El libro de reciente publicación del comunicador y profesor lagunero Carlos Nava, “La tropa del silencio. Memorias periodísticas desde un campo de batalla”, es el resultado de horas de investigación, entrevistas e indagación que formaron un estudio cualitativo de los años de violencia en La Laguna, desde el punto de vista periodístico.
Esta situación provocó un cambio total en las formas de ejercer periodismo en la comarca al igual que en el país, debido a que los ataques que sufrieron tanto fotógrafos, como reporteros y hasta medios de comunicación.
Las cifras presentadas en el texto son preocupantes hasta en la actualidad.
El libro contiene 18 testimonios de experiencias de reporteros en La Laguna, dentro de sus coberturas entre los años 2007 y 2013.
En un informe de la Asociación Reporteros sin Fronteras (RSF), con 9 periodistas asesinados en México durante el 2018, esta se convirtió en la nación sin conflicto armado más peligrosa para ejercer periodismo, solo superada por 15 de Afganistán y 11 de Siria.
Nava Vargas ha sido profesor de Comunicación y periodismo desde el 2002 en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) Unidad Torreón y tiene una Maestría en Periodismo y Asuntos Públicos por parte del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).
¿Qué lo incentivó a iniciar el proyecto de 'La Tropa del Silencio'?
La primera idea fue sin pensar que sería un libro, era mi trabajo de tesis que hablaba de cómo había evolucionado la forma de agredir a la prensa en la región por el crimen organizado. Lo hacía mientras esta región se convirtió en las zonas más peligrosas en México y en el mundo.
¿Cuáles fueron las dificultades que se presentaron en ese tiempo al medio?
Fue un momento complicado porque en el trabajo de reporteo que se hacía en el 2013 con un pico de violencia en la región, había que aplicar ciertos protocolos de seguridad como pactar las entrevistas, bajo perfil, no llevar grabadora, ni celular, ni nada que comprometiera tu seguridad ni la de la familia, en esas circunstancias estábamos, un ambiente de miedo y una atmósfera de riesgo en el que te podían desaparecer, secuestrar y hasta matar.
¿Se recomienda a las nuevas generaciones de periodistas seguir con protocolos de seguridad como prensa?
Yo digo que no hay que bajar la guardia. La Tropa del Silencio nos muestra también qué es lo que tenemos que hacer como prensa para sobrevivir a circunstancias hostiles. Debemos sistematizar este conocimiento para luego trasladarlo a nuevos protocolos de seguridad, a criterios de protección que nos permita seguir realizando nuestra práctica.
Tanto las empresas de los medios como las instituciones educativas que forman nuevos periodistas, tienen la responsabilidad de generar mejores programas, materias actuales sobre la enseñanza del periodismo en un contexto que nos pone como el país más peligroso de Latinoamérica para ser periodista y el segundo más peligroso del mundo.
¿Han mejorado las condiciones de seguridad?
Creo que hay conciencia del riesgo que existe y eso es un gran avance. A las empresas de los medios, al menos en la región lagunera, les falta ponerse de acuerdo y generar políticas organizacionales definidas, con protocolos de cómo responder a una crisis, de establecer una franja de riesgo o tener coberturas presenciales, sin embargo creo que seguimos desarticulados y tenemos el esfuerzo de grupos como ‘Voces Irritilas’ para generar nuevas comisiones aunque sea al interior del gremio.
¿Sigue vigente el título del libro en un contexto actual?
Por supuesto. En primera porque se instaló el miedo, se instaló el temor y el riesgo por perder la vida como reportero. Claro que La Tropa del Silencio en sí, muestra como un ejército de periodistas en La Laguna tienen que acudir a la autocensura y a la autogestión preventiva del riesgo para evitar ser agredido.