La imagen de los nativos como cazadores y recolectores poco a poco va siendo superada, pues gracias a nuevas investigaciones se confirma el incipiente sistema de cultivo con más de 2 mil años de antigüedad.
El equipo dirigido por la arqueóloga Araceli Rivera Estrada, del Centro INAH Nuevo León, ha ampliado los hallazgos sobre la práctica del cultivo en los antiguos pobladores en la serranía de Aramberri y Zaragoza, en especial el paraje conocido como El Morro.
Se han registrado restos de olotes en cuevas y abrigos rocosos, así como bancos de conservación de semillas de chile, frijol y calabaza. La documentación de ésta comenzó en 2013, pero gracias a nuevas temporadas de campo se ha confirmado.
“La cantidad de olotes que hemos obtenido nos habla de una temporada de agricultura muy sistemática durante varios cientos de años”, refirió la investigadora Araceli Rivera Estrada.
Junto a estos vestigios, gracias al trabajo de campo se han recuperado fragmentos de vestimenta y las primeras sandalias para Nuevo León. A esto habrá que añadir la abundante presencia de pintura mural en la zona.
Un elote asado
En la actualidad es común pedir un elote en cualquier puesto o vendedor ambulante y que lo entreguen con un palillo de madera para sujetarlo.
Lo mismo pensaron los antiguos pobladores al consumirlo, pues se encontró un pequeño olote con una rama ensartada en su base, tal como los preparan hoy en día.
“Es como una joya, haber encontrado el 'elotito'. No puedo asegurar que sean los maíces más antiguos, pero sí son las primeras evidencias de cultivos para grupos indígenas en todo Nuevo León”, agregó la arqueóloga del Centro INAH.
Las estimaciones sobre el uso del cultivo de maíz sería entre los dos mil 140 antes de Cristo y hasta el mil 400 de la presente época. A la par, mantenían el hábito de la recolección de semillas, como el piñón, aunque practicaban poco la cacería, esto en los márgenes del Río Blanco de Aramberri.
Entre las evidencias botánicas recuperadas en los sitios también se localizó el uso de la planta datura, utilizada como un fuerte alucinógeno comparado al efecto producido por el peyote.
En ciertos puntos también se encontró una amplia cantidad de restos óseos humanos con huellas que sugieren la antropofagia ritual entre las tribus antiguas.
“Hay evidencia impresionante de todos los restos humanos consumidos, como una práctica de canibalismo que es algo interesante”, destacó la especialista
Conocimiento astronómico
En más de un punto hay evidencia el conocimiento astronómico para medir el inicio, o fin, de las temporadas del año. Ya sea con marcas en las piedras, o al interior de cuevas, es que los antiguos pobladores representaban esta información.
“Acomodaban las rocas de tal manera que estaban practicando mediciones astrológicas, llevando el registro de equinoccios y solsticios, desde el interior de una cueva y viendo el paisaje. Hasta que no está uno ahí es que entiende cómo vivían estas personas”, refiere.
Labor de investigación
Gracias al trabajo de campo se han recuperado fragmentos de vestimenta y las primeras sandalias para Nuevo León. A esto, habrá que añadir la abundante presencia de pintura mural en la zona.
Más estudios
A la par se están realizando estudios bioquímicos Cinvestav Irapuato para conocer el aspecto y salud de los antiguos pobladores, gracias a la recuperación de coprolitos, cuyos resultados estarán listos el próximo año.