casi una caligrafía emocional, controlada, para dar testimonio de la intensidad de esa emoción”.


  • Avelina Lésper

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