Desde los inicios de la humanidad, el ser humano ha buscado protección del medio ambiente que lo rodea, utilizando fibras y pieles de animales para vestirse, cobijarse, transportar agua, alimentos y a sus propias crías.
Antes de los grandes asentamientos, los humanos eran nómadas recolectores y fue indispensable idear un sistema de transporte infantil que ayudara a ir más rápido y cómodo para que los hijos tuvieran cubiertas sus necesidades de la manera más inmediata posible, de tal forma que se pudiera preservar la supervivencia de la tribu ya que la insatisfacción del bebé derivaría en llanto y éste atraería a las fieras.
Con la introducción de la agricultura y el surgimiento de aldeas y ciudades, el ser humano comenzó a experimentar con las fibras vegetales y con los animales que tenía en su entorno, empleando esta nueva tecnología en la confección de herramientas para la pesca, el abrigo y el transporte, entre otros usos.
Tradición
Estas fibras entretejidas creaban algo más, se trata de los primeros vestigios de la cultura textil. Nuestros antepasados usaban esta combinación de fibras a modo de mantel para transportar alimentos, pertenencias, bebés, para abrigar, adornar, e incluso para brindar protección espiritual.
Baste saber que los textiles tienen también una presencia importante dentro de las ceremonias y el trabajo del curandero, así como en los ritos funerarios y las fiestas colectivas. Pero el mundo el textil está intrínsecamente ligado con la crianza, con la femineidad y la distribución de roles dentro de las comunidades originarias.
En China existe así un portabebés tradicional llamado Meh Dai. De vistosos colores, sirve para transportar al pequeño sobre la espalda de la madre, lo que le permite a la mujer seguir con sus quehaceres en la siembra de arroz, por ejemplo.
En Japón está el Onbuhimo, cargador tradicional que igualmente sirve para llevar al bebé en la espalda y realizar labores similares, así como trasladarlo por accidentadas cordilleras y montañas comunes en el país.
En México existe el rebozo, resultado del choque cultural que sucedió durante la conquista.
El rebozo
El rebozo mexicano, tan característico de nuestra cultura por sus colores, tejidos y materiales no es totalmente endémico.
El mestizaje que se dio en la época de la conquista trajo nuevos materiales y posibilidades a las de los pueblos originarios, donde sus habitantes se protegían y cargaban con pieles de animales, donde confeccionaban “cobijas” de lana o de fibras duras tejidas, presentes en su medio.
Sin embargo, el uso del rebozo en sus inicios estaba dirigido a los mestizos, por razones de estatus. La evolución fue paulatina e iba ligada por completo con la identidad de los portadores de las piezas textiles.
Las indígenas cargaban a sus bebés en el norte, en la sierra Tarahumara con el chiniki; el mammali para los pueblos originarios del centro del país, el Chijal Unén en la sierra chiapaneca; luego llegaron los extranjeros con sus telas nuevas: el rebozo de seda, que usaban las criollas y que era similar a la mantilla española; la almalafa como antecedente morisco, entre otras.
Tesoro nacional
La riqueza textil en México es muy amplia y esa riqueza proviene del choque cultural, así las modificaciones de cada textil se fincan en base al nuevo sistema de mestizaje, que fue institucionalizado para distinguir a las clases sociales, características propias de una sociedad jerarquizada.
Un ejemplo claro de este proceso es el de las rarámuris, quienes dejaron de tejer sus chiniki y optaron por adquirir telas industrializadas en los comercios mestizos; lo mismo ocurrió con sus vestimentas tradicionales: cambiaron la falda sencilla de lana por una con vuelos y colores vistosos.
Es decir, adaptaron su tradición textil a una nueva situación en la cual la precarización que rodea a su comunidad hace imposible o extremadamente difícil proveer de materiales de calidad y dedicar suficiente tiempo al tejido.
Pasó lo mismo en los Altos de Chiapas, en donde los materiales se volvieron ya tan costosos que se optó por utilizar estambres industrializados para la manufactura de sus textiles.
