Se ubica el surgimiento del “nuevo periodismo” a principios de los años sesenta del siglo pasado en Estados Unidos, cuando una serie de movimientos y sacudimientos sociales exigieron un lenguaje más moderno, flexible y moldeable que el del periodismo tradicional, para reflejar los acelerados cambios y fenómenos sociales.
Entre estas transformaciones y sacudimientos sociales se encuentran la inconformidad de la Generación beat y su rechazo al american way of life; la vida alternativa propuesta por la generación hippie del amor y la paz, las drogas y el rock; la lucha contra el racismo y la discriminación y la fundación de los Panteras Negras, y la oposición de los jóvenes a la guerra de Vietnam.
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Varios escritores dejaron entonces a un lado por un tiempo sus novelas y comenzaron a escribir crónicas utilizando las técnicas de la narrativa literaria, una corriente a la que se llamó nuevo periodismo, porque el periodismo tradicional estaba atado —aunque sin cumplirlas a cabalidad— a las reglas de la precisión, la acreditación de fuentes y sobre todo al periodismo noticioso.
La crónica apareció entonces como un género libre, sin más límites que ajustarse a la realidad, es decir, no usar el pretexto del periodismo para hacer cuentos de ficción con ciertos referentes con la realidad.
En ese contexto surge Tom Wolf (Virginia, EU, 2 de marzo de 1931—Nueva York, 15 de mayo de 2018), periodista y escritor estadunidense conocido como padre del nuevo periodismo por haber ejemplificado y definido el género en libros como El coqueto aerodinámico rocanrol color caramelo de ron (1965), editado en español por Tusquets; Ponche de ácido lisérgico (1968), La banda de la casa de la bomba y otras crónicas de la era pop (1968), La izquierda exquisita & Mau-Mauando al parachoques (1970), todos títulos editados en español por Anagrama.
El libro clásico sobre el tema de Wolfe es precisamente el titulado El nuevo periodismo (1973), una recopilación de sus crónicas en el estilo de lo que desde entonces se llamó “periodismo narrativo”, tomando el calificativo narrativo de la literatura. En el prólogo Wolfe ya define esa práctica como género. En ese primer acercamiento Wolfe habló del “juego del reportaje”.
Entre las características de nuevo periodismo definidas por Wolfe, y que le dan el nombre de “padre del nuevo periodismo”, encontramos:
1.- La utilización de las técnicas narrativas —innovación sintáctica, descripción sicológica de personajes, contrapunto, monólogo interior— para ampliar las posibilidades de descripción de las realidades objetivas del periodismo.
2.- La práctica de técnicas cinematográficas (montaje, flasback, flashforward, descripción de fondos musicales, edición en escenas) aplicadas a la crónica periodística.
3.- La soltura y libertad del lenguaje y el uso de palabras de los dialectos (el slang) urbano, rural, racial o delincuencial.
4.- La construcción compleja de personalidades, no la mera descripción de perfiles periodísticos y noticiosos.
5.- Un estilo desenfadado, con frases elaboradas y complejas para describir la realidad inmediata, con una ironía iconoclasta que no se atenía a los viejos cánones y que resultaba incluso vulgar o agresiva en su descripción de la realidad brutal sin concesiones.
Como padre de este nuevo periodismo se ubica entonces al novelista-periodista Tom Wolfe, autor de novelas como la multipremiada La hoguera de las vanidades (1987), Anagrama; Todo un hombre (1998), Ediciones B; Soy Charlotte Simmons (2004), Ediciones B, y Bloody Miami (2012), Anagrama.
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También en este género se ubican, por una parte, aquellos escritores que con técnicas literarias se acercaron a la realidad periodística, como Norman Mailer y Truman Capote; y, por otra parte, a los periodistas que supieron utilizan las estructuras de la literatura para usarlas en su oficio periodístico, como Gay Talese y Hunter S. Thompson, creador a su vez del “periodismo gonzo”.
AG