En un mundo donde las organizaciones y la sociedad civil trabajan de manera sostenida para alcanzar la igualdad de género, los programas de beneficios e incentivos son una poderosa herramienta para lograr un entorno laboral más justo, inclusivo y equitativo para las mujeres.
Aunque el camino aún es largo, como líder de Recursos Humanos me emociona ser parte de una transformación donde la implementación de estas iniciativas no solo fomenta su bienestar físico, emocional y económico, sino que abre las puertas a su inclusión y desarrollo.
Y es que está comprobado que las brechas de género y la falta de equilibrio entre la vida laboral y personal son obstáculos que limitan su crecimiento profesional y económico ocasionando, incluso, su deserción laboral.
Ante este panorama, es nuestra responsabilidad acortar esa brecha y ayudar a que las colaboradoras disfruten de lo que realmente importa en sus vidas. ¿A qué me refiero? A desarrollar soluciones que impacten positivamente en su día a día, a partir de datos de valor como edad, estado civil, ubicación geográfica, gustos, paridad o estilo de vida.
El objetivo es crear experiencias con un toque más humano, que emparejen el terreno para las mujeres, a través de programas que les permitan conciliar de manera efectiva su vida laboral y personal, ofreciéndoles acceso a beneficios personalizados que abordan necesidades específicas.
En este sentido, un reciente estudio realizado por Pluxee revela datos interesantes sobre el pulso de estos programas. Indica que los beneficios e incentivos más otorgados por las empresas son los vales de despensa, con 84.5 por ciento; seguro de vida, con 47.8 por ciento y fondo de ahorro con 46.9 por ciento. Pero dentro del listado destaca también el servicio de guardería, con 11.5 por ciento.
Ciertamente, en los últimos años hay mayor sensibilidad de las organizaciones para impulsar la igualdad laboral de las mujeres a través de este tipo de programas, pero también persiste un panorama desafiante que nos reta a seguir buscando la inclusión e igualdad en el mundo del trabajo, donde, por cierto, más del 40 por ciento de la población económicamente activa (PEA) es mujer.
Es momento de sensibilizarnos y recordar dos temas clave: uno, si bien cada vez hay más mujeres en puestos de liderazgo, solo una de cada cinco empresas en el mundo tiene una directora ejecutiva y dos, ellas dedican más tiempo a las tareas del hogar y al cuidado de la familia en comparación con los hombres, lo que sin duda limita su tiempo para el desarrollo profesional y afecta su potencial económico.
ella dice..."La falta de equilibrio entre la vida laboral y personal es un obstáculo
Que limita el crecimiento profesional y económico de las mujeres".
Como líderes de Recursos Humanos mantengamos la guardia alta y enfoquemos nuestro esfuerzo en la generación de beneficios e incentivos que atiendan las principales causas de la brecha laboral, que mitiguen las diferencias de género y que abran la puerta a nuevas y mejores oportunidades profesionales y económicas para las mujeres. Si los implementamos de manera correcta, podemos transformar la vida de las trabajadoras y contribuir a una sociedad más justa e igualitaria.
Juntos podemos construir un futuro más equitativo para las mujeres y para las empresas. ¡Cambiemos vidas! ¡Impulsemos nuevas realidades! Las organizaciones y las personas lo agradecerán.
PRL