Al día un mexicano produce casi un kilo de residuos sólidos urbanos, mientras que al año, todo el país, produce cerca de 44.6 millones de toneladas, según datos del gobierno federal, entre los que se encuentran bolsas o botellas de plástico que finalmente terminan en los océanos del mundo. Esto porque el reciclaje en el país es bajo; en 2012, por ejemplo, solo se logró reutilizar alrededor de 9.6 por ciento de los residuos generados, según un informe del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático.
Para contrarrestar la excesiva generación de residuos y fomentar el reciclaje, surgió en México la iniciativa Ley General de Economía Circular, aprobada por el Senado de la República en noviembre de 2021 y pausada en la Cámara de Diputados, que plantea, de manera general: “Reducir el impacto ambiental derivado de las actividades económicas, minimizando el desperdicio de materiales y disminuyendo el consumo de materias primas vírgenes a través de la reutilización, el reciclaje y el rediseño. Disminuir la generación de residuos y su carga contaminante para minimizar el impacto en el medio ambiente y la salud humana”.
“La economía circular implica ajustar los sistemas económicos al rango de regeneración de la naturaleza; mantener el valor de los recursos por más tiempo, para lo cual es importante: reparar, reacondicionar, etc.; pensar en nuevos productos y empresas, generar política pública y trabajar con ciudades que tengan como principio la economía circular; y, el más importante de todos: educar. Hay que ver este concepto en un contexto amplio y encaminarnos hacia eso porque nos conviene”, señaló Patricia Güereca, investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM, durante su participación en Milenio Foros.
El diputado de Acción Nacional, Gabriel Quadri de la Torre, hizo énfasis en que la economía circular “tendría que ser radicado, realizado, diseñado y promovido desde las más altas esferas de la política económica, se trata de políticas industriales que requieren incentivos fiscales, inversión del estado, planeación, programas, normas y que requieren una integración de mercados nuevos…. no hay un mecanismo de precios que haga que sea rentable y eficiente cerrar los circuitos de mercado”.
Al respecto, cabe señalar que el proceso de encadenamiento productivo es una de las principales estrategias de la economía circular y consiste en establecer vínculos entre las empresas para que unos utilicen bienes o materiales que a otros ya no les funciona en su cadena de producción, un aspecto que se ha considerado en la Ley de Economía Circular de la Ciudad de México, aprobada el pasado 14 de febrero de 2023.
¿Qué hace falta?
Hay que analizar “si realmente necesitamos lo que vamos a comprar, volver a la etapa de reparación, de reutilizar la ropa como lo hacían las abuelas, y creo que todos debemos separar adecuadamente nuestros residuos como un acto de responsabilidad”, dijo Xóchitl Gálvez Ruiz, senadora por el PAN, quien también participó en el foro organizado por MILENIO.
Mientras que Gabriel Quadri reafirmó: “Es un tema de precios, de costos y de incentivos. A las empresas les tiene que costar el hacer envases y empaques que no sean reciclables o aprovechables. Y la ciudadanía necesita incentivos para acopiar, facilitar y promover el reciclaje y el reuso”.
Un estudio reciente de la organización Chatham House señala que la economía circular ha ganado atención en Latinoamérica y el Caribe, adoptando una o más medidas de este modelo teniendo un considerable apoyo político, ya que se ha demostrado que su aplicación tiene un impacto directo en la lucha contra el cambio climático y genera ahorros importantes.