El sueño de todo piloto de Fórmula 1 es culminar el año automotriz subiéndose al podio para ser bañados con champagne, mientras besan el trofeo que los inmortaliza como campeón del mundo, pero esta ilusión le fue cortada de tajo al corredor austriaco, Jochen Rindt, quien falleció el 5 de septiembre de 1970 en un aparatoso choque durante la práctica para el Gran Premio de Italia 1970.
El llamado Rey sin corona, quien en esa temporada ganó cinco Grand Prix en su monoplaza Lotus, fue ‘coronado’ un mes después de su fallecimiento, (4 de octubre) y para el 17 de noviembre, Jackie Stewart le entregó a Nina (viuda Rindt) el trofeo de campeón y fue ahí donde la modelo alemana recordó la promesa de Jochen. “Si consigo el título de campeón de este año me retiro”, palabras que el austriaco compartió con su pareja, pues estaba asustado por los accidentes que habían ocurrido esa temporada, los cuales cobraron la vida de algunos de sus amigos y compañeros. Incluso en Barcelona, Rindt sufrió un choque, el cual no pasó a mayores.
Cómo fue el accidente
En la última sesión de entrenamientos, la muerte encontró a Rindt en la Parabólica (la última curva del circuito). Este accidente arrojó una investigación, la cual determinó que el problema se originó en los frenos del vehículo, no en los alerones como se suponía desde el inicio. Colin Chapman, jefe de Lotus fue enjuiciado, pero en 1976 se le liberó.
Después de la colisión, Rindt fue trasladado a un hospital en Milán donde fue recibido por médicos, quienes intentaron salvarlo, pero las heridas en piernas y tórax eran terribles. Una hora tras ser ingresado se informó el deceso de Karl Jochen Ridnt, de 28 años de edad, quien dejó huérfana a una hija de dos años y viuda a la modelo Nina Lincoln.
Una vida a más de 100 km por hora
Karl Jochen Rindt nació en Alemania en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial y a los 15 meses de nacido perdió a sus padres, quienes fallecieron en el bombardeo de Hamburgo y fue recogido y criado por sus abuelos maternos, quienes lo llevaron a Austria donde creció.
En su juventud, Ridnt era un amante por los deportes de adrenalina, tales como el esquí, el cual tuvo que dejar por una fractura en el fémur, la cual lo llevó al quirófano en varias ocasiones y que le dejó una pierna más corta que la otra, por consecuencia una ligera cojera, así que centro su vida deportiva en las carreras. Nurburgring fue el primer circuito al que asistió en su adolescencia, y vio a Sterlin Moss llevarse el triunfo.
A los 18 años, Rindt disputó su primera carrera en Viena donde destruyó el coche de su abuela, el cual era un Simca Abarth 2000. Debido a su pericia tras el volante, Jochen avanzó a la Fórmula Junior a los 20 años con la ayuda de Bardi Barry, quien fue piloto y dueño de una agencia de viajes.
Su carrera subió como la espuma, pues en su segundo circuito logró el primer lugar, resultados que consiguió continuamente y que lo llevaron a la Fórmula 2 muy rápido.
La profecía de Ecclestone
Fue en 1964 cuando Rednit llegó a F1 al equipo de Brabham, la cual era dirigida por Bernie Ecclestone. En este equipo consiguió un par de podios, pero los problemas mecánicos le impidieron pelear los primeros puestos continuamente.
Las habilidades que mostraba tras el volante llamaron la atención de la escudería Lotus, quien había perdido a su piloto principal Jim Clark, campeón del mundo que falleció en un accidente.
Rednit hizo su debut en la temporada 1960, en la cual arrancó con el pie izquierdo, pero al final del año comenzó a obtener victorias y puntos, la más importante fue en el Mundial de F1 en el Gran Premio de Estados Unidos, culminando la temporada en la cuarta posición. Para 1970 fue su año de consagración y el de su sepulcro, dando pie al presagio de Bernie Ecclestone: “si quieres ganar títulos ficha por Lotus, pero si quieres permanecer vivo quédate en Brabham”.