Este es un tratado completo de todo lo que representa la música para David Byrne. Y lo hace de forma divulgativa, documentada y literaria. En Cómo funciona la música (Sexto Piso) parte de las nociones fundamentales, lo que le dejó al conformar una de las bandas más exitosas como lo es Talking Heads, sus estudios y prácticas, así como la recepción social y científica. Extraigo estas frases para conocer más de su pensamiento musical.
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La música: “es intangible, existe solo en el momento en que es aprehendida, pero aun así puede alterar profundamente nuestra manera de ver el mundo y nuestro lugar en él. La música puede ayudarnos a superar momentos difíciles de la vida, cambiando no solo cómo nos sentimos por dentro, sino también cómo sentimos todo lo que nos rodea. Es muy poderosa”.
Por qué el título de la obra: “Cómo —o cómo no— funciona la música depende no solo de lo que es aisladamente (si se puede decir que tal condición existe), sino en gran parte de lo que la rodea, de dónde y cuándo la escuchas, de cómo es ejecutada o reproducida, de cómo se vende y se distribuye, de cómo está grabada, de quién la interpreta, de con quién la escuchas, y finalmente, por supuesto, de cómo suena: estas son las cosas que determinan si una pieza musical funciona —si logra lo que se propone conseguir— y qué es”.
Las cosas no son como parecen. La sala del CBGB es el lugar en donde parte de la música que ha compuesto se oyó por primera vez: “El sonido en este club era extraordinariamente bueno: los cachivaches esparcidos por todos lados, el mobiliario, el bar, sus paredes destartaladas e irregulares y el techo bajo proporcionaban una estupenda absorción del sonido y reflexiones acústicas desiguales, cualidades en las que uno se gastaría una fortuna para recrearlas en un estudio de grabación”.
La composición: “Aunque gran parte de mi música fue al principio compuesta en soledad, solo alcanzó su forma final como resultado de su ejecución en directo. Igual que con el jazz y los músicos de folk, la idea era arrojarlo todo en el crisol de un concierto, para ver si se hundía, flotaba o incluso echaba a volar”.
Un hit moderno: “La canción ‘Psycho Killer’ empezó en mi habitación en formato de balada acústica, y pedí ayuda a Chris y a su novia Tina. Por alguna razón yo quería que la octava sección del medio fuera en francés, y como la madre de Tina era francesa, tenía los conocimientos necesarios. En mi imaginación, aquel asesino en serie se veía a sí mismo como un excelso y sofisticado visionario, al estilo de Napoleón o de algún lunático del Romanticismo”.
Continuamos con este libro que ofrece su filosofía musical, mezcla de memorias, estudios y experimentos. Así nos encontramos a Byrne en su inmenso laboratorio:
Fragmentos sónicos: “Algunos cantamos para nosotros mismos, o simplemente silbamos, cuando creemos que nadie escucha, y a menudo hay música ‘sonando’ dentro de nuestra cabeza. Una parte del cerebro parece principalmente dedicada a la memoria sónica, y esto incluye no solo las melodías de teléfono, los gruñidos de perro o las sirenas de ambulancia, sino también fragmentos de canciones, grabaciones sobre todo que hemos oído”.
Qué son las canciones: “son como los olores; destapan mundos, lugares y momentos muy concretos. Otros sonidos hacen lo mismo también: la lluvia intensa, la voz de un actor famoso, un cuchillo en la tabla de cortar, un tren lejano”.
Los Talking Heads en 1976: “Sonábamos finalmente como una banda, no como un esbozo de banda, y tremendamente compacta. Durante nuestra gira por Europa y Reino Unido, la prensa comentó nuestras influencias Stax Volt, y tenía razón. Éramos mitad banda de art rock y mitad banda de ritmos funky, lo cual la prensa estadunidense no supo ver hasta que, unos años después, nos convertimos totalmente en un grupo de art-funk. Pero estaba todo allí, desde el mismo principio, aunque las proporciones eran por entero diferentes. Chris y Tina constituían una sección rítmica estupenda, y aunque Chris no tocaba con sofisticación, lo hacía con solidez. Esto nos daba una base firme para las filigranas que yo iba lanzando aquí y allá”.
Las canciones y los conciertos de Talking Heads: “tenían que ver mayormente con la introspección, la angustia y la perplejidad ante el mundo en el que nos encontrábamos. Cosa psicológica, introvertidos grupos de palabras combinados con mi visión ligeramente enajenada, como de ‘antropólogo de Marte’ de las relaciones humanas”.
Recepción de un himno: “A pesar de la gran difusión que el video ‘Once in a Lifetime’ tuvo en la MTV, las radios de rock normales no ponían la canción, ni cualquier otra de ese álbum. Decían que era demasiado funky, que no era realmente rock. Y las emisoras de rhythm and blues tampoco la ponían. No hace falta decir que la canción sonó; el racismo de las radios norteamericanas no consiguió contenerla. Es interesante ver cómo han cambiado los tiempos, y cómo no han cambiado. Hay efectivamente canales de comunicación a cuyo público le interesa la música independientemente de la raza del compositor, pero, en líneas generales, el mundo de la música en Estados Unidos está apenas menos segregado que otras instituciones. Puede que muchos negocios no sean abiertamente racistas, pero al dirigirse al sector demográfico que les conviene —lo cual es una decisión comercial lógica— reafirman divisiones existentes. Hay cambios, pero a veces se dan con frustrante lentitud”.
Para finalizar, el movimiento: “La gente baila con la música, y los reflejos neuronales podrían explicar por qué oír música rítmica nos incita a movernos, y a movernos de maneras muy concretas. La música, más que muchas de las artes, activa una multitud de neuronas. Múltiples regiones del cerebro se disparan al oír música: musculares, auditivas, visuales, lingüísticas. Por esto algunas personas que han perdido completamente su capacidad de lenguaje pueden aún articular un texto cantándolo”.