El mapa textil en México nos muestra como proliferan los telares y la tradición rebocera partiendo al país en dos, de forma vertical, sin embargo, en el norte del país como Querétaro y Saltillo es más como el registro de su existencia, representación de un arte prácticamente extinto.
En cambio en lugares como Tenancingo, Santa María del Río, Oaxaca, la Sierra Chiapaneca, entre los más conocidos, se está tratando de preservar la tradición, aprovechando el nuevo mercado en el que todo lo artesanal está de moda.
¿Arte del rebozo, desapareciendo?
Los pueblos originarios de nuestro país preservan su tradición textil en el vestir, en el cargar, en la ornamentación y la funcionalidad variada que presenta el rebozo que no desaparece, se transforma y se adapta a las nuevas necesidades económicas en las que todo se necesita más rápido y más barato, y la transformación se manifiesta en los nuevos materiales utilizados para la elaboración de los productos textiles.
En la mayoría de los casos, el alto costo de los materiales tradicionales, más el elaborado trabajo manual que implica la confección de una sola pieza no resulta rentable y los jóvenes tienen muchas más opciones a su alcance; es raro el que opta por aprender el oficio de sus padres y abuelos.
Hay entonces, un problema de falta de aprendices, de personas que continúen la tradición textil en la zona, debido a la poca valía que se le da al trabajo artesanal.
El folclor mexicano ha sido históricamente plagiado de una y otra forma, tal es el caso de la conocida tela colorida llamada cambaya, que incluso usan las mujeres rarámuris en la actualidad, que renunciaron a sus capas o cobijas de lana.
Este es un ejemplo de cómo la industrialización ha desplazado de a poco a la tradición; no obstante, el que surja como moda y se visibilice el trabajo artesanal en la sociedad de consumo, ha generado que algunas personas se interesen en trabajar junto con el artesano para generar productos nuevos y vistosos como bolsas, zapatos o sudaderas.
En este caso debe cuidarse el respeto a la tradición, el valor del trabajo del artesano y el generar una cadena laboral vertical basada en un intercambio honesto de conocimientos, cosa que por desgracia, no es la norma.
Porteo ergonómico, nuevo mercado
Hablar del valor cultural de los textiles no los preserva. Por un lado esta denominación los vuelve inalcanzables, o por el contrario y en el otro extremo, generalmente su valor no es equivalente con el costo real de la pieza.
Es decir, hablamos de su enorme valor cultural, pero encontramos en los mercados un rebozo en doscientos pesos. Entonces, ¿cómo logramos que el uso del textil mexicano sea visto de nuevo con normalidad por la sociedad mexicana?
Hasta ahora no ha dejado de ser un objeto de uso cotidiano en los pueblos originarios pero el resto de la población opta por herramientas más occidentales como lo son las carriolas o las cangureras.
La respuesta es simple: vivimos en una sociedad de consumo, entonces se debe ver el rebozo como un objeto de consumo. Que su uso práctico sea la norma y no la excepción; dejar de tratarlos como una prenda lujosa e inalcanzable cuando el costo al adquirirlo no resulta congruente y por tanto tampoco rentable para el artesano.
En base a esta línea, los esfuerzos de las comunidades mexicanas en la que se promueven nuevas formas de criar, cuyo referente principal es la crianza en brazos, respetando la necesidad biológica de los bebés de ser llevados en brazos con dispositivos y herramientas aptos para su salud, deberían estar dirigidas también en promover y visibilizar el uso del rebozo mexicano como un objeto válido, útil y cotidiano para transportarlos.
El porteo ergonómico engloba un conjunto de reglas y lineamientos.
Está occidentalizado ya que su normativa no corresponde al porteo tradicional mexicano. Actualmente hablar de porteo es hacer referencia a muchas áreas especializadas de la salud y el desarrollo de las infancias y la maternidad.
No es lo mismo porteo ergonómico que porteo tradicional. La diferencia más notoria consiste en que, mientras el porteo ergonómico homogeniza conocimientos y normativas internacionales, el porteo tradicional es herencia milenaria que se transmite de generación en generación. Los métodos del porteo tradicional varían de comunidad a comunidad.
