La respuesta es muy sencilla aunque con mucho trasfondo, los jugadores simplemente lo aman. El Abierto de Australia año con año es votado como el Grand Slam favorito de los tenistas y fue nada más y nada menos que Roger Federer quien bautizó al torneo como Happy Slam ¿Por qué? Fuera de esta edición en que la cuarentena fue obligatoria para los asistentes, ya desde hace un tiempo no son pocos los que aseguran que el aura de amabilidad de la gente que trabaja en el torneo, e incluso de los locales, lo hace único. Literalmente los consienten en todo sentido. El servicio es sin igual y pueden disfrutar de una de las grandes ciudades del país sin el ajetreo que opaca a Nueva York, París y Londres.
Pero más allá de eso en las últimas décadas ha habido varias mejoras a las amenidades del complejo, tanto para jugadores como para afición, que lo hacen muy cómodo. Cuando en los ochenta, la Federación Internacional de Tenis le llamó la atención a Tennis Australia porque no estaba “dando el ancho” en comparación con los otros tres Grand Slams, los locales se organizaron y con gran apoyo del gobierno lograron la construcción de Melbourne Park para que fuera su nuevo hogar a partir de 1988. Ahí presumieron la novedad de contar con la primera cancha con techo en un GS, ahora tienen tres, aunado a que fueron los primeros en implementar la tecnología del ojo de halcón.
Incluso la fecha habitual en el calendario de la ATP, a disputarse a principios de enero, genera vibras de un nuevo comienzo en el tour, borrón y cuenta nueva para los jugadores. Es como el primer día de clases, la carga de motivación no se repite en el año y las lesiones no son habituales. Con todo y el enorme calor que caracteriza a la competición, muchos siguen asegurando que es su Grand Slam favorito, para eso es el único de los cuarto que tiene la alternativa para los asistentes de contar con playa.