El automóvil ha transformado las ciudades, y con ello la manera de vivirlas, desarrollarlas y ampliarlas. Actualmente, al menos en México, las grandes urbes son el sitio donde más automotores nuevos se venden año con año.
Sin embargo, conforme la urbanización y la población aumentan, el tráfico por carretera, la emisión de millones de toneladas de gases emitidos por los motores en marcha y los millones de horas-hombre que se invierten para lograr moverse de un sitio a otro, son parte de una cotidianeidad que se normaliza hasta en las películas.
Hasta hace tres siglos, las ciudades se desarrollaban conforme al curso de los ríos; hoy el crecimiento sigue el trazo de las autopistas y carreteras estatales, por lo que año con año, docenas de ciudades en el país se acercan unas a otras.
Basta comparar un mapa de hace 50 años con uno actual para ver cómo creció la mancha urbana de la Ciudad de México y su zona conurbada. La hiedra creció siguiendo los ‘alambres’, esos caminos serpenteantes que primero alojaron a los que no podían vivir dentro de ella y que década tras década finalmente fueron absorbidos. Ahora son parte de una de las ciudades más grandes del planeta.
Millones de viajes y otras actividades son monitoreadas por medio de cámaras de vigilancia; las autoridades o la sociedad civil responden a reportes realizados desde las redes sociales y millones revisan el tráfico por medio de aplicaciones.
Las apps también permiten hacer el súper, pedir un taxi, ver precios y horarios del transporte público o de los servicios turísticos, pero eso en sí no hace que las metrópolis reciban una etiqueta de ‘ciudades inteligentes’.
Mucho menos inteligente es la actual manera en la que nos trasladamos y que a diario consume cientos de millones de litros de combustible, y ni qué decir de las horas perdidas por millones de personas en el tráfico en los traslados hacia sus centros laborales o de estudio.
“La movilidad inteligente será aquella que ofrezca soluciones a los problemas reales de traslado de las personas, especialmente en áreas densamente pobladas. Esto no solo se logra a través de elementos tecnológicos, como un carro o un patín eléctrico, sino que puede abarcar el rediseño de las calles para permitir que los diferentes modos de transporte convivan y mejoren la calidad de vida.
Desde luego que la tecnología será necesaria para la coordinación de todos estos servicios e infraestructura”, definen desde las oficinas de Ford México.
Conectividad, la clave
Así como el uso de vehículos eléctricos de forma masiva modificará las ciudades en torno a la infraestructura para suministrar la electricidad que será demandada, la conectividad a internet será un factor clave en el desarrollo de ciudades con una movilidad inteligente.
Actualmente, una de las prioridades de la industria automotriz es avanzar en temas de conectividad entre las unidades, así como con centrales donde pueda compilarse la información de movilidad que se genera en cada viaje. Algunos de los videos más vistos en los primeros meses de 2019 en YouTube son los relacionados con las primeras pruebas de autonomía realizadas por diversas marcas, entre ellas Tesla y General Motors, así como el vehículo desarrollado por Google.
“La movilidad inteligente pasa más por la conectividad y la autonomía que la electrificación, esta nos permite tener autos más ecológicos, pero la verdadera inteligencia radica en cómo un auto conoce a su usuario, a su entorno y se mueve sin necesidad de un conductor. Aún estamos en camino para lograrlo al 100%, pero sin duda ya vemos los primeros pasos de estos desarrollos”, explica José Álvarez, vocero de Mercedes Benz-Daimler en México.
La meta
La movilidad inteligente “se basa en formas innovadoras y sostenibles de proporcionar un medio de transporte para los habitantes de las ciudades. Un ejemplo es el desarrollo de sistemas de transporte público y de vehículos basados en combustibles y sistemas de propulsión respetuosos con el medio ambiente, apoyados en avances tecnológicos y en comportamientos proactivos de la ciudadanía”, de acuerdo con una de las lecturas técnicas consultadas para este reportaje.
Una de las percepciones generalizadas acerca de las ciudades inteligentes, de la mano con la movilidad, es que se acabará con la contaminación debido a que la forma de trasladar a millones de seres humanos será por motorizaciones eléctricas (lo cual ya sucede en el transporte público en algunas ciudades de Europa y Asia).