Compaginar ambos casos es posible si aprendemos a respetar los usos y costumbres de los pueblos originarios y si se propicia una dinámica de comercio justo que parta desde un diálogo horizontal en el que el artesano escucha los requerimientos del rebozo occidentalizado y apto para portear, y tanto el intermediario como el futuro usuario de esa pieza están dispuesto a pagar el conocimiento, el tiempo y el valor justo del trabajo artesanal que encierra el conocimiento transmitido por años de generación en generación.
Escuelas de Rebozo y Porteo
Además de investigaciones individuales de exponentes mexicanos de porteo ergonómico, a México había estado llegando información sobre el porteo ergonómico contemporáneo a través de escuelas extranjeras, que abordaban el rebozo y su uso como un medio de transporte más, una herramienta más de porteo, de la misma forma que abordaban el Meh Dai y el Onbuhimo.
Pero nunca se había ahondado en el antecedente del porteo tradicional local (que varía dependiendo de cada región del país) y tampoco se sabía mucho respecto a la riqueza cultural que hay detrás, pese a que, por poner un ejemplo de su importancia, Erika Hoffman, fundadora de una marca alemana muy conocida de cargadores ergonómicos, se inició porteando con rebozo mexicano y en base a su experiencia, desarrolló su marca de portabebés.
El rebozo mexicano ha sido una influencia muy importante a la hora de sacar conclusiones respecto a la ergonomía en el arte de llevar en brazos a un bebé con una herramienta de transporte, y a la composición necesaria de la tela de las mismas.
Incluso quienes no acceden a los grupos de porteo ergonómico virtuales, principal fuente de conocimiento, pueden hacerse una idea de cómo llevar a sus bebés en brazos de manera adecuada observando las prácticas cotidianas de los pueblos originarios ya que el uso del rebozo como instrumento de crianza es algo normal en las comunidades indígenas, mas no es la norma entre la sociedad occidentalizada del país.
Cabe mencionar que hoy existe el acercamiento entre ambos segmentos de la sociedad para poder tener un aprendizaje empírico sobre su uso en la crianza, pero hasta ahora no se había profesionalizado ese acercamiento e intercambio cultural con enfoque directo hacia la crianza y el porteo ergonómico.
Fue este 2019 con la creación de la Escuela Mexicana de Porteo, Portea México, que se vive un acercamiento real a las escuelas del rebozo y un aprendizaje mutuo y horizontal entre el gremio de las profesionales del porteo y los artesanos mexicanos.
Este es un hecho histórico porque permite acceder a conocimientos hasta hoy bastante sesgados y permitirá que el artesano desarrolle productos nuevos transformando la tradición rebocera, apuntando al nuevo mercado que la práctica del porteo ergonómico genera, permitiendo que la tradición textil se enriquezca, beneficios a ambos grupos sociales y a la economía local.
El niño a la espalda
El textil habla a través de sus fibras y técnicas de la historia de los pueblos originarios. Nos cuenta la invasión española y el cómo se han ido adaptando los materiales a la época contemporánea.
El rebozo es el resultado de la colonia, que trajo la seda, el jaspe y técnicas variadas a América, con las que los pueblos originarios hicieron adaptaciones de sus propios medios de transporte y abrigo, dando como resultado un lienzo textil conocido como rebozo, que forma parte de la tradición y el folclor actual.
El rebozo es, además, un sistema de transporte infantil que ha sido usado desde siempre, con variaciones de materiales acorde al medio, al clima y a las técnicas.
Recientemente el uso se ha popularizado frente a los dispositivos de transporte que se venden en los grandes almacenes, pero está influenciado por otras culturas en las cuales aparece una y otra vez el cargador tradicional propio del país de origen, adaptado de los pueblos originarios para comercializarse hacia otros países y culturas en la homologación de “herramientas para el porteo ergonómico”.
Lo más importante en esto, se presenta a un grupo extenso de mujeres dispuestas a adquirir los productos; un nuevo segmento poblacional al cual puede acceder el artesano para promover el uso y lograr que este conocimiento se siga transmitiendo a través de las generaciones manteniendo un esquema de comercio que le permita a la tradición ser negocio, sin sacrificar ni su identidad ni el trabajo de la familia.
RCM