“Saturnino Herrán y otros modernistas” permanecerá hasta 2020 en el Arocena

La exposición se ubica en el anexo Edificio Russek, en colaboración con el Museo Nacional de Arte y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.

Saturnino Herrán fue el primer pintor que utiliza lápices de colores realizados por él mismo. (Lilia Ovalle)
La exposición da calidez a la sala temporal ubicada en el anexo Edificio Russek. (Lilia Ovalle)
Editorial Milenio
Torreón, Coahuila. /

La exposición “Saturnino Herrán y otros modernistas”, da calidez a la sala temporal ubicada en el anexo Edificio Russek del Museo Arocena, como parte de los festejos de esta institución cultural que cumple ya su décimo tercer aniversario.

Fue en colaboración con el Museo Nacional de Arte y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, que el Museo Arocena se sumó además a la conmemoración del centenario luctuoso de Saturnino Herrán (1887–1918) con esta exposición donde se reúnen obras del autor y sus coetáneos como Diego Rivera, Joaquín Clausell, Juan Téllez y Ángel Zárraga.

En visita guiada para medios de comunicación, donde estuvieron presentes Carmen Gaitán, directora del Museo Nacional de Arte (MUNAL), así como Rosario del Carmen Ramos Salas, directora del Museo Arocena, se estableció que la muestra permanecerá disponible al público hasta el próximo 12 de enero.

Se informó además que los contenidos proponen guiar hacia la apreciación del legado de Saturnino Herrán a la historia de la cultura visual mexicana y su importancia como artista nacional a partir de cuatro grandes ejes temáticos: “La formación académica”, “Internacionalismos”, “Influencia del modernismo español” y “Cuerpo místico y el alma nacional”.

Víctor Rodríguez Rangel, curador de Arte del Siglo XIX del MUNAL, recorrió de forma simultánea la vida y obra de artista plástico nacido en Aguascalientes, quien se inició en la pintura de la mano de José Inés Tovilla en el Instituto Científico y Literario de la ciudad referida, y posterior con Severo Amador Sandoval, quien tenía una escuela particular en Aguascalientes.

Fue a inicio de 1903 cuando el papá de Saturnino, José Herrán y Bolado, viaja al Distrito Federal para patentar dos inventos: una máquina de escribir y una calculadora mecánica. Sin embargo en ese viaje sufre un infarto. 

Junto a su madre, Josefa Guinchard Medina, Saturnino se moviliza a la capital del país para intentar patentar la obra de su padre, al tiempo en que la mujer consideró cambiar su residencia de Aguascalientes a la Ciudad de México.

Un año más tarde el joven presenta un examen para ingresar a la academia de Artes Plásticas San Carlos; inmediato, a Saturnino se le pasa a las clases de estudios superiores debido a sus habilidades con el profesor catalán Antonio Fabrés.

De la mano de este maestro Fabrés, quien llegó a México por disposición del secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Justo Sierra, Herrán aprende las nuevas vertientes modernistas, dejando atrás el neoclasicismo y el romanticismo, para dar paso a estilos más vanguardistas como el simbolismo y el esteticismo.

Sus contemporáneos también serían glorias nacionales. Entre ellos Diego Rivera, Francisco de la Torre, Roberto Montenegro, Alberto Garduño, Gonzalo Argüelles Bringas, Ángel Zárraga y Joaquín Clausell.

De perfil tímido o melancólico, los compañeros de Saturnino Herrán pertenecían a las clases altas mexicanas en tanto que él debía asumir la orfandad y con ello el ser un joven desposeído. 

Sin embargo esto lejos de impedirle seguir su oficio lo afianzó en él al grado de tener que innovar en el terreno de los materiales a utilizar.

Así fue el primer pintor que utiliza lápices de colores realizados por él mismo, que le permiten lograr dibujos de una alta calidad, mismos que hoy son objeto de estudio y exhibición en los museos nacionales.

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