Tarde de cuatro orejas en la Nuevo Progreso; Castella y Ferrera tuvieron que recurrir al toro de regalo

Alteño, marcado con el número 104 de 495 kilos, de la ganadería de San Pablo, acaparó la atención de los aficionados que acudieron al homenaje en sus 50 años de alternativa, de Manolo Arruza.

Plaza de Toros (Cortesía)
Alfredo Cruz Ornelas
Guadalajara /

Cuando saltó a la arena el octavo toro de la tarde, segundo de regaló, se unificaron criterios, Alteño, marcado con el número 104 de 495 kilos, de la ganadería de San Pablo, acaparó la atención de los aficionados que acudieron al homenaje en sus 50 años de alternativa, de Manolo Arruza. Los mismos aficionados que pitaron al cuarto y quinto toro de la dehesa de Campo Real, por su falta de trapío, aplaudieron a Alteño.

Con él, Antonio Ferrera, realizó la faena de la tarde, con el capote se ajustó al lancear a la verónica y en quites, hilvanó chicuelinas dejando a su oponente en el centro del ruedo, para que acudiera de largo y con prontitud al caballo para recibir un gran puyazo en todo lo alto, con la muleta realizó un trasteo largo y templado, haciendo gala de su repertorio; trincherazos, pases de la firma, molinetes y cambiados de mano mirando al tendido pusieron a los cerca de cinco mil aficionados de pie. Pinchó antes de dejar un estoconazo por lo que fue premiado con solo una oreja, el toro de San Pablo, fue homenajeado con arrastre lento.

En su primero, falló con el acero hasta escuchar un aviso.

Y con el cuarto, abrevió, debido a que el respetable pitó la presencia de Don José, y el esfuerzo de Antonio Ferrera, no tuvo eco en el tendido.

Mala tarde para Sebastián Castella

No le rodaron bien las cosas a Sebastián Castella, en sus dos toros de la lidia ordinaria, por lo que regaló un séptimo de la misma ganadería de Campo Alegre, al cual le realizó un trasteo rítmico por ambos lados, fueron series con la mano baja de gran poderío sometiendo al astado. Mató de entera de efectos rápidos y fue premiado con dos orejas.

A Ernesto Javier El Calita le correspondió lo más potable del encierro y lo aprovechó. A su primero lo recibió de hinojo en los medios y con la muleta pego tandas llenas de clase. Mató de entera y fue premiado con una oreja.

Con el sexto, volvió a repetir la faena, pero pinchó hasta escuchar un aviso.


JMH

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