¿Alguna vez te has imaginado cómo sería el mundo en el siglo XXIII? Probablemente habrá coches autónomos, robots con tecnología cada vez más avanzada, y la humanidad tal vez encuentre vida en otros planetas. Ese también sería el momento en que se alcance la equidad entre mujeres y hombres... Así es, tomará más de 200 años cerrar la brecha, según estimaciones del Foro Económico Mundial.
Por si fuera poco, la pandemia de covid- 19, que ya se ha extendido por más de un año, provocó un retroceso de una década en la participación laboral de las mujeres, según datos que compartió recientemente la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El organismo detalla que la tasa de participación femenina se situó en 46% en 2020, contra un 52% del año previo. Por su parte, la tasa de desocupación fue de 12%, porcentaje que se eleva a 22.2% si se asume la misma tasa de participación laboral de las mujeres de 2019.
Asimismo, la CEPAL advierte que muchas trabajadoras abandonaron la fuerza laboral para atender las demandas de cuidados en sus hogares y no retomaron la búsqueda de empleo.
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En México el panorama no es más alentador: el gobierno estima que 2 de cada 3 empleos perdidos durante la pandemia los realizaban las mujeres. La tasa de empleo femenina se ubicó en su punto más bajo a principios de abril (33%), y para noviembre se había recuperado apenas siete puntos porcentuales contra 12 de los hombres, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Nuestro país no es ajeno al problema que plantea la CEPAL: hay más de 24 millones de mexicanas que no pueden trabajar por atender otras obligaciones o por estar en un contexto que les impide hacerlo, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI. El número de mujeres que no están disponibles para emplearse supera a las que son económicamente activas a nivel nacional (21.6 millones), y hay entidades como Chiapas donde la relación es de casi 2 a 1 (624,694 mujeres son parte de la PEA, contra más de 1 millón que no pueden integrarse a la fuerza laboral).
En Jalisco, Nuevo León y el Estado de México la cifra de mujeres que tienen impedimentos para laborar también es mayor que la PEA; en la CDMX ocurre lo contrario. El Banco Mundial define el desempleo femenino como una de las mayores barreras de desarrollo que tiene México, y estima que le cuesta al país 25% de su ingreso per cápita.
“Las mujeres se están viendo más afectadas económica y socialmente hacia una tendencia de largo plazo”, asegura Ernesto Mauleón, director de Administración y Finanzas de ManpowerGroup, al ser cuestionado sobre el impacto que tendrá la pandemia en este sector de la población.
Agrega que “la mayoría de los empleos que están siendo más impactados por el covid- 19 tienen mayor representatividad de las mujeres”, en sectores como servicios de alojamiento, alimentación y actividades vinculadas al entretenimiento.
Con una economía golpeada, cuya recuperación apenas inicia, la gran pregunta es ¿qué pueden hacer los sectores público y privado para contrarrestar esta tendencia negativa y revertirla?
Flexibilidad, el gran pendiente
El confinamiento por el covid-19 es un arma de doble filo para la participación laboral de las mujeres: aunque el home office puede aumentar sus oportunidades de emplearse, también es cierto que ellas dedican casi 40 horas semanales en promedio a las tareas domésticas no remuneradas, contra solo 15 de los hombres, según los últimos datos publicados por el INEGI en su Encuesta Nacional sobre Uso de Tiempo de 2019.
“Las mujeres aún son vistas como personas dedicadas al hogar y cuidados, lo que puede desarrollar de manera inconsciente una visión distorsionada del sector trabajador femenino por parte de los reclutadores o gerentes”, advierte el documento “¿Cuál es la brecha salarial al trabajar desde casa?”, publicado por la empresa de gestión de recursos humanos Runa.
Andrea Rojas, head of People Operations de Runa, dice que el empleo remoto ha contribuido a lograr un mejor balance entre la vida personal y laboral de las personas, pero acota que aún se deben empujar horarios flexibles en las organizaciones, ya que hoy no existe una separación entre el espacio de trabajo y el hogar, con los hijos e hijas tomando clases y haciendo tarea a la misma hora de las reuniones virtuales.
Ernesto Mauleón, de Manpower, apunta que “al cambiar el entorno profesional derivado de la pandemia, también cambiaron las condiciones.
No podemos exigir el horario de la misma forma y el contacto directo como lo teníamos anteriormente”. Para Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, es urgente reforzar las políticas de empleo y asegurar a las mujeres participación en los sectores dinamizadores de la economía, en condiciones de trabajo decentes. Además de combinar las medidas de apoyo al empleo y la reactivación con acciones para contrarrestar la pérdida de ingresos.
“Urge promover procesos de transformación digital incluyentes que garanticen el acceso de las mujeres a las tecnologías, potencien sus habilidades y reviertan las barreras socioeconómicas que hoy enfren- tan”, dijo Bárcena durante la presentación del informe “La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad”, en febrero.
Los salarios también lo resienten
La menor participación laboral no es el único problema. La diferencia de ingresos entre géneros era de 25% en 2018, según la ENOE. Uno de los objetivos del Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (Proigualdad) 2020-2024, que publicó el gobierno de México a finales del año pasado, es justamente reducir esta brecha tres puntos porcentuales, para que sea de 22% cuando concluya el sexenio.
Ante las brechas de género exacerbadas por la pandemia de covid, “el Proigualdad puede usarse como un instrumento clave para reconstruir mejor”, dijo Belén Sanz Luque, representante en México de ONU Mujeres, en la presentación de la iniciativa.
Además de las buenas intenciones, “debemos buscar que las mujeres no estén subrepresentadas en industrias donde se espera un mayor crecimiento del empleo”, como las ingeniería y tecnologías de la información, dice Mauleón, de Manpower.
Los expertos concuerdan en que el retroceso en la participación laboral femenina es innegable, pero aún estamos a tiempo de usar la crisis como un catalizador para repensar el futuro laboral y cerrar la brecha de género antes del siglo XXIII.