A Almudena Grandes el encierro por la pandemia no le hizo mella. El confinamiento es algo muy suyo, incluso sin covid-19, porque “es habitual para un escritor, realmente nos pasamos la vida confinados”, dice al otro lado de la pantalla, con el ligero delay que los servicios de videoconferencias nos regalan, sobre todo cuando hay un océano de por medio.
La naturalidad con la que vive el confinamiento es una cosa y las secuelas de la pandemia, otra. “Al principio del covid muchos decían que seríamos mejores; yo no lo creo, porque la humanidad nunca ha aprendido de ninguna catástrofe. Nuestros antepasados no aprendieron y no tendríamos por qué hacerlo nosotros”.
De lo que sí está segura la escritora de Las Edades de Lulú y Episodios de una guerra interminable, es de que con esta pandemia floreció lo mejor y lo peor de la humanidad. “Ha habido mucha generosidad, mucha solidaridad, nunca había visto tanta empatía... Y tampoco tanto racismo, xenofobia o una escalada fascista tan asquerosa como la que ha propiciado esta pandemia. Tenemos que ver con qué nos quedamos. El populismo estaba en auge antes de la pandemia, pero ha crecido mucho y a veces me da miedo”.
En los Episodios… Almudena ha contado la historia de casi una veintena de vidas de personas trastocadas, desviadas, destruidas o al menos marcadas por el franquismo en el transcurso de 25 años de la vida de España, de 1939 a 1964. Personajes reales que Grandes tomó como eje para escribir hasta hoy cinco de las seis novelas con las que integrará la serie. La más reciente, La madre de Frankenstein, salió en febrero pasado, unos pocos días antes de que se declarara la pandemia y nos mandaran a todos a casa.
Lo dice..."Los 50 fueron el apogeo del nacionalcatolicismo, cuando todo era pecado y todos los pecados eran delito, así que si pecabas, ibas a la cárcel”
La historia que da pie al libro es la de Aurora Rodríguez Carballeira, madre y parricida de Hildegart Rodríguez. El caso fue célebre en 1933. y una película de Fernando Fernán Gómez fue el primer acercamiento de Grandes con el caso en los años 70. “La pintaba como una mujer castradora, dominante, aborrecible... cuerda. En 1989 me encontré con su historia clínica: era paranoica, eugenésica y con delirios de grandeza. No conseguí odiarla”.
¿De dónde surge esta serie?
Es imposible abordar las historias de las últimas dos terceras partes del siglo XX español sin empezar por ahí. Estudié historia en la universidad y en 2002 descubrí que no sabía nada al respecto. Me enganché a la historia contemporánea y durante 10 años no leí ni vi otra cosa. No buscaba temas para escribir, pero soy escritora e inevitablemente encontré un montón de historias poderosas de la posguerra. Me di cuenta que no me cabrían en una novela, las puse sobre la mesa y vi que me salían seis.
¿Qué es lo que quería contar? ¿A quién?
Estas novelas para un lector español sin duda tienen un sabor distinto. A uno no español le entretienen y pueden gustarle, pero no le afectan. No quiero ajustar cuentas con el pasado, me interesa ajustar cuentas con el presente. Enseñarles a los españoles de hoy que hubo gente que se jugó la vida por ellos, para que vivieran en un país con libertades y derechos.
Hay un impulso moral que me empuja mucho y hace que escribirlos sea gratificante para mí: los resistentes antifascistas están prácticamente fuera de la historia oficial; las instituciones de la democracia española nunca les han homenajeado ni dado las gracias… y a mí me calienta el corazón decir que les doy la gracias.
¿Por qué La madre de Frankenstein se desarrolla en un psiquiátrico?
Había vivido fascinada con el personaje de Aurora por más de 30 años. Sabía que debía estar en esta serie y que sus últimos 21 años en un manicomio de mujeres era la oportunidad para contar esa década singular de los años 50, que eran el vagón de cola del terror y la sangre que corrió en los 40, porque España era parecido a un manicomio. Los 50 fueron el apogeo del, el matrimonio de Franco con la Iglesia, cuando todo era pecado y todos los pecados eran delito, así que si pecabas, ibas a la cárcel, y las que peor lo llevaban, eran las mujeres.
¿Qué más hay en la cabeza de Almudena?
Siempre hay muchas más cosas, pero ahora interrumpí la serie y estoy escribiendo una novela que tiene que ver con esto (la pandemia y el aislamiento). El confinamiento de marzo me la trajo. Armé una historia muy deprisa, una especie de Episodio pero situado en el futuro, en una hipotética dictadura ultracapitalista y contra la que luchan unos resistentes…estoy con eso y me la paso bien.
srgs