“En 1980, cuando tenía cuatro años, yo todavía no sabía en dónde estaba Estados Unidos o por qué la gente de mi ciudad natal, Iguala, Guerrero, lo llamaban el otro lado. Lo que sabía entonces era que el otro lado ya se había llevado a mi padre y que las oraciones no servían de nada, porque si sirvieran, el otro lado no se estaría llevando a mi madre también.”
Reyna tenía solo dos años cuando sus padres se fueron tras la devaluación del peso y la peor recesión mexicana en 50 años. “¿Quién nos protegerá si el diablo viene a robarnos y llevarnos muy lejos, donde nunca volveríamos a ver a nuestros padres?”, se preguntaba esta niña guerrerense.
Guerrero, como muchos otros estados de la República, ve bajar exponencialmente los datos del censo poblacional cada año. Es difícil conocer hombres entre 20 y 40 años. La ciudad está en manos de las mujeres, las parejas cultivan sus relaciones por Skype y los niños son educados por teléfono. Este año, los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) hablan de 12 mil guerrerenses que residen en Estados Unidos.
La mano invisible que mueve la economía de estos lugares es la de los migrantes, que cruzan la frontera cada año enviando 2.5 millones de dólares al estado. Las remesas en México son la principal fuente de ingresos, incluso antes de la exportación de petróleo. Con los dólares que se envían a casa, cada año, sobreviven familias enteras y, a veces, pueblos enteros.
El costo emotivo también es muy alto. Familias separadas, relaciones entre padres e hijos puestas a dura prueba. La misma Reyna cuenta cuando se convirtió en maestra en el distrito Unificado Escolar de Los Ángeles, en California, y se enteró de que su historia no era única. “Los estudios muestran que hasta 80 por ciento de los niños de América Latina en las escuelas de Estados Unidos ha sido separado de sus padres durante el proceso de migración”.
El deseo de una vida mejor lleva a seguir con este ciclo de dejar a los niños atrás. “Esto tampoco va a terminar mientras haya pobreza y los padres sientan que la única manera de ofrecer algo mejor a sus hijos es dejándolos.”
Reyna, con nueve años cumplidos, emprendió el largo viaje para reunirse con su familia en EU. Logró cruzar la frontera, pero no hubo final feliz. Como muchos otros niños, se encuentra permanentemente en las sombras como migrante, clandestina, sin papeles.
“Papi dijo que habíamos violado la ley al venir a Estados Unidos, pero en aquel entonces yo no entendía mucho de leyes. Todo en lo que podía pensar era en por qué habría una ley que impidiera que los niños estuvieran con sus padres. Esa fue la única razón por la que yo había venido a este país, después de todo”.
Durante la travesía para pasar la frontera que separa los dos países se arriesga la vida y hay otros peligros. El desierto puede tragarse la identidad, que se queda atrapada entre dos mundos: “¿A dónde pertenezco?, me pregunté. ¿Pertenezco a este lugar?, ¿pertenezco allá?, ¿pertenezco a alguna parte?”, pensó Reyna una vez en territorio estadunidense.
Toda su infancia, antes y después de emigrar ilegalmente de México a Estados Unidos, se encuentra en las páginas de su autobiografía La distancia entre nosotros, publicada por Atria Books, de Simon & Schuster. En su carrera como escritora, Reyna Grande ha recibido varios premios, entre ellos el American Book Award, el Premio Aztlán y el Latino Book Award. Hoy, con su libro más reciente, es finalista de los National Book Critics Circle Awards.
He tenido la oportunidad de conocer a Reyna y su trabajo en Tepoztlán, durante la residencia para escritores de Under the volcano, organizada por la escritora e intelectual Magda Bogin. Fue entonces que decidí entrevistarla, en este momento tan complejo para los migrantes en Estados Unidos.
Al ser de Iguala, Guerrero, ¿cuál fue tu reacción a la noticia de los 43 normalistas desaparecidos?
Me dio mucha tristeza cuando me enteré. Pero no me sorprendí, porque la situación en todo México es grave. Claro que me preocupé por mi familia, que vive en Iguala, a solo 10 minutos de donde desaparecieron los estudiantes. Me decepcioné porque el propio gobierno ha hecho lo posible por evitar que se sepa la verdad sobre lo que pasó con los estudiantes. También cuando visité Iguala, tres meses después de lo ocurrido, me sentí enojada, triste, confundida, perturbada, al ver que la gente ahí tiene tanto miedo que no ha apoyado a los familiares de los 43 como se debe. A veces hasta escuché a la gente decir que los normalistas tenían la culpa de lo que les pasó. Ese pensamiento está muy mal, pero claro que la gente se deja llevar por lo que ve en las noticias. Lo que yo quisiera ver es que todos en Estados Unidos y en México —empezando con los igualtecos— apoyemos a las familias de los 43 y sigamos exigiendo que el gobierno mexicano deje que la verdad salga a la luz, para que finalmente haya justicia.
