Concentric Circles (Blue Note, 2018), de Kenny Barron, ha sido elegido por la revista Down Beat uno de los mejores discos del año pasado. “Barron emplea un tono melodioso, un toque fino y un swing implacable con comodidad y variedad, resultado de décadas de experiencia como acompañante muy solicitado y como líder”, advierte la reseña.
En 2011 tuve la fortuna de escuchar en el Festival JazzUV en Xalapa a un jazzista que toma elementos del pasado para incorporarlos en un discurso presente que escuchará en el futuro.
Pianista formado con gente como Dizzy Gillespie, Lee Morgan, James Moody, Milt Jackson, Buddy Rich y muchos otros, dirige sus propios grupo con un estilo que califica de “emocional”. Finesse es otro término con el que define su manera de tocar, como dijo en una conversación compartida con Pablo Argüelles y Jorge Fernández de Castro. “La melodía es lo que me conmueve. Alguna vez uno hace explosiones en el teclado, rápidas y furiosas, pero: ¿y qué? Podrías tocar más rápido, pero a final de cuentas todo tiene que ver con contar una historia”.
Su sensibilidad se enriqueció cuando llegó a Nueva York en 1961, una época verdaderamente floreciente, como nos contaba. “Había mucha música: había clubes por todos lados y cafeterías donde tocaban música en vivo. Viví un tiempo en el East Village, en la calle E6. Cruzando la calle, en un departamento vivían Lee Morgan, Tootie Heath, Reggie Workman y alguien más, todos ellos de Filadelfia, donde yo nací. Arriba de donde yo vivía, Elvin Jones y Pepper Adams, ambos de Detroit, compartían un departamento. Dos puertas más allá estaba el trompetista Ted Curson. Era un gran barrio”.
Como si retrocediera medio siglo y nos llevara de la mano, agregó: “Desde allí podía caminar al Five Spot, cuyos dueños también tenían The Jazz Gallery. Podía escuchar a Freddy Hubbard, Sonny Rollins, Thelonious Monk… ¡Era increíble! En ese tiempo todos los clubes tenían dos o tres eventos. Recuerdo haber ido al Birdland una noche y haber escuchado a John Coltrane, Bill Evans Trio y Clara Ward y sus Gospel Singers. ¡Todos en una noche!”.
OTRA NOTA
PROCESO SIN FIN
Al preguntarle por qué el piano, entre risas Barron respondió: “¡Es una pinche lata!”, para luego reflexionar: “Es un desafío, un desafío definitivamente. Luchas siempre por mejorar, es un proceso sin fin”. Desafío que se escucha en Concentric Circles.
Un pianista de emociones
Música
En 2011 tuve la fortuna de escuchar en el Festival JazzUV en Xalapa a un jazzista que toma elementos del pasado para incorporarlos en un discurso presente que escuchará en el futuro.
Ciudad de México /
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