Fue uno de aquellos momentos deportivos en que quedó demostrado que el ser locales puede jugar un papel a veces clave. Eso, y que los milagros existen. El himno de Estados Unidos sonó como nunca entonado por un recinto con 8500 almas en un viernes por la noche apoyando a su selección de hockey sobre hielo. El escenario, el Centro Olímpico de Lake Placid, Nueva York. Eran los Juegos Olímpicos de Invierno en 1980 y Estados Unidos se medía a la selección de la URSS, campeona defensora por cuarta ocasión.
La Unión Soviética había ganado la presea dorada en cinco de las seis anteriores justas olímpicas invernales, eran más que favoritos. Sus jugadores eran profesionales con buen fogueo internacional, en cambio el combinado de las barras y las estrellas liderados por Herb Brooks, eran amateurs, jóvenes estudiantes, con solo cuatro de ellos con experiencia en la liga. El encuentro no pudo ser más dramático, tras empatar 2-2 en el primer periodo, el marcador final fue un 4-3 gracias a que los locales remontaron en el tercer periodo.
En aquel entonces la prensa no tenía duda, era una de las más grandes sorpresas en la historia olímpica. Así de épico como lo que sucedió en el hielo fue el cierre de la transmisión por la ABC con el comentarista Al Michaels gritando “¿Ustedes creen en los milagros? ¡SÍ!”, Estados Unidos logró vencer a Finlandia en la batalla por el oro y para 1999 Sports Illustrated catalogó este momento en la cima de los mejores del siglo XX. En 20014 Disney lanzó la película Miracle.
FCM