Nearshoring beneficiará a México casi por inercia

Desarrollo Económico

Aprovechar al máximo el momentum dependerá de que el gobierno y la Iniciativa Privada se pongan la pilas.

UNA OPORTUNIDAD DE ORO. Ilustraciones: Shutterstock.
Georgina Navarrete
Ciudad de México. /

El martes 31 de febrero, un último Jeep Cherokee salió de las líneas de montaje de la planta de Stellantis en Belvidere, Illinois. Acto seguido, la fábrica fue puesta como “inactiva”. Según se había anunciado en diciembre pasado, esta operación se trasladó a la planta de la automotriz en Toluca, Estado de México, como parte de la estrategia global de la matriz de Chrysler para enfocar sus esfuerzos económicos en la producción de autos eléctricos.

Este proceso de trasladar una operación completa de una ubicación a otra, cercana y con el mismo uso horario, para optimizar los procesos y bajar los costos, se conoce como nearshoring. Esta práctica no es para nada nueva en México, donde por décadas hemos visto llegar inversiones de diversas industrias, con empresas que se instalan en el país para aprovechar las ventajas que ofrece, como su cercanía con Estados Unidos, tanto geográfica como comercial, explica Cecilia Montaño, socia líder de Comercio Exterior y Aduanas en Deloitte.

Whirlpool, Honeywell, Medtronic y diversas automotrices como Nissan, Volkswagen y Ford, por mencionar algunas empresas, han producido en México por años y muchos de sus proveedores también, creando un ecosistema industrial fuerte, sostenido por parques industriales, tratados fiscales y comerciales que brindan confianza, y un entorno legal seguro para que las inversiones se desarrollen, dice Mario Alberto Hernández, socio líder del Segmento IMMEX de KPMG en México.

EL DATO

49 por ciento de la demanda de espacios industriales

Hasta junio pasado fue gracias al nearshoring.

Otro tipo de nearshoring sucede cuando las empresas mueven su operación para fabricar más cerca del mercado donde venden sus productos; este es el motivo por el cual en los últimos cinco años muchos productos cambiaron en sus especificaciones el “made in China” por el “made in México”. Muchas empresas europeas o americanas, pero también asiáticas — especialmente chinas—, han llegado al país para acercarse al mercado estadounidense, el mayor importador del mundo.

Las cifras son impresionantes. Según datos de la consultora CBRE, 43 por ciento de la demanda de espacios industriales que llegó a México de 2019 a marzo de 2023 provino de China, una cifra que la Asociación Mexicana de Parques Industriales Privados (AMPIP) actualizó a 49 por ciento al cierre de junio. Como se ve, la escalada es constante y demuestra que el nearshoring no es solo una moda en los negocios, sino “una tendencia a largo plazo”, afirma Montaño, de Deloitte.

¿CÓMO LOS MOVEMOS?
“No es un proceso nuevo, solo se ha reconocido la necesidad de acercarse a los mercados destino que son Estados Unidos y Canadá, y también para atacar el mercado doméstico de México, que es atractivo por ser muy grande y económicamente estable, sin conflictos bélicos ni sociales”, agrega Hernández, de KPMG.

La tormenta perfecta

El nearshoring hacia México aceleró el paso en el último lustro debido a factores internacionales que destacaron aún más sus ventajas. La “guerra” comercial entre Estados Unidos y China, detonada en 2018 por el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue gasolina de alto octanaje para que las empresas instaladas en el gigante asiático, desde europeas y americanas hasta las propias chinas — que han perdido 8 por ciento de sus exportaciones a EU—, empezaran a moverse para no perder su influencia ni sus ventas en el mercado estadunidense.

El hecho de que México forme parte del T-MEC, la fuerte integración en las cadenas globales de valor de esta región y el alto perfil exportador en industrias de mayor demanda, como son equipo de transporte, eléctrico, electrónico y siderúrgico, entre otras, son los méritos más destacables de México como destino de inversión para las empresas que buscan atender el mercado norteamericano, explica Samuel Vázquez Herrera, economista principal del área de investigación de BBVA México.

LO QUE FABRICAMOS.

Es así que, desde el inicio de la guerra comercial entre China y EU, México ha recibido 830 nuevos inquilinos extranjeros, 20 por ciento de origen asiático. Un promedio de 207 nuevas empresas por año entre 2018 y 2022, según datos de BBVA, emanados de una encuesta que realizó entre miembros de la Asociación Mexicana de Parques Industriales Privados (AMPIP).

Con la guerra comercial bien instalada y pocas expectativas de solución, llegaron sucesivamente la pandemia de covid-19 —que obligó a los países a cerrar todas sus puertas de acceso— y el conflicto bélico Rusia-Ucrania. Ambos factores interrumpieron el flujo de las cadenas de suministro; “les enseñó a las empresas lo complicado de manufacturar y llevar sus productos al mercado destino cuando estás alejado. Es más fácil tener un centro de manufactura a una distancia relativamente corta”, afirma Hernández, de KPMG.

