Wendy Arellano combinación entre belleza y rudeza, lagunera y ex gladiadora profesional de Artes Marciales Mixtas (MMA) platicó con MILENIO-La Afición el cómo fue entrar en un deporte que tiene mayor presencia de hombres y a pesar de ello, lograr sobresalir gracias a su “punch” y perseverancia.
Ahora, a sus 27 años y tras haber sufrido una grave lesión que la obligó a retirarse muy temprano en su carrera, platicó su andar en el deporte, desde el baloncesto, el cual dejó al descubrir su verdadera pasión, que era ser peleadora, primero de boxeo y después enamorándose de las Artes Marciales Mixtas, donde fue una de las mujeres precursoras, no sólo en la región si no a nivel nacional.
Nunca se dejó intimidar, terca como ella sola, perseveró hasta que alcanzó su sueño; ex peleadora profesional y campeona nacional en jiu jitsu brasileño, ahora sigue difundiendo las Artes Marciales Mixtas desde otra trinchera, pues además es licenciada en Comunicación.
“El primer deporte de contacto que tuve fue el boxeo, porque mi papá me hablaba mucho de las peles de antaño, de Julio César Chávez, Manos de Piedra Durán, Ratón Macías, y entonces ese fue mi primer contacto con los deportes de combate, y la verdad es que no me llevaba bien con los balones; mi papá siempre nos inculcó el deporte”, dijo Wendy, quien acudió a la entrevista con un elegante vestido, tacones, pero en su bolso llevaba uno de sus tesoros preciados, los guantes con los que solía entrenar.
De San Pedro para el mundo
Wendy y su familia emigraron de La Laguna al Estado de México, fue ahí donde cambió los balones por los guantes de boxeo.
“Nosotros somos de San Pedro de Las Colonias, Coahuila, pero mis papás son maestros y los mandaron a vivir al Estado de México, afortunadamente a mí me favoreció, porque estaba cerca del Centro Ceremonial Otomí y de Jiquipilco, donde entrenaron grandes peleadores. Mi papá me llevaba a un centro deportivo que se llamaba La Duela, por mi estatura pensó mi papá que lo mío era el baloncesto, pero me aburría mucho. No era nada inquieta, me gustaba el deporte pero no encontraba algo que realmente me llenara. Yo veía a mi papá practicar boxeo y de ahí me empezó a interesar”, dijo.
Determinada a perseguir su sueño, tomó las riendas y con gran iniciativa se fue con todo en busca de ser boxeadora.
“Yo ahorraba lo que tuviera, diez o cinco pesos, un día llegué a la casa con mis primeros guantes y le dije a mi papá que quería entrenar box. Todos los fines de semana veíamos el box y como Cristian Mijares es de La Laguna, nosotros apoyábamos al Diamante estando allá. Me tocó todavía esa generación cuando estaba Manny Pacquiao, Juan Manuel Márquez, El Terrible Morales, estaba enamorada del boxeo”.
Hubo un chispazo, un momento donde conoció las Artes Marciales Mixtas, se enamoró, y a partir de ahí fue magia pura.
“Un día llegó mi hermano y me dijo que había unas peleas super padres, me acuerdo que las vimos en cd’s y VHS, y yo me negaba, pero él casi me obligó a ir a entrenar a estas peleas que entonces se conocían como “vale todo” y era algo nuevo, apenas tuve el primer entrenamiento y fue un chispazo, me enamoré de las artes marciales”.
Abriendo brecha a pesar de los estereotipos
“Manuel Rodríguez fue el primero que nos enseñó Artes Marciales Mixtas y me encantó, me vieron aptitudes y con apenas un mes entrenando me inscribieron en un torneo, era la única mujer en el dojo y tenía apenas 16 años”.
La primera vez no fue fácil, pero los chingazos 'ingren'
“Mi primera pelea debo decirlo, me patearon horrible, sólo había una mujer en el torneo, la diferencia de pesos era considerable y ella además tenía más tiempo entrenando, pero aceptamos la pelea. Ella era experta en Muay Thai y en el último round gané por nocaut y de ahí me preparé muchísimo más, pero el panorama de las MMA en México era complicado, estaba en pañales”.
Peleando contra toda corriente, abajo y arriba del ring
“En las ligas que había en México no había mujeres peleando, era una realidad muy compleja, si era difícil para los hombres, para las mujeres más. Yo peleaba una doble batalla, arriba del ring como abajo, arriba contra un rival y abajo luchar contra todos los estereotipos”.
Llegó el momento soñado, debutar como profesional, cumpliéndose un logro personal y dando el ejemplo.
