'A la orilla de la carretera', un libro de crónicas sobre la vida cotidiana en Guerrero

El libro, "lejos de pretender explicaciones, es una colección de preguntas de un recien llegado", dice el escritor Vicente Alfonso.

Ganador del Premio Nacional de Crónica Literaria Carlos Montemayor 2018. (Foto: Especial)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

La mirada de Vicente Alfonso sobre Guerrero se construyó durante dos años de estancia, si bien reconoce que apenas es un atisbo, que la historia de la entidad no sólo es compleja, sino en ciertos tramos inabarcable, de ahí que su interés al escribir una serie de crónicas en torno al territorio y su gente lo hiciera más sentado desde la vida cotidiana, antes que de la historia con mayúscula.

“Mi mirada es la del recién llegado, el que se trasplanta y no sabe nada, o sabe muy poco, y quiere entender. El libro, lejos de pretender explicaciones o verdades últimas, es una colección de preguntas: yo había pasado por Chilpancingo una vez, rumbo a Acapulco, para dar un taller, como norteño tenía muy lejos al puerto y mi expediente de ideas respecto de Guerrero era más bien pobre”, acepta el escritor y periodista, autor del libro A la orilla de la carretera. Crónicas desde Chilpancingo, publicado por la Editorial Universitaria de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Textos en los que se aborda la corrupción, la pobreza, la violencia de género, la guerra sucia, la desaparición forzada y la deficiencia en la prestación de servicios de salud y educación, por mencionar sólo algunos temas que, precisamente por esa condición de foráneos, terminaron por sorprenderlo de tan cotidianos, como la recolección de basura.

“Al entrar un poco más allá de lo que Federico Campbell llamaba la cáscara de la cotidianidad, se empieza a rascar un poco, y me sorprende todavía pensar, por ejemplo, que una de las minas más grandes de América Latina está en Guerrero y, al mismo tiempo, tiene al municipio más pobre del país; asimilar el boom del café, que se terminó cuando empezó el de la amapola, porque son cultivos que requieren de condiciones similares. Y para alguien que es del desierto es incomprensible que durante la temporada de mango se desechen alrededor de 100 mil toneladas, cuando estamos en una entidad con pobreza alimentaria”.

Una de las preguntas que se planteó Vicente Alfonso a lo largo del desarrollo del proyecto es cómo, a pesar de estar sólo a tres horas de la Ciudad de México, no llegaba esa información, se conocen sólo generalizaciones de Guerrero, no se diga de las comunidades o de la Sierra de Atoyac, “y es una historia apasionante, con capítulos dolorosos, con graves problemas de disparidad económica, rezagos en materia de salud y educativos, pero también con una naturaleza pródiga y una historia digna de muchas novelas, no sólo de una”.

“De pronto, a los reporteros se nos exige hablar desde el conocimiento y, a veces, sin querer nos vamos poniendo en el rincón y contra la pared. Siempre he tratado de ser muy honesto al respecto, porque sé que la historia de Guerrero es compleja, las condiciones son complejas y abundan quienes levantan la mano para decir que pueden profundizar en las causas”.

La intención de Vicente Alfonso era reproducir esos azoros, trata de entender esa realidad, por eso cumple con la función del periodista a lo largo del libro: es quien pregunta, o necesariamente el que da respuestas dentro del entramado de A la orilla de la carretera, que le permitió obtener el Premio Nacional de Crónica Literaria Carlos Montemayor 2018.

“Muchos de los capítulos son conversaciones con personas oriundas de allí o que estuvieron en capítulos clave de la vida del estado, para conocer el ambiente que había en esa época, porque dos años de investigación serían insuficientes para darse una idea clara de lo que está pasando en Guerrero”.

PCL

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