“Pero electrificar los autos no significará menos contaminación. Sí, disminuye en las ciudades, pero no en el país”, dice Albrecht Ysenburg, socio líder de industria automotriz de KPMG México.
México genera casi 80% de su electricidad basado en la quema de combustibles fósiles y no aprovecha del todo su capacidad de generación por la vía hidrológica. Así, cada batería que se carga es gracias a la quema de millones de litros de gas natural, carbón y hasta combustóleo. Otro de los enfoques es la autonomía en la conducción de los vehículos y la seguridad.
La idea seductora que utiliza hasta ahora buena parte del marketing es que disminuirá el número de accidentes y, por ende, las víctimas mortales en ellos. Las aseguradoras en México señalan en sus estadísticas que 8 de cada 10 accidentes son ocasionados por un error humano, pero si las personas dejan de conducir los autos en el futuro, entonces esos accidentes no sucederán y morirá menos gente.
¿Eso cómo impactará a las ciudades que aspiran a ser sustentables? Tema para otro reportaje, sin duda. Una tercera línea de trabajo para lograr una movilidad inteligente, en la que la industria automotriz invierte millonarios recursos para su investigación y desarrollo, es la aplicación de tecnologías dedicadas a la conectividad entre los autos.
El más reciente estudio de movilidad del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP, por sus siglas en inglés), señala que las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) contribuyen a la eficiencia de las empresas y reducen sus costos operativos, tanto los asociados al consumo de combustible, como a la gestión de recursos humanos.
“Para las autoridades, los resultados del proyecto demuestran cómo las TIC pueden ser una herramienta para alcanzar objetivos de política pública relacionados con seguridad vial, cambio climático y calidad del aire, así como para la planeación y gestión del transporte público”, añade el estudio.
El informe añade que “los beneficios para usuarios se relacionan con la eficiencia en la operación de las rutas, que puede reducir tiempos de traslado, incrementar la regularidad y reducir tiempos de espera al ofrecer información en tiempo real”.
¿Qué hace falta?
Al igual que en muchos países, en México poco o nada se involucra a la industria automotriz en el desarrollo urbano, aun cuando es claro que las ciudades crecerán a partir de la red carretera y de vialidades con la que cuentan.
¿Debería la industria automotriz participar en el diseño del desarrollo de las ciudades?
En una consulta realizada a varias marcas que operan en suelo mexicano, se pudo constatar que no hay un área dedicada a dialogar con las autoridades de las grandes urbes.
La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) es el único organismo del sector que tiene contemplado un pequeño equipo de personas con esa tarea, pero es una más de todas las labores de diálogo que deben hacer con el gobierno. “Esto le corresponde directamente a los urbanistas”, menciona José Álvarez, de la oficina de comunicación de Mercedes Benz-Daimler.
A las marcas automotrices les gusta el diálogo directo con sus clientes para saber qué ofrecer en sus autos, pero con la convergencia tecnológica aplicada a los automotores, así como la conectividad, hoy es posible conocer tanto en autos particulares como en el transporte público tiempos de traslados, velocidades de viaje, consumos de combustible y rutas con menos tránsito.
Albrecht Ysenburg, de KPMG México, pregunta ¿quién será el dueño de toda la información que se genere? “Para el sector automotriz es importante definir quién es el dueño de los datos que está generando el transporte en auto y el de carga, y qué se puede hacer con esta información. Es un tema más de poder que el transporte eficiente”, dijo en entrevista.
Año con año en la década por venir, la Ciudad de México tendrá una expansión urbana equivalente a tres veces la superficie del aeropuerto internacional Benito Juárez, de acuerdo con estimaciones del despacho Softec. Ese crecimiento sucede día a día y de forma inexorable.
Donde hoy hay terracería quizá alguna municipalidad pondrá asfalto, ¿pero con qué intención? ¿Existe un criterio urbano pensando en la habitabilidad y movilidad en ese espacio? No hay plan de desarrollo urbano, estudio técnico ni funcionario que afirme o niegue esta pregunta, por ahora. Ojalá en poco tiempo sea parte de la agenda pública de los municipios y de los gobiernos estatales.