“Es lo que llamamos ‘una tormenta perfecta’”, agrega Cecilia Montaño, de Deloitte; un contexto en el que fenómenos externos nos convirtieron en una ubicación estratégica: “el T-MEC nos vuelve muy atractivos para las industrias que se ubican en China y están siendo golpeadas con la guerra comercial”.
60,000 Mdd

Anuales de IED podría recibir México

En los siguientes 3 a 5 años si aprovecha el nearshoring.

Pero más allá de esos conflictos y de su relación natural con el mercado de EU, la fortaleza de la manufactura mexicana está en la globalización de sus procesos de producción, toda vez que 58% de la producción bruta manufacturera se fabrica en unidades económicas altamente conectadas con los mercados internacionales.

Esto pone al país “en la mejor posición para sustituir parte de la oferta asiática de mercancías y servicios hacia Europa, por ejemplo, por menores riesgos de interrupción en la cadena de suministro, menores costos de transporte y 14 tratados internacionales de libre comercio”, señala Vázquez Herrera, de BBVA Research.

Hasta hoy, el mayor flujo de inversiones ha aterrizado en el norte del país, principalmente en Nuevo León, gracias a la cercanía y a que cuenta con la infraestructura necesaria, y en el Bajío, por su fuerte vocación industrial. Pero la demanda requerirá que otros estados, “con menor cultura manufacturera”, se pongan manos a la obra, dice Hernández.

“Mucha materia prima llega a México desde Asia, entra por California, pero Long Beach se saturó, así que muchos empezaron a llegar por Manzanillo por ejemplo. En este sentido, si vamos a empezar a ver empresas internacionales en estos lugares del país, debemos mejorar puertos y desarrollar más infraestructura. Por otra parte, Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Tabasco podrían aprovechar el tema del Corredor Transístmico. Creo que debería haber un plan de gobierno en esos estados para que estén preparados”, agrega Mario Hernández, de KPMG.

Un vecino adorable

“México está cerca y el mundo está complicado: pandemia, escasez, conflictos bélicos y disrupciones logísticas que incrementaron costos hasta 500% para varias empresas”, dice Montaño y afirma que, por todas esas razones, el nearshoring “nos beneficiará por inercia”.
EL NEARSHORING QUE VIENE.

Y es que México no es cualquier vecino, agrega la experta de Deloitte, además goza de una relación comercial espléndida impulsada por el T-MEC. “Las reglas endurecen el contenido regional necesario para aprovechar el tratado comercial y motivan mayor inversión”.

Sin embargo, los expertos consultados coinciden en que el problema no es si el nearshoring nos beneficiará, sino cuánto. “Es una oportunidad de oro que hoy no estamos aprovechando al máximo; apenas entre 10 por ciento y 20 por ciento de los flujos de inversión extranjera que llegan al país vienen por este motivo”, indicó el Banco Base en un informe de panorama económico en julio pasado.

60,000 Mdd

Anuales de IED podría recibir México

En los siguientes 3 a 5 años si aprovecha el nearshoring.

Las ventajas están allí, pero los retos también, explica Claudia Esteves Cano, directora general de la AMPIP, quien ha visto que el problema no es únicamente de espacio. “Hoy la demanda de ubicaciones nos tiene rebasados, pero estamos construyendo. Los verdaderos retos requieren de la atención del gobierno y de la Iniciativa Privada: de entrada no tenemos una política pública diseñada para atraer esas inversiones”.

Esteves, Montaño y Vázquez coinciden en los mismos retos a superar: abasto de energía —de preferencia limpia—, de agua, gas; seguridad y eficiencia en trámites y procesos. “Debemos garantizar todo eso en los parques industriales, y hace falta apoyo del gobierno federal para programar y compartir inversiones”, apunta Esteves.

LO QUE VIENE.

La falta de inversión del gobierno en infraestructura eléctrica ocasiona un rezago severo en todo el país y la política favorable al uso de combustibles fósiles desanima la llegada de las empresas que tienen metas globales de descarbonaización, pues “las obliga a pensar en temas de abasto aislado, por ejemplo”, agrega la directora de la AMPIP.

En temas como el agua hay avances, aunque faltan inversiones. “Es una buena señal y si se da una expectativa compartida por quienes toman las decisiones, no solo el gobierno sino también la Iniciativa Privada, pinta bien. Si hay interés económico, se mueve todo”, opina Montaño.

Otro tema relevante es generar mano y mente de obra calificadas. “No solo debe haber gente trabajadora, también debe estar bien preparada. Es necesario desarrollar más talento”, afirma Esteves Cano, y ese trabajo está en manos de las universidades, que deben integrar de lleno en las currículas temas de manufactura avanzada, industria 4.0 e Inteligencia Artificial.

Es difícil distinguir el número de inversiones y los montos que llegan específicamente por nearshoring entre toda la Inversión Extranjera Directa; sin embargo, de acuerdo con estimaciones de Banco Base, si México se aplica para abrazar esta práctica a cabalidad, la IED podría alcanzar flujos de entre 55 mil y 60 mil millones de dólares (mdd) anuales en los siguientes 3 a 5 años e impulsará que las exportaciones no petroleras se dupliquen en 8 años.

RPG

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