¿Cómo se ha desarrollado tu relación con EU, cuáles han sido los conflictos y cómo ha contribuido ese país en la creación de tu identidad?
He vivido en Estados Unidos por 32 años y creo que, en mi forma de pensar y mi forma de ser, hay mucha influencia estadunidense. Tal vez ya sea más norteamericana que mexicana, no sé. Conozco la cultura estadunidense, he recorrido casi todo el país, me he podido desenvolver y cumplir mis metas. Creo que en México nunca hubiera podido lograr lo que hice allá. Ya sabes que cuando eres pobre en México hay muchas limitaciones. Ser pobre aquí en EU es difícil, pero hay oportunidades y sobre todo, esperanza. Eso no significa que no me sienta orgullosa de ser mexicana. De ser migrante. Haber nacido en México, en la pobreza, me ayudó a aprender a sobrevivir con lo poquito que tenía. Me ayudó a saber apreciar las cosas y a las personas a mi alrededor. Aprendí a luchar. A ser fuerte. A no dejarme vencer por nada. También me ayudó a ver el mundo con otros ojos. Tengo la mente más abierta, porque he vivido en dos países, dos culturas y hablo dos idiomas. En EU me he dedicado a escribir sobre mi vida en México y ese país, sobre mi experiencia como migrante y he tratado de alzar la voz para todos los mexicanos que vivimos allá, para que algún día nos traten con respeto y dignidad, sobre todo como seres humanos.
¿Qué tipo de relación sigues teniendo con México y con tu familia?
Voy a México una o dos veces al año. Me gusta ir para tratar de conocer más el país. Visitar nuevos lugares. Quiero mantener vivos esos vínculos que me atan a mi tierra natal. Cuando visito a mi familia en Iguala llevo a mis hijos para que conozcan el lugar donde nací y tengan una relación con mis familiares, especialmente los hijos de mis primos. Yo pienso que, aunque haya una frontera y un muro entre nosotros, no quiere decir que no sigamos unidos. El amor no tiene fronteras.
"Quiero mucho a mi familia en México, especialmente a mis primos. Mis padres tomaron la decisión de venirse a EU. Los padres de ellos decidieron quedarse. Decisiones que tuvieron buenas y malas consecuencias en nuestras vidas. Yo tuve la fortuna de ir a la universidad, sacar una carrera y triunfar como escritora. Entonces me siento con responsabilidad hacia los primos que se quedaron allá, que no tuvieron las mismas oportunidades. Mi meta es ayudarles a ellos a seguir adelante en México, sin tener la necesidad de arriesgar sus vidas viniéndose acá como indocumentados. El problema es que, aunque con mi apoyo ellos han ido a la escuela a sacar una carrera o un oficio, en México no hay mucha oportunidad. El salario es horrible. El año pasado, mi prima estudió para estilista; gastamos mucho dinero en su escuela, en el material, el equipo ¡y ahora que terminó la escuela el salario que le ofrecen en Iguala es de 80 pesos! Y una pizza cuesta entre 150 y 200 pesos. ¿Quién puede vivir así? Es inhumano. Es la vida que el gobierno le da a la gente. Si los mexicanos tuvieran un buen salario para vivir dignamente, ya no habría tantas familias separadas como la mía."
¿Cuál es tu visión de este país desde el otro lado?
Yo veo que México siempre ha sido víctima de los líderes políticos, porque la mayoría son corruptos y nada más cuidan de sus propios intereses. México es un país muy rico en cultura, en recursos naturales y nada justifica que la gente no tenga oportunidades de progresar. No entiendo cómo el gobierno puede tolerar que su propia gente viva en esas circunstancias de pobreza y limitaciones. Si la gente progresa y triunfa, el país gana. Entonces, ¿por qué no hacer todo lo posible para asegurar que todo ciudadano tenga oportunidades de un buen trabajo y estudio?
"Mientras sigan las cosas como están, vamos a seguir viendo más violencia y drogas en México, siempre va a ver corrupción, migración, delincuencia, porque aunque la gente no quiera vivir así, a veces no hay de otra. Tengo esperanza de que algún día finalmente México tenga un gobierno justo, que de verdad se dedique a mejorar el país, empezando con los más vulnerables, la gente pobre."
¿Qué pensabas del ex presidente Obama (que ha sido uno de los mandatarios que más ha deportado)?
Me siento decepcionada. Cuando fue elegido presidente yo esperaba mucho de él. Nos hizo promesas que no cumplió. Claro que la situación es más compleja porque un solo hombre —un presidente— no puede hacer todo. Él fue muy limitado por el Congreso republicano, quien se puso en su camino una y otra vez y bloqueó varias veces sus propuestas para implementar cambios. Pero al mismo tiempo creo que él pudo haber hecho algo para ayudar a los migrantes y no lo hizo. Al contrario, deportó a muchas personas y arruinó la vida de tantas familias. Nos ofreció DACA —Acción Diferida para los Llegados en la Infancia— y DAPA —Acción Diferida para los Llegados Parentales— como premio de consuelo, pero esos programas son temporales y con este nuevo presidente quién sabe qué va a pasar.
¿Cuál es tu opinión respecto al presidente Donald Trump? ¿Y sobre sus políticas migratorias?
Creo que está loco y es muy impulsivo, por eso es un gran peligro para el país. Una persona así, sin control, que se deja llevar por emociones e impulsos y no por su inteligencia y sentido común, no debe ser presidente. Yo tengo fe de que muy pronto lo van a sacar del puesto y tal vez esta situación nos abra los ojos para decidir bien qué tipo de país queremos. Creo que ya es tiempo de que en EU nos alejemos del racismo y la discriminación hacia la gente de color, hacia los migrantes, hacia todos los que son “diferentes”. Lo bello de este país es su diversidad. Hay gente del todo el mundo aquí. Eso es muy bonito. Necesitamos a líderes que tengan una filosofía de inclusión, integración y respeto por todo ser humano. Líderes que tengan bien claro que somos una sociedad global.
¿Cuál sería tu consejo para solucionar los problemas relacionados a la migración?
Yo sueño con que algún día ya no haya migración, pues causa mucho dolor, trauma a muchas familias separadas. Es importante que las naciones poderosas del mundo reconozcan que ellas mismos crean la migración. Estos países, como EU, Inglaterra, van y causan guerras, violencia, pobreza, instabilidad económica, desastre, etcétera… en otras naciones. Nuestro estilo de vida ha creado también el calentamiento global y eso también causa migración por los desastres naturales (sequías, inundaciones). Nuestros actos, las políticas extranjeras y nuestros malos hábitos han provocado que hoy día vivamos una crisis de migración global. Hay más de 65 millones de migrantes y refugiados en el mundo.
"Me gustaría que, en vez de violencia, creáramos paz y estabilidad. En vez de crear pobreza, deberíamos de ayudar a países pobres a prosperar. En vez de negar que el calentamiento global es real, deberíamos cambiar nuestros hábitos para no dañar el planeta. A fin de cuentas, somos seres humanos y todos vivimos en él. Todos merecemos la oportunidad de tener una vida digna y próspera en un mundo limpio y sano.
¿Qué rol tiene la literatura, para ti y para el mundo?
La literatura siempre me ha ayudado a entender el mundo alrededor. En los cuentos aprendo lecciones que me ayudan a vivir mi vida. A través de los personajes en los libros, puedo vivir muchas vidas, tener muchas experiencias, aprender de otras culturas, tener acceso a otras formas de pensar. Los cuentos es algo que nos une como seres humanos. Desde el principio de la humanidad, hemos contado cuentos para recordar de dónde vinimos y quiénes somos.
¿Cómo definirías la identidad chicana y su producción cultural? ¿Cómo quieres que se defina la identidad de tus hijos?
Los chicanos son producto de dos culturas, dos mundos, dos lenguas. Es una experiencia muy interesante. A veces uno se siente partido a la mitad o con un pie aquí y otro allá. O cómo dice la India María: Ni de aquí, ni de allá. Pero al mismo tiempo, el chicano puede ser un puente que conecta las dos culturas, a sus dos países. Podemos ser los “coyotes” culturales que ayudan a los gringos y los mexicanos a comprenderse.
Mis hijos son producto de mis dos países y yo quiero que sepan valorar lo mejor de las dos culturas a las que pertenecen. Quiero que tomen lo mejor de las dos y que sepan apreciar sus raíces. Más que nada quiero que no se olviden de donde vienen.
¿Qué estás leyendo y cuáles son los autores contemporáneos más interesantes para ti?
Me gusta la literatura de todas las culturas y experiencias. Estoy leyendo el libro When the emperor was divine, de Julie Otsuka, y acabo de terminar los libros The door, de Magda Szabó, y Day of honey, de Annia Ciezadlo. Los autores que fueron mi inspiración para hacerme escritora son Sandra Cisneros, Laura Esquivel, Kahlil Gibran, Ayn Rand, Tomás Rivera, Juan Rulfo, Marion Zimmer Bradley, Kurt Vonnegut, Carlos Fuentes. Hoy día admiro mucho el trabajo que están produciendo las escritoras latinas en EU, como Daisy Hernández y Valeria Luiselli.
¿Hay un referente positivo qué mirar en estos momentos difíciles?
Creo que hay que mirar a los niños, porque ellos son el futuro. Si nos enfocamos en educarlos y en enseñarles a ser buenas personas, que respeten y valoren a todo ser humano, entonces podemos mejorar el mundo. Como sociedad, podemos evitar que haya niños que algún día se conviertan en alguien como Donald Trump.