“Estaba la Extreme Fight Latino, la liga más grande de Latinoamérica, yo soñaba con estar en esa liga pero no había categoría femenil, pero seguí en torneo de Artes Marciales Mixtas, en nacionales, se pusieron las bases ahí, no había campo para la mujer, tuve que pelear con una peleadora de 80 kilos y yo pesaba 56 y así me aventé, yo peleaba con hombres; total, esa pelea la gané por nocaut y gracias a esa pelea recibí una llamada una semana después y me dijeron que iba a debutar en Extreme Combat, que era la liga más importante del país de aquel entonces, me quedé helada, iba a debutar y no lo creía”, aseveró Wendy, quien al recordar ese momento se le notó su emoción.
Como en todo deporte en el que hay mayor presencia de hombres, hay quienes siguen en las cavernas, pero ella creía en sí misma y su familia la respaldó en todo momento.
“Sentía que yo estaba abriendo el camino para otras mujeres, en los torneos me gritaban cosas, que me bajara a pintarme las uñas y cosas de esas, y eso me motivó más, tenía que luchar contra todos los prejuicios y hasta con mi familia, pero mi hermano Toño siempre creyó en mí y me apoyó, él también es peleador profesional”, declaró.
Debutar y ganar, logro dedicado a todas las mujeres
“Gané en mi debut, representó una victoria no sólo para mí, sino para todas las mujeres que venían detrás y que aspiraban a ser profesionales, las cosas no fueron fáciles, pero de alguna manera tocamos la puerta en México a pesar de los estigmas. Mi ilusión era pelear en Strikeforce, donde peleaba Ronda Rousey, entre otras, era pensar que nosotros podíamos llegar ahí, pero lamentablemente me tuve que retirar”.
Con apenas tres peleas en el profesionalismo, prematuramente tuvo que decir adiós al octágono.
Una lesión puso fin a sus aspiraciones
“Era mi tercera pelea profesional en Extreme Combat, para ese entonces ya se escuchaba de las mujeres en MMA, Alexa Grasso quien es una de las peleadoras más importantes de la UFC, eran peleadoras en la misma liga que yo inauguré y eso me llena de orgullo, al verlas en UFC pienso que yo podría haber estado ahí también, pero mi carrera acabó muy pronto, con 22 años luché contra Yahaira Romo, ella tenía una base muy buena de Muay Thai y yo era peleadora de boxeo, sabía que si llevaba la pelea al suelo tendría ventaja, pero no lo hice y en el segundo round, me acuerdo de un gancho de izquierda que me dolió muchísimo, la pelea se fue a decisión, yo no sabía que tenía la mandíbula rota, me la partió en tres y ese fue el final, tengo placas de titanio y tornillos”.
“Fue algo duro, pero el dolor físico que yo sentí fue muy extremo, el no comer durante seis meses, estar en cama, no asistir a la escuela porque tenía unas cosas horribles en el rostro; fue muy complicado pero a la vez orgullosa de lo que había logrado”, dijo.
Fue mejor retirarse con pocas peleas a nunca haberlo intentado
“Yo preferí retirarme con una derrota a no haber ganado una pelea por temor a no pelear, y estoy orgullosa de lo mucho o poco que logré, porque a final de cuentas abrí un poco el panorama para las mujeres en aquel entonces y a la fecha no me he retirado, pues continúo, ya no en una jaula o un ring, pero le doy voz a este deporte con mi carrera como comunicóloga”.
No le frustra pensar en qué hubiera sido
“Personas que me conocen me dicen que hubiera llegado lejos, sí me pongo a pensar en lo que pude haber logrado si no hubiera tenido esa lesión, pero para mí, lo que logré fue algo que era más difícil, abrir camino para todas aquellas mujeres que ya están en UFC”.
Comunicóloga por profesión, ahora difunde y apoya las Artes Marciales Mixtas desde otra trinchera, atrás de un micrófono
“Me encanta este deporte, MMA era algo nuevo también para los periodistas, no lo entendían y yo vi una oportunidad ahí, sabía que había pocos periodistas que entendían las Artes Marciales Mixtas y creo que por ahí le di, narro a nivel México, donde no he visto mujeres y pues ahí estamos abriendo brecha también”.
Machismo en el periodismo deportivo
“Hay machismo hasta en esto, porque no es común ver a una mujer narrando deportes de combate, si de por sí hablar de deportes para la mujer es complicado por el entorno, de combate más y uno de mis objetivos es darle voz a esas mujeres, escalar esa montaña para que las que vengan detrás tengan un panorama más amplio”.
Casi toda su familia es amante de los “catorrazos”
“Todos practicamos de algún modo, mi papá practicó boxeo como aficionado, mi hermano sí fue profesional y tengo otro hermano que peleó a nivel amateur, pero sí es complicado y lo ha sido (risas)” , finalizó.
EGO