Desde que comenzó a trabajar, Carlos perdió de vista todo lo que su mamá y hermanas hacían en casa. Ya en pareja, se convirtió en ese hombre que sale a las seis de la mañana, regresa a las nueve de la noche y no piensa en todo lo que sucedió durante su ausencia: cena, se pone su pijama, da un beso de buenas noches a sus hijos y duerme en su cama limpia.
Carlos no sabe lo que pasa en una casa cuando no está, quizá no registra en su mente que se lava, se plancha, se limpia, se atiende a los niños, se cocina…. Pero durante el encierro por la pandemia de covid-19, ese señor que se quedó en su casa, al fin lo vio.
“Esta situación nos ayudó a poner el tema en la agenda pública, que había costado mucho trabajo”, dice Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres). Y en consecuencia, hoy se trabaja para implementar en México un Sistema Nacional de Cuidados (SNC).
El desarrollo de este aparato de seguridad social para los cuidados requiere de un intenso trabajo legislativo para integrar en las leyes mexicanas el derecho al autocuidado, a cuidar y a ser cuidado, así como hacer más estudios que demuestren que para el gobierno es una inversión para el futuro, y no un gasto.
Para lograrlo, es necesario que el gobierno y la sociedad reconozcan que se requieren cuidados y que las personas cuidadoras están fuera de los esquemas de seguridad y protección social. Cuando ellos estén protegidos, se reducirán las desigualdades y se promoverá la movilidad social, señala el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), en su publicación Sistema Nacional de Cuidados. Vía para la igualdad y la movilidad social, de 2022.
El reto en el país, explica Gasman, es hacer una buena coordinación interinstitucional, “porque como en tantas cosas en México, nos damos cuenta que sí existen servicios de atención a la primera infancia, a los adultos mayores y a las personas con discapacidad. Los tiene el IMSS, los tiene el ISSSTE, los tiene el DIF, pero ¿cómo hacemos de todos estos servcios aislados un sistema?”, que además toque a todos quienes lo necesitan.
Este SNC resulta clave en la construcción de un sistema de protección social que sirva como motor para la movilidad social. Si comparamos los entornos que cuentan o no con servicios de cuidado infantil, se observa que de las mujeres cuyo origen se encuentra en la parte más baja de la escalera social, solo 3 de cada 10 superan su condición socioeconómica cuando su localidad no cuenta con dichos servicios. En cambio, en los lugares en donde sí existen, esa relación se duplica y más de 6 de cada 10 mujeres en la misma condición lo logra, reporta el estudio del CEEY.
6 de cada 10
mujeres superan su condiciónsocioeconómica cuando su localidad cuenta con servicios de cuidado infantil. Cuando no es así, solo la mitad lo logra.
Aunque sin duda la organización del cuidado es un asunto de género, porque afecta desproporcionadamente el bienestar y las posibilidades de movilidad social de las mujeres, también es un problema de los hombres y de la sociedad, apunta el CEEY, porque las relaciones que se establecen en el cuidado conectan los derechos de quienes los dan y quienes los reciben, la sociedad y el entorno.
Así las cosas, el cuidado es un tema de carácter público que, convertido en Sistema Nacional, sentará las bases para el bienestar y la movilidad social